junio 23, 2013
Como cristianos, la motivación detrás de las obras de beneficencia, las redes sociales, la colaboración y el establecimiento de relaciones con la comunidad, y todo eso, provienen de nuestro objetivo central: la misión. Ese objetivo central consiste en «dar a conocer las buenas nuevas del amor, la verdad y la salvación de Dios» y «manifestar el amor de Dios en actos de tal manera que a través de estos, otras personas puedan experimentar de alguna forma lo divino en su alma, y eso las conduzca al descubrimiento de una relación personal con Jesús». En el centro de todo está el amor por la humanidad, por nuestro prójimo en todas partes, por quienes aún no establecen una relación con Dios y por quienes procuran desarrollarse espiritualmente. Nos esforzamos por entregar a los demás el amor incondicional de Dios que «no conoce límites de raza, credo ni posición social o de ningún tipo, [y eso] nos motiva a hacer algo por cubrir las necesidades espirituales o físicas de las personas con las que entablamos contacto». (V. Valores fundamentales de LFI.)
Aunque nuestros motivos sean espirituales, y el amor por Dios y la humanidad sean los fundamentos, estos deben manifestarse de formas con las que puedan identificarse las personas a quienes procuramos llevar el mensaje y que transmitan con exactitud esos valores. La presentación de nuestra fe y nuestras obras tiene que ser atractiva, de modo que la gente se sienta identificada con ellas y en consecuencia desee depositar su confianza y tiempo en ello.
La declaración de nuestra misión expresa tres metas generales:
Para tener éxito en el cumplimiento de esos tres objetivos, con frecuencia adaptamos nuestra presentación, nuestros métodos y nuestro mensaje expresándolos en términos con los que se pueda identificar la gente de nuestra comunidad, y que perciban como fiables, creíbles, genuinos y que vale la pena invertir en ellos. Si la presentación de la obra o papel de ustedes satisface sus expectativas, lo más probable es que la gente se tome el tiempo necesario para conocerlos mejor (y en última instancia, el mensaje que comunican) o que invierta en su obra.
No estamos hablando de un proceso instantáneo. Lo que hoy se considera profesional e incluso avanzado, a la larga se volverá anticuado y anacrónico. Por ejemplo, un dossier de presentación o un portal web se volverán anticuados con el paso del tiempo, incluso si al crearse estuvieron a la vanguardia.
La idea que se formen las personas sobre tu persona, tu proyecto y tu organización, el ente jurídico o la fundación benéfica que representes, probablemente será un factor que tomarán en cuenta al decidir si se relacionarán contigo o si le interesará o no colaborar contigo en determinada iniciativa. Si vas a dar una impresión buena y exacta de quién eres y lo que haces, y por ende inspirar confianza e interés, deberías averiguar qué concepto tiene la gente de ti y de tu proyecto, y si lo que transmites a otros es fiel representación de tu obra misionera, como también de tu fe y tu mensaje. Y si la gente efectivamente lo ve así.
Los expertos en asesoría de imagen hacen hincapié en que lo que cuenta no son solo nuestras intenciones, sino la imagen que se hace de nosotros la gente. El objetivo es proyectar tu imagen de manera que tu público la perciba favorablemente. Querrás ver tu presentación por el lente de cómo te ven los otros y cómo lo interpretan. Una comunicación exitosa no se limita a la transmisión de ideas: implica que los demás reciban esa idea y que la interpreten como querías.
Un consultor de mercadotecnia lo expresó de la siguiente manera:
Es posible que dirijas una gran empresa y que tu producto o servicio ofrezca grandes ventajas. Pero si el cliente no lo percibe de esa manera, tu producto se quedará en la estantería.
Si la imagen de una empresa es favorable, a la empresa le conviene mejorarla. Si no es favorable, le conviene cambiarla. Si, por ejemplo en el caso de un producto nuevo, aún no tiene una imagen, la empresa deberá crearla[1].
Si pretendemos ejercer una buena influencia y, en última instancia, constituirnos en una fuerza positiva en nuestra comunidad, debemos esmerarnos por presentar y explicar nuestras obras y proyectos de manera profesional, de modo que la gente se identifique con ellas, y además debemos procurar que dichas presentaciones estén al día.
