Vocación u ocupación

agosto 9, 2013

Seis ideas que te ayudarán si tienes un empleo difícil
Bob Robinson

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Así que llegó otro lunes y apagas por segunda vez el despertador. Te cuesta levantarte de la cama otra vez para ir a un trabajo que te parece rutinario y que en él desperdicias tus dones y talentos. En esta economía, es lo que lograste conseguir y necesitas poner alimentos sobre la mesa (¡y para qué hablar de pagar el seguro médico y el préstamo estudiantil!). Quieres algo más que un empleo; quieres algo que sea tu vocación. Tu deseo es que tu trabajo glorifique a Dios, servir a la gente, y que de verdad sea algo para lo que te alegre levantarte de la cama.

Pues no siempre es así. Algunos empleos no se ajustan a tu verdadera vocación. Esa es la pura verdad. Sin embargo, ¿hay una forma de entender tu trabajo actual a fin de vivir con mayor abundancia en la voluntad de Dios? A continuación doy seis ideas que tienen que ver con la vocación y cómo esta se relaciona con un empleo.

 

1. Nuestra vocación principal es seguir a Cristo. Eso significa hacer lo que Él nos pide que hagamos en el mundo. Puesto que somos portadores de Su imagen, debemos representar a Dios en todos los aspectos de la vida; como seguidores de Cristo, se espera que promovamos el Reino de Dios; dado que somos seres que se relacionan con otros, hay que hacer que prospere la paz; como cristianos y creyentes en la Biblia, se espera que vivamos conforme a lo que dice el más grande mandamiento —que amemos a Dios y al prójimo—, además de procurar llevar a cabo la importante misión que nos ha encomendado: que en el transcurso de nuestra vida hagamos discípulos.

 

2. Nuestra segunda vocación parte de ahí: ¿Qué cosas específicas Dios me ha pedido que haga a fin de llevar a cabo esa vocación principal? En mi situación, ¿de qué forma concreta puedo hacer lo que se supone que debe hacer un seguidor de Cristo? En realidad, eso tiene menos que ver con sentirme satisfecho en mi trabajo y más que ver con hacer la voluntad de Dios en el contexto de mi trabajo. Cuando estaba en la universidad trabajé de mesero. Ser mesero nunca fue mi vocación. Sin embargo, representé a Dios en ese restaurante. Hice lo que pude para instaurar una cultura en la que las relaciones se fortalecieran y que los empleados trabajaran como un equipo. Aunque nunca quise que esa fuera mi profesión, me ascendieron a jefe de camareros. Otra persona y yo teníamos ese cargo. Dirigí al personal de manera que el servicio fuera siempre excelente. Mi satisfacción no se debió a que pensara que esa era mi máxima vocación, sino en la alegría de intentar a diario que nuestro servicio fuera el mejor.

 

3. Tenemos diversos empleos en distintas épocas de nuestra vida. Reflexionemos en esto: una ocupación solo es un lugar que «ocupamos» a fin de hacer lo que es nuestra vocación. La ocupación no define la vocación; la vocación define lo que hacemos en la ocupación. En otros términos, el hecho de que actualmente desempeñes un trabajo que no te apasiona, no invalida que en ese lugar y tiempo en particular necesites llevar a cabo lo que es tu vocación principal. No quise ser mesero para siempre, pero eso no impidió que llevara a cabo la misión que se me había encomendado.

 

4. Sea cual sea la ocupación que tengas, siempre tendrás la vocación de servir a las personas porque eres un seguidor de Cristo. Recuerdo que tuve un empleo de vendedor en el que me sentía infeliz. Era un trabajo arduo: hacía llamadas no solicitadas; llamaba a empresas y les ofrecía servicios. Mi jefe había sido infante de marina y pensaba que la mejor manera de motivar a los vendedores era gritándonos. Pensaba: «¿Cómo puede ser esto lo que Dios me ha pedido que haga?» Huelga decir que casi no tenía motivación para desempeñarme en ese puesto. Pero entonces recordé lo que Pablo escribió a los siervos en Colosas: «Esclavos, obedezcan en todo a sus amos terrenales, no solo cuando los estén mirando, como los que quieren ganarse el favor humano, sino con integridad de corazón y por respeto al Señor. Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo, conscientes de que el Señor los recompensará con la herencia. Ustedes sirven a Cristo el Señor»[1].

 

5. En un mundo perfecto (que no es el mundo en el que vivimos, ¡hay que recordar eso!), el trabajo que haces estaría directamente vinculado a tu vocación. Tus dones, habilidades, pasiones, alegría y sensación de sentirte realizado en todo lo que haces, se expresarían en tu trabajo. Es algo que todos debemos esforzarnos por alcanzar. Es lo óptimo a fin de glorificar a Dios de mejor manera. Sin embargo, no siempre está a nuestra disposición en ciertos momentos de nuestra vida. A veces, debemos hacer sacrificios debido a nuestras circunstancias o por algún problema que enfrentamos. La naturaleza pecaminosa del mundo es la causa de que el cristiano haga sacrificios que no haría si el mundo fuera como debería ser. La satisfacción en el trabajo es algo estupendo, no me malinterpreten. No obstante, para un cristiano el sentimiento de satisfacción debe proceder de cosas más profundas que el hecho de que todo salga a pedir de boca. Es algo que cuesta aceptar, pero cuando firmamos para ser seguidores de Cristo, Jesús nos dijo que tendríamos que llevar nuestra cruz. Los cristianos aprendemos que se obtiene una satisfacción más profunda cuando nos sacrificamos, cuando hacemos lo correcto a fin de glorificar a Dios y servir a los demás.

 

6. La vocación principal no cambia; sin embargo se manifiesta de diversas maneras en momentos distintos y lugares en los que Dios nos ha colocado. Dios sabía que estarías en el empleo que tienes ahora. Sabe que ese no es el último lugar en el que te encontrarás a fin de llevar a cabo lo que es tu vocación. También sabe que hay cosas que te pide que hagas a fin de que lo glorifiques en este momento y lugar; y también sabe que esa experiencia te prepara para lo que Él te tiene deparado en el futuro. Al verlo en retrospectiva, se da el hecho curioso de que veo que todos los empleos que he tenido en la vida —todas las ocupaciones que al momento de hacerlas me parecieron sin sentido— me dieron experiencias valiosas que me prepararon para que más adelante en la vida llevara a cabo lo que es mi vocación. ¡Nunca subestimes la soberanía de Dios! Se asemeja a la parábola de los talentos. ¿Somos fieles con lo que Dios nos ha indicado que hagamos hoy, de modo que estemos listos para un puesto más importante en el futuro?

http://www.thehighcalling.org/faith/calling-vs-occupation-
five-helpful-ideas-help-you-difficult-job

© 2001 - 2011 H. E. Butt Foundation. Todos los derechos reservados. Publicado con permiso de Laity Lodge y TheHighCalling.org. Artículo de Rob Robinson. Publicado en Áncora en agosto de 2013. Leído por Andrés Nueva Vida.
Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.


[1] Colosenses 3:22–24 NVI.

 

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