Potenciadores de la fe

septiembre 23, 2013

Palabras de Jesús

Fe que mueve montañas

La fe es verdaderamente la moneda del Cielo. La fe es la llave que da paso a la cámara del tesoro, donde se hallan Mis bendiciones: bendiciones espirituales, bendiciones materiales, todas Mis bendiciones. Sin fe es imposible agradarme. Es necesario que el que se acerca a Mí crea que soy galardonador de los que me buscan diligentemente[1]. Cuando me buscas, lo haces porque tienes fe, sabes que oigo y respondo. Honro tu fe y cumplo Mi Palabra, las promesas que te he hecho.

Yo no soy hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que me arrepienta[2]. He dicho, ¿y no haré? ¿No he prometido que proveeré para todas tus necesidades[3] y que si creyeras Mis palabras y las obedecieras, abriría las ventanas de los Cielos y derramaría una sobreabundancia de bendiciones?[4]

Sin embargo, algunas veces no tienes porque no pides[5]. Yo conozco tu situación. Conozco cada una de las dificultades que enfrentas. Conozco hasta el más mínimo detalle, y tengo un plan maravilloso que llevaré a cabo; falta simplemente que manifiestes fe. Tu fe puede mover enormes montañas de obstáculos y dificultades. Pues si depositas tu fe en Mí y en Mis Palabras, Yo moveré las montañas, venceré los obstáculos y te daré las soluciones.

 

Un árbol viviente

Mi casa es una casa viviente y Mi templo un templo vivo. Yo hago de ustedes piedras vivas y seres vivos en la casa de Dios[6]. Sus raíces crecerán y afirmarán el suelo a fin de que no lo arrastre el viento. Su tronco aportará resistencia a la casa de Dios y la sustentará. Sus ramas darán sombra, cobijo y fruto al pueblo de Dios: un árbol viviente en una casa viviente.

Fortalézcanse en el Señor. Fortalézcanse en las promesas de Dios. Estén firmes. No se inquieten ni se alteren con facilidad. Caven hondo; beban a grandes sorbos la Palabra de Dios. Retengan lo que tienen, y a Mi regreso les daré una corona de vida. Te fortaleceré, siervo fiel de la casa de Dios, a medida que brindas amparo a otros. Fortalezcan a los que están a su lado y alcen los brazos a Dios en alabanzas que broten del corazón y de los labios. Derramen las alabanzas de sus labios, el fragante perfume de sus alabanzas.

Ustedes, fieles del Señor, alábenlo con todo el corazón, y nada les faltará. No estarán desamparados, porque Yo velaré tiernamente por ustedes, los guardaré y guardaré a quienes están a su cuidado. Alcen las manos, todos los santos. Alábenme en el santuario.

Fortalezcan las manos de los débiles. Les he dado poder para fortalecer a otros. Les he concedido unas fuerzas que desconocían. Los he convertido en pozo de aguas frescas en una tierra reseca y sedienta. He hecho que sean como una roca en el desierto que dé sombra para muchos. Permanezcan a Mi lado. Sean un cimiento sólido para anclar a otros en Mi templo vivo.

 

Sin barreras

Mi amor por ti no conoce barreras. Te he elegido a ti y tú me has elegido a Mí. Permanece en Mi amor. Siempre estoy contigo para susurrarte al oído y para escuchar tus oraciones y tus palabras de amor y de alabanza.

Resplandeces con gran belleza, la belleza de Mi salvación, la belleza que da el conocerme. Sigue reluciendo. He comenzado una buena obra en ti, y la perfeccionaré hasta el fin.

No temas las pruebas que te puedan sobrevenir; solo sirven para hacerte resplandecer, sacarte brillo y hacerte relucir, al objeto de que tu luz tenga más intensidad. Hay muchos que ven las pruebas y tribulaciones como castigos. Sin embargo, son manifestaciones de Mi amor, a fin de que aparezca la luz radiante de Mi amor, de Mi compasión y de Mi comprensión.

Así pues, no temas las pruebas, que solo sirven para generar en ti más amor, más luz y más fortaleza, y para acercarte mucho más a Mí.

 

Estas pruebas demostrarán que su fe es auténtica. Está siendo probada de la misma manera que el fuego prueba y purifica el oro, aunque la fe de ustedes es mucho más preciosa que el mismo oro. Entonces su fe, al permanecer firme en tantas pruebas, les traerá mucha alabanza, gloria y honra en el día que Jesucristo sea revelado a todo el mundo.  1 Pedro 1:7[7]

 

Tesoros escondidos

En Él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento.  Colosenses 2:3[8]

 

Antes de que te levantes de la cama, ya he trabajado para prepararte el camino que tomarás ese día. Hay tesoros escondidos estratégicamente por el camino. Algunos de los tesoros son padecimientos, que tienen por objeto liberarte de las ataduras terrenales. Otros son bendiciones que revelan Mi presencia: la luz del sol, las flores, los pájaros, las amistades, las oraciones respondidas. No he abandonado el mundo atormentado por el pecado; aún estoy muy presente en él.

A medida que transcurre el día, busca los tesoros escondidos. Me encontrarás por el camino[9].

 

En aquel día, Él será tu cimiento seguro, y te proveerá de una abundante reserva de salvación, sabiduría y conocimiento; el temor del Señor será tu tesoro.  Isaías 33:6[10]

 

La poda que hace el Maestro

Recuerda que esa hilera de huellas en la arena —donde solo se ven dos pies— no la has dejado tú, sino Yo. En la vida terrenal hay momentos en que te sientes solo y desamparado. Yo también me sentí así, estando en la cruz, cuando parecía que el Padre me había abandonado. Sin embargo, te animo a que continúes, prosigue independientemente de cómo te sientas, y no pasará mucho tiempo hasta que te des cuenta de que tomaste la decisión acertada.

Cuando el jardinero poda sus arbustos, por un tiempo se ven un tanto pelados y desnudos. No obstante, lo hace por amor, con miras a que lleve más fruto. Cuando el aire se calienta y el sol brilla después del invierno, y brotan las hojas y las flores, las plantas se ven más radiantes y hermosas que nunca.

Asimismo, el maestro jardinero no emplea incesantemente las tijeras. Pasado el tiempo de poda y limpieza, espera con paciencia a que aparezca el fruto. Por consiguiente, descansa con la seguridad de que llegará la época de floración y fruto. Entonces resplandecerás, estarás radiante, rebosarás vida y hallarás satisfacción en hacer Mi voluntad.

Artículo publicado por primera vez en 1997 y adaptado en septiembre de 2013. Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.


[1] Hebreos 11:6.

[2] Números 23:19.

[3] Filipenses 4:19.

[4] Malaquías 3:10.

[5] Santiago 4:2.

[6] 1 Pedro 2:5.

[7] NTV.

[8] NTV.

[9] Tomado de Jesus Calling, Sarah Young (Thomas Nelson, 2004).

[10] NTV.

 

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