Tal vez te preguntes si hacer publicidad a tus buenas obras no denotará egoísmo o interés propio, si no sería mejor evitar cualquier intento de promoverlas, y si no conviene más bien dejar que tus obras y testimonio hablen por sí solos. Naturalmente, la decisión de promover o no las obras que uno hace depende de la fe de cada quien, y por otra parte está el lado práctico del asunto, ya que habrá que ver si tu obra se beneficiará de dicha publicidad.
A continuación reproduzco una explicación interesante emitida por la sala de prensa de una iglesia, referente a dar publicidad a las buenas obras.
Pocos relatos animan más que los de las labores humanitarias para mejorar la vida de nuestros semejantes. Casi todos conocen la historia del buen samaritano y se conmueven con su desinterés y amabilidad; sin duda ha motivado a que millones de personas ofrezcan un servicio cristiano. La iglesia con frecuencia lidia con el tema de cuándo se debe hacer publicidad a las labores benéficas y cuándo no.
Hay dos pasajes del Nuevo Testamento sobre el tema, que parecen contradecirse en cierta medida. En las bienaventuranzas, Jesús enseñó que nuestra limosna «sea en secreto». Sin embargo, en otro pasaje de la Biblia, Jesús dice a Sus seguidores: «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos».
Aunque muchos que llevan a cabo labores humanitarias lo hacen con humildad y modestia, ineludiblemente atraen la atención de la prensa. Y si bien esa no es la intención de sus iniciativas, a nivel global se crea una mayor conciencia en la gente de los verdaderos problemas que enfrentan las personas.
Dar publicidad a esos esfuerzos contribuye a crear una cultura y un entorno en que se valore el servicio cristiano. Asimismo, fomenta la valiosa asociación entre la iglesia y otras organizaciones humanitarias que tengan interés mutuo de comunicar mejores prácticas, métodos y estrategias[2].
Ya sea que ustedes opten o no por promover de manera proactiva su obra misionera, el profesionalismo de su presentación seguirá marcando una diferencia en la imagen que se forme la gente de ustedes, de su obra, y de la organización u organizaciones que representen, y repercutirá también en la decisión que tomen respecto a forjar lazos con ustedes.
Tenemos el mejor producto del mundo —Jesús y Su amor y soluciones—; sin embargo, a menos que lo empaquemos y lo pongamos en el mercado de forma que sea apetecible y atractiva para el público, no podremos venderlo. En nuestro caso, no se trata tan solo de dar una impresión favorable, sino también de ser una influencia positiva y promover la buena voluntad en la comunidad.
Todo negocio debe buscar y hallar oportunidades, crear nuevos productos y campañas publicitarias, y actualizar sus métodos y líneas de productos. No hay forma de evadir el cambio y la innovación: hay que abordar lo nuevo para estar a la vanguardia, avanzar hacia el futuro y cosechar los beneficios que reporta alcanzar el éxito. Lo que hicimos en el pasado probablemente deberá adaptarse, ajustarse un poco, cambiarse o eliminarse y eso requiere innovación.
Hay diversas formas de que presenten exitosamente su trabajo y lo promuevan. Entre otras están folletos, álbumes de presentación, tarjetas de visita, páginas web, multimedios, cartas de recomendación, informes de iniciativas, comunicados de prensa, informes anuales y prensa favorable. La mercadotecnia exitosa por lo general aprovecha una combinación de por lo menos algunas de esas cosas.
En la mayoría de países por lo general se espera que tengan un dossier profesional de su labor.
Internet ha transformado las reglas [de mercadeo], y ustedes deben cambiar sus estrategias a fin de que aprovechen al máximo las ideas de mercado en Internet[3].
Internet es un medio que aumenta en importancia para comercializar el trabajo misionero y mensaje de ustedes. Los expertos en mercadotecnia dicen que Internet ha cambiado todas las reglas para hacer publicidad y llegar a un público específico. En la actualidad, cualquiera puede comercializar una idea, mensaje, producto u obra por medio de Internet con solo unos cuantos recursos, lo que puede ser muy eficaz para llegar a un público específico.
Durante siglos, los misioneros se han aventurado a ir a lo más recóndito del planeta para llevar el Evangelio. Actualmente, el nuevo campo misionero está a un clic de distancia. A diario, unos dos millones de usuarios escriben palabras clave como «Dios» y «Jesús» en los buscadores de Internet.
