Vida nueva

noviembre 11, 2013

Palabras de Jesús, a menos que se indique lo contrario

El que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado, una nueva vida ha comenzado.  2 Corintios 5:17[1]

 

Lo viejo pasó. He aquí que todas las cosas son hechas nuevas. Te he convertido en una nueva criatura. Así como la oruga que se arrastra por el suelo, tan cerca del polvo, tan terrenal, se envuelve en un capullo y se transforma hasta salir en forma de mariposa que se remonta a los cielos, igualmente ha sucedido contigo. De la misma manera te he dado unas alas hermosas con las que puedes volar hasta el reino celestial, porque pones tus pensamientos y tu vida en las cosas de arriba[2]. Estoy volviendo tu mente y tu corazón hacia el Cielo.

¡He aquí que las cosas viejas pasaron! Lo de antes ya no es. Lo que era está muerto, ha desaparecido. Cuando se abre el capullo, la oruga ya no se ve; ha desaparecido. Ya no está. Se ha transformado y ha brotado un ser nuevo, un ser que vuela hacia el Cielo, que comprende y ve desde lo alto, ya no más desde una perspectiva terrenal.

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Casi todos recordamos el día o incluso la hora en que aceptamos a Cristo como nuestro Salvador. Independientemente de los detalles que rodearon  nuestra conversión, cuando nuestros pecados fueron perdonados y quedó resuelto cuál sería nuestro hogar eterno, fue una experiencia estupenda.

Sin embargo, la muerte y resurrección de Cristo hicieron más por nosotros que solo librarnos de la condenación eterna; Su poder salvador también es activo y obra en nuestra vida cotidiana. Mientras estuvimos muertos en nuestros pecados, no podíamos experimentar la libertad que da la vida en Cristo. Esa libertad nos da la victoria sobre nuestro pecado y la capacidad —por medio del Espíritu Santo— de tener comunión a diario con nuestro Padre celestial.

Esa libertad también nos prepara para tener una relación aún más cercana con Jesús, una relación que diariamente nos acerca más a Cristo y que transforma nuestros deseos y objetivos a fin de que estén en consonancia con los de Él.

Nunca pierdas de vista el camino de libertad y fe que sigue a la salvación.  Anónimo[3]

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Piensa en un copo de nieve. ¡Qué dibujo tan complejo! ¡Qué belleza! ¡Qué sinnúmero de copos de nieve existe, y no hay dos idénticos! Cada uno tiene su diseño particular. Lo mismo sucede con Mis hijos: cada uno tiene un valor especial para Mí, cada uno es distinto, cada uno es muy entrañable para Mí, cada uno es cuidado y atendido con sumo amor, concebido según un plan perfectamente trazado por Mí para él. El objetivo debe ser el mismo para todos: hallar plena alegría, felicidad y satisfacción amándome y conociéndome.

Se acerca el día en que todos los que creen en Mí se levantarán para venir a Mi encuentro. Entonces nos reiremos, nos alegraremos y todos estaremos amalgamados. Las cosas de esta vida se desvanecerán, y todos estaremos enlazados por siempre en Mi amor, alegría y felicidad.

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Mira cómo ondean las espigas de oro con la brisa. Es un trigal dorado que produce granos gruesos y sedosos. Es la buena semilla que he sembrado en ti. ¿Ves que ha producido un grano grueso y dorado? Cuando el grano de trigo cae en la tierra y muere, queda solo. El oro entonces yace oculto. Pero si el grano muere, lleva mucho fruto[4]. Sé Mi trigal de oro, rebosante de gruesos y sedosos granos que brotan de Mis palabras para dar pan a los hambrientos.

Contempla el girasol, cómo brilla y reluce. Tiene el rostro fijo en el sol y lo dirige adondequiera que éste va, de Este a Oeste. Su rostro busca los dorados rayos que emanan del sol. El girasol busca y absorbe el torrente de luz dorada proveniente del sol, y lo que absorbe llega hasta la fibra más íntima de su ser. De ese modo su rostro refleja el sol. Sé Mi dorado girasol, que recibe y embebe los rayos del sol, reflejando Mi luz y alentando a otros a hacer lo mismo.

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Presten atención, ustedes que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad y nos quedaremos un año. Haremos negocios allí y ganaremos dinero». ¿Cómo saben qué será de su vida el día de mañana? La vida de ustedes es como la neblina del amanecer: aparece un rato y luego se esfuma. Lo que deberían decir es: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello».  Santiago 4:13-15[5]

 

No te preocupes ni tengas temor al futuro, tengo tu tiempo y tu vida en mis manos. Soy el creador del universo, y todo el poder me ha sido dado. Puedes confiarme tu vida y tu muerte. Puedes dejar en Mis manos tu futuro, el de tu familia y el cuidado de tus seres queridos.

Tienes temor y dudas cuando te ves a ti mismo, a tu falta de mérito, a tus muchas culpas, defectos y pecados. Sin embargo, te digo que alces los ojos hacia los montes, de donde viene tu fuerza. Levanta la vista y contémplame. No pienses en ti ni en tu debilidad, ni en tus pecados y defectos. Mírame a Mí, Mi bondad, Mi misericordia y amor por ti.

No tengas miedo, solo cree. No dudes, confía. Confía en Mi amor y en que soy el Dios del universo, el que puede librar y sanar, y que te da resurrección, una nueva vida.

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Dios nunca se lleva algo de nuestra vida sin reemplazarlo con algo mucho mejor. Es posible que no lo parezca en el momento, pero más adelante lo entenderás; y te maravillarás ante la bondad y sabiduría de Dios. Si Dios se lleva un mal hábito que te ha esclavizado, lo reemplazará con un estilo de vida mejor. Si se lleva tus chismes, maledicencia o murmuraciones, los reemplazará con palabras de amor, ánimo y alabanza. Si se lleva tus motivaciones egoístas, las reemplazará con emoción y alegría por hacer Su voluntad.

El objetivo que persigue Dios no es simplemente eliminar lo malo de nuestra vida; quiere reemplazarlo con lo bueno. Su plan es hacernos de nuevo interiormente, por medio de Su Espíritu Santo. En la Biblia dice: «No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta»[6]. Así es la voluntad de Dios: buena, agradable y perfecta. ¿Por qué conformarse con menos?

La gente no se sintió atraída hacia [Jesús] solo por lo que Él no hacía; se sintió atraída hacia Jesús por lo que hacía. Las personas vieron en Él calidad de vida que jamás habían visto, y quisieron experimentarla por sí mismas. Al ver a Cristo, vieron alegría, paz y bondad; y sobre todo, vieron el amor de Dios.  Billy Graham[7]

Publicado por primera vez en 1997 y adaptado en noviembre de 2013.
Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.


[1] NTV.

[2] Colosenses 3:2.

[3] Every Day with Jesus: Treasures from the Greatest Christian Writers of All Time (Worthy Publishing, 2011).

[4] Juan 12:24.

[5] NTV.

[6] Romanos 12:2 NVI.

[7] The Journey (Thomas Nelson, 2007).

 

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