Ser un amigo

octubre 10, 2013

Recopilación

El amigo ama en todo momento; en tiempos de angustia es como un hermano.  Proverbios 17:17[1]

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Por lo tanto, anímense y edifíquense unos a otros, como en efecto ya lo hacen.  1 Tesalonicenses 5:11[2]

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Una sugerencia del deseo del apóstol Pablo es que el verdadero motor de la amistad cristiana sea la ayuda. Únicamente al desear hacer el bien a otros, empezamos a parecernos a Cristo. El ideal del mundo es: Sálvese quien pueda. Pero Cristo estableció una nueva norma para Sus seguidores. Nuestro deber es preguntarnos al conocer a cada persona: «¿Qué puedo hacer por esta persona? ¿De qué manera la puedo servir? ¿Cuál es la mejor manera de hacerle bien, de ayudarla, de consolarla, de fortalecerla?» Tenemos la misión de estar siempre dispuestos a demostrar la caridad del amor a todo ser humano que conocemos. Bien puede que no nos necesite. Pero puede que sí, y —en dado caso— no debemos errar al brindarle la ayuda necesaria.

La cantidad de personas que conocemos y que requieren nuestra ayuda resulta desconocida. Es posible que no soliciten la satisfacción de las necesidades más acuciantes y que producen mayor compasión en el ser humano. En la mayoría de los casos pasan años sin que nos encontremos con un herido al lado del camino. Pero existen otras necesidades igual de reales, incluso más trágicas. Numerosos corazones se encuentran abatidos, con necesidad de ánimo, a fin de que no desfallezcan. Muchas personas se sienten tentadas, dudando y a punto de darse por vencidas. Muchos llevan a cuestas una carga de tristeza. Ruegan por consuelo. La gran mayoría anhela amor.

La oportunidad de ayudar a otros se encuentra siempre presente. El mundo necesita de hombres y mujeres dispuestos a responder a los llamados del gentil ministerio del amor. […] ¿Consideramos que se trata de una expresión más elevada de la amistad cuando pertenece a la misión de la fraternidad? Conviene recordar que en calidad de cristianos representamos a Cristo ante el mundo. Él desea cambiar la vida de muchos a través nuestro. Quiere derramar Su gracia a muchos corazones mediante el nuestro. En el mundo entero, no hay privilegio más sagrado que el de ser un amigo. Cuando Dios nos envía a alguien con esa sacra misión, debiéramos elevar nuestro corazón en reverente y agradecido reconocimiento al honor que nos ha conferido. También debiéramos meditar en la responsabilidad que dicha confianza deposita en nosotros. La nuestra es una representación de Cristo para la persona que nos ofrece su amor y confianza, y que espera que le brindemos ayuda, le impartamos consuelo, le ofrezcamos nuestra bendición. El sentimiento expresado a un amigo que Dios nos ha enviado es:

Dios jamás me había amado de manera tan dulce;
solo Él derrama tan maravillosas bendiciones;
y cuando Su amor encontró una nueva vía,
te trajo a mí y dijo: «He aquí un amigo».

Pero si en verdad son el amigo enviado por Dios a alguien, consideren lo que significa cumplir ese sagrado deber. ¿Qué harán por esa persona que les ofrece un corazón hambriento de fortaleza, ánimo, motivación y ayuda? ¿Qué pueden ofrecer para enriquecer su vida? ¿Qué destellos de belleza ofrecerán al alma que anida bajo la sombra de su amistad?  J. R. Miller.[3]

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¿Qué es una amistad, sino una relación? Las buenas relaciones hacen que la vida valga la pena. Las relaciones nos ayudan a crecer, a aprender el sentido de la confianza y el amor, a convertirnos en la persona que debemos ser. Es el motivo por el que uno de los elementos clave para ser un líder como amigo es entablar relaciones.

Sabiendo eso, ¿comienzan a forjar buenas relaciones a fin de dirigir como amigos?

Mi primera recomendación es aprender a animar a otros. Recuerden la última vez que alguien los felicitó por una buena acción. ¿Recordaron el cumplido y saborearon las palabras una y otra vez?

Claro que sí. Las palabras de ánimo levantan el ánimo.

Recuerden la manera en que se sintieron cuando alguien les dijo:

¿No les parece que dichas palabras hacen que nuestros esfuerzos valgan la pena? Se puede animar a otros sencillamente comunicando esos cumplidos en todo momento.

El ánimo es muy sencillo. Lo único que se debe hacer es pensar en cualidades positivas, beneficiosas y que ayudan. Luego decirlas.  John C. Maxwell y Mark Littleton[4]

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Dos son mejores que uno, porque sacan más provecho de sus afanes. Si uno de ellos tropieza, el otro lo levanta. Pero ay de aquel que tropieza y no hay quien lo levante. Si dos se acuestan juntos, mutuamente se calientan; pero uno solo no puede calentarse. Uno solo puede ser vencido, pero dos presentan resistencia. El cordón de tres hilos no se rompe fácilmente.  Eclesiastés 4:9-12[5]

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El hierro se pule con hierro, y el hombre se pule en el trato con su prójimo.  Proverbios 27:17[6]

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El Señor nos está enseñando cada vez más a inclinarnos a un tipo de testificación que consiste en forjar relaciones recíprocas, en las que ambas partes tienen algo para dar y a la vez algo para recibir. Relaciones que requieren un grado de confianza —de amistad, podría decirse— en que ambos tienen algo que ofrecerle al otro. Se trata de relaciones fundadas sobre el principio de: «Ayudémonos mutuamente en lo que necesitamos. Así como tú me das algo a mí, permíteme darte algo a ti. Quiero aprender de ti, y si hacemos una buena amistad, a lo mejor tú también quieras aprender algo de mí».

En cierto sentido, interactuar de manera cálida y amorosa con las personas es lo natural para nosotros. En nuestra vida al servicio del Señor hemos aprendido que Él desea que demos de nosotros. No obstante, hacerse cargo de otros requiere tiempo, esfuerzo, oración y un interés continuo. El tiempo es oro, y justamente por eso se puede llegar a tener mucho impacto cuando demostramos estar dispuestos a dedicar nuestro tiempo e invertirlo en una persona. Ya sea que le dediquemos tiempo mediante la oración o recibiendo un mensaje del Señor para ella, que redactemos una carta de recomendación o pensemos en cómo manifestarle aprecio, o en lo que podemos hacer en lo práctico para cubrir una necesidad que pueda tener y que vaya a apreciar. Lo que sea que les indique el Señor que hagan no pasará inadvertido.  María Fontaine[7]

Publicado en Áncora en octubre de 2013. Traducción: Sam de la Vega y Antonia López.


[1] Reina Valera Contemporánea (RVC)

[2] Reina Valera Contemporánea (RVC)

[3] Las lecciones del amor (Londres: Hodder & Stoughton, 1903).

[4] Cómo ser amigo y líder (Nahsville, TN: Tommy Nelson, 2001).

[5] Reina Valera Contemporánea (RVC)

[6] Reina Valera Contemporánea (RVC)

[7] Publicado por primera vez en junio de 2012.

 

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