diciembre 24, 2013
Jesús abandonó los Cielos por amor a nosotros. Y siendo rico, se hizo pobre por amor a nosotros, para que mediante Su pobreza fuésemos enriquecidos. Jesús no solo tuvo que venir a mezclarse con nosotros, sino que se personificó, se hizo uno de nosotros. Tuvo que incorporarse a la sociedad humana.
Vino como criatura apacible, débil e indefensa. No solamente asumió nuestra forma corporal, sino que se adaptó a los hábitos humanos. Era de carne y hueso. Se cansaba, sentía hambre, se fatigaba. Todas esas cosas lo afectaban igual que a nosotros. La diferencia es que no cometió pecado. Participó de todo ello con el fin de ser un buen Sumo Sacerdote, compadecerse de nosotros, saber cómo nos sentimos, comprender cuando tenemos los pies doloridos y estamos agotados... entender cuando ya no aguantamos más.
Dios envió a Jesús para que se encarnase en un ser humano y pudiera así transmitirnos mejor Su amor, comunicarse con nosotros en el plano inferior de nuestro entendimiento humano y tratarnos con más misericordia y paciencia que el propio Dios. ¡Imagínate!
«Él conoce nuestra condición y se acuerda de que somos polvo»[1], porque Él mismo se puso en esa condición, la sufrió y murió en ella por amor a nosotros. Descendió a nuestro nivel para poder elevarnos al Suyo. ¡Qué milagro, todo por amor a nosotros!
Te damos gracias, Señor, por haber nacido en la Tierra. Viviste y moriste por nosotros. Anduviste en el mundo como nosotros y pasaste por las mismas experiencias que tenemos que pasar. Aun así, Tu fe jamás titubeó.
Te damos gracias por el mejor de los regalos: Tú mismo. Por encima de todo, te agradecemos Tu regalo de Amor. ¡Te damos gracias por Tu cumpleaños, por Tu vida, por Tu muerte y por todo lo que tuviste que hacer para darnos salvación y vida eterna! Amén. David Brandt Berg
*
Te propongo algo para estas navidades: A fin de darte el mejor panorama de esta época, te ofrezco las gafas de alabanza navideña. Hará falta algo de esfuerzo de tu parte para lucir esta moda, porque deberás hacer el esfuerzo de sacar los anteojos de la alabanza y ponértelos. Sin embargo, esos lentes, como ningunos otros, harán que tu visión sea más clara.
Cuando un suceso te parezca un poco confuso, y no sepas a dónde lleva, ponte los anteojos de alabanza. Lo harás al elevar tu voz hacia Mí con acción de gracias en esta temporada navideña. Y verás que cambia tu panorama. Tu vista espiritual será más clara, y te encantará tener una visión más nítida.
Para estar a la moda en esta temporada navideña, ponte los lentes de la alabanza, que son versátiles. Tendrás más confianza en ti, y todo lo que ponga en tu camino lo verás con mayor claridad y mejor perspectiva. Mi línea de productos de alabanza es única y siempre está de moda.
Prometo que con un poco de esfuerzo de tu parte recordarás esta Navidad con una sonrisa por las cosas buenísimas que he hecho por ti. La forma de hacerlo es que dediques a diario un poco de tiempo para enviarme alabanzas. Esparce esas palabras de alabanza durante el día. Agradéceme por la bondad que hay en tu vida. Y hasta puedes alabarme por los descensos y puntos bajos que haya en esta temporada y que me sirvo de ellos para tu beneficio. Cuando te fijes en lo positivo, te sorprenderás al darte cuenta de que la bondad llega a tu espíritu, te renueva y cambia tu perspectiva.
Es posible que no te parezca que alabar sea la mejor solución para los desafíos que encuentres en esta Navidad. Sin embargo, a veces se te nubla la vista un poco debido a que no te has puesto los anteojos de alabanza que están a tu disposición. Esos lentes pueden cambiar bastante tu estado de ánimo; y podrás ver numerosas formas en que mejoro para ti esta temporada navideña. Jesús, hablando en profecía
*
Hace años se hizo popular la balada Pon una cinta amarilla en el viejo roble. Hay una anécdota navideña que es anterior a la del ex presidiario que se narra en la mencionada canción.