El Rvdo. Allan Beeber, director de Global Media Outreach en Orlando, afirma: «Está cambiando el paradigma de la evangelización. Antes, los grupos cristianos iban de puerta en puerta o hacían campañas en una ciudad. El cambio de paradigma es que ahora la gente viene a nosotros». [...]
Lee Rainie, director de Pew Internet and American Life Project, comenta: «Sin duda esa es la nueva frontera. En las economías avanzadas, la mayoría de las personas tienen Internet, y... empiezan a pensar en Internet como el medio principal para la búsqueda de información de toda clase.
»Así que no es de sorprender que cuando tienen interrogantes acerca de temas espirituales y preocupaciones sobre el rumbo que toma su vida, ahora muchas personas empiezan a buscar respuestas en línea»[4].
Son muchas las buenas razones para tomar en cuenta la promoción del mensaje o de su labor misionera —ya sea de índole espiritual, práctica, o ambas— en Internet. En casi todo el mundo, lo primero que hace la gente después de conocerte es buscar en Internet la presentación virtual de tu trabajo. Tener en Internet una presentación sólida de tu trabajo misionero puede mejorar tu proyección profesional y tu credibilidad.
También pueden utilizar las redes sociales en Internet para reunir una congregación o dar testimonio. O bien, el Señor puede indicar a alguien que dé su testimonio personal o que se integre a un foro en el que pueda conocer personas y contar su testimonio. O tal vez decidan poner video clips en YouTube. Hay muchas formas que el Señor les puede indicar para que divulguen el Evangelio en Internet y lleguen a un público específico.
Sin duda hay un mercado especializado para contenido en Internet, creado por organizaciones de toda clase —empresas, organizaciones sin fines de lucro, iglesias, colegios, personas, grupos de rock— y que se utiliza para llegar a los compradores —quienes compren, donen, se integren, soliciten o escriban— directamente. A medida que los consumidores buscan en Internet soluciones a sus problemas, a medida que buscan ideas en blogs, foros y páginas web, quieren saber lo que ofrecen organizaciones como la de ustedes. A diferencia de lo que ocurría en la época de las antiguas reglas de mercadotecnia en que se daba un mensaje general, los consumidores actuales buscan el producto o servicio indicado que satisfaga específicamente sus deseos únicos en ese preciso momento en que están en línea.
Los especialistas en mercadotecnia deben cambiar de mentalidad... pasar de un mercadeo general dirigido a las masas a una estrategia en la Internet para dirigirse a un gran público desatendido[5].
Tener presente las posibilidades y el impacto de la Internet puede ayudarnos a aprovechar mejor ese medio al ofertar nuestro trabajo y nuestro mensaje y para tener una buena presencia pública.
En muchos países, una falta de presencia pública habla en contra de una organización o de su labor. La falta de presencia puede indicar una falta de profesionalidad o de éxito. Puede ser una desventaja y obrar en contra de ustedes, pues a menudo la gente va a Internet a buscar más información de una organización o programa antes de decidirse a participar.
Internet ha dejado de ser un territorio al que se le puede poner límites, se ha integrado completamente en todos los elementos de los negocios y la sociedad[6].
Lleva tiempo preparar un álbum de presentación. Toda empresa, negocio u organización sin fines de lucro —grande o pequeña— que desee crecer, expandir su base de influencia y tener éxito, generalmente tiene que invertir en su presentación y en sus técnicas de mercadotecnia. Los involucrados tienen que mirar de cerca al público al que pretenden llegar y analizar si sus métodos, presentación y enfoque actuales están bien dirigidos de modo que alcancen sus metas. El tiempo que inviertan en profesionalizar su presentación, asegurándose de que esté sintonizada con lo que se espera de un profesional y las expectativas de la gente, bien vale la pena.
Publicado por primera vez en enero de 2011 y adaptado en junio de 2013.
Traducción: Irene Quiti Vera y Antonia López.
[1] Robert Leaf.
[2] Gentileza de la sala de redacción de la iglesia de los Santos de los últimos días.
[3] David M. Scott.
[4] Amy Green, 2009.
[5] Texto tomado de The New Rules of Marketing and PR, David M. Scott.
[6] Texto tomado de Groundswell: Winning in a World Transformed by Social Technologies, de Charlene Li y Josh Bernoff.
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