Un muchacho que se había fugado de su casa regresaba una nochebuena por ferrocarril. Escribió a sus padres para avisarles de su retorno, pero no sabía a ciencia cierta si sería bien recibido. Como la línea férrea pasaba delante de su casa, pidió a su padre que atase a modo de señal un trozo de tela roja en el corpulento roble que se alzaba en la parte posterior de la propiedad.
Cuando faltaban pocos kilómetros para llegar, el joven expresó su ansiedad a un señor mayor que viajaba a su lado. Éste le garantizó que sería tan bien recibido como otro chico que se fue de su casa, y seguidamente procedió a relatarle la parábola que contó Jesús sobre el hijo pródigo[2].
Efectivamente, cuando el tren alcanzó la casa solariega, la señal roja puesta por el padre estaba desplegada. Pero en vez de una sola banderola roja, infinidad de ellas ondeaban al viento, suspendidas de todas las ramas posibles, pregonando a un joven escapado de casa que en Navidad todo se perdona. Anónimo
*
Se dice que la Navidad es una época de alegría y felicidad. Sin embargo, ¿cómo es que a veces en estas fechas todo es más bien agobio y trajín? Después de un año agotador, plagado de problemas, es normal que sientas cansancio, y que la Navidad represente para ti una presión más, una exigencia más.
Es lógico que te vengan a la cabeza cantidad de preocupaciones y de interrogantes. ¿Apreciarán tus seres queridos los esfuerzos que haces con vistas a que disfruten de una Navidad entrañable? ¿Lograrás cumplir sus expectativas? ¿Resultarán tus planes tal como esperas? ¿Será esta una Navidad dichosa?
Me gustaría ayudarte a tener paz y tranquilidad. ¡Quiero que, en vez de limitarte a sobrevivir, goces de esta temporada! Eso sí, te costará algo. Tendrás que dejar de lado una parte de tu ajetreo a fin de crear espacio para algo mejor.
Quizá te parece que cada Navidad tiene que ser mejor y más a lo grande que la anterior, y te desvives haciendo preparativos con esa intención; pero recuerda que a veces menos es más. ¿Te has detenido a pensar si son necesarias tantas idas y venidas? ¿De verdad servirán para que tú y los tuyos disfruten de una Navidad más feliz? ¿O estás descuidando lo que más importa en la vida a fin de escoger los regalos ideales, disponer impecablemente los adornos y reunir los más exquisitos ingredientes para las comidas?
Cuanto menos te atosigues por preparar una Navidad perfecta, más tiempo tendrás para gozar de ella. Cuanto menos te dejes arrastrar por el estrés y las presiones, más alegres y felices serán los momentos que pases con tus seres queridos.
La Navidad se disfruta más cuando no se centra solo en los adornos, los regalos y las fiestas, sino en el amor. La esencia de la Navidad es el amor. La Navidad es para pasar buenos momentos con tu familia y tus amistades. Es para apreciar y celebrar el amor que sienten unos por otros. Por desgracia, en medio de la confusa agitación típica de estas fechas es fácil que el amor quede relegado a un segundo plano.
La Navidad es mucho más que una celebración. Es una ocasión de festejar el mayor regalo que ha recibido la humanidad. Fue por amor a ti que estuve en la Tierra hace unos 2000 años. Fue el amor lo que me motivó a andar por tu mundo y ser uno más de tus semejantes, a vivir y morir por ti. El amor fue y sigue siendo la razón de Mi existir. Todo lo que he hecho lo he hecho por amor a ti y a toda la humanidad.
Esta Navidad, tómate tiempo para amar. Jesús, hablando en profecía
Publicado en Áncora en diciembre de 2013.
Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.
Copyright © 2024 The Family International