julio 8, 2013
Entrega al Señor todo lo que haces; confía en Él, y Él te ayudará. Él hará resplandecer tu inocencia como el amanecer, y la justicia de tu causa brillará como el sol de mediodía. Quédate quieto en la presencia del Señor, y espera con paciencia a que Él actúe. Salmo 37:5–7 NTV
La más pura forma de sencillez es ésta: confía en el Señor de todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia[1]. Si quieres sencillez, si quieres paz sin trazas de confusión, confía en Mí sin reservas. En esto radica la completa paz.
Cuando confías en Mí de todo corazón, cuando me confías tu vida, todo aspecto de ella, puedes tener la seguridad de que te guiaré a Mi voluntad. Si quieres, pues, completa paz, confía. Confíame tu vida. Confíame tu muerte. Confíame tu salud. Confíame a tus hijos.
Quienes confían tienen fe en que Yo he engendrado todo los que deseo en la vida de ellos y, por ende, disfrutan de paz.
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¡Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en ti; a todos los que concentran en ti sus pensamientos! Confíen siempre en el Señor, porque el Señor Dios es la Roca eterna. […] para los que son justos, el camino no es empinado ni accidentado. Tú eres Dios. Haces lo que es justo y allanas el camino delante de ellos. Señor, mostramos nuestra confianza en ti al obedecer Tus leyes; el deseo de nuestro corazón es glorificar Tu nombre. Te busco durante toda la noche; en la mañana busco de todo corazón a Dios. Isaías 26:3-4, 7-9 NTV
A medida que enfrentas este tiempo de pruebas, te preguntas: «¿Por qué, Señor? ¿Por qué tengo que pasar por tantas y tan penosas batallas? ¿Es que no te agrado? Tú sabes que te amo. ¿Por qué razón me pasan estas cosas?»
A lo largo de los siglos, muchos cristianos se han hecho preguntas parecidas. En cada uno de los casos se debió a que Mi Espíritu se apoderaba de ellos, ya que a menos que se hicieran débiles, mi poder no podía perfeccionarse en ellos. A menos que fueran quebrantados, no podía enseñarles a tener compasión; no podía darles la comprensión y desvelo que debían tener por los demás. No podía darles los muchos y hermosos dones de Mi Espíritu que nacen de esos quebrantamientos y batallas.
Con estos padecimientos te estoy enseñando a luchar, no con tus propias fuerzas, sino con las Mías en oración, acudiendo a Mí en todo lo que ocurra en tu vida. Te amo y te he llamado a ser uno de Mis discípulos. Has pedido ser de utilidad en Mi Reino, y estoy respondiendo a tu oración. Confía y pon los ojos en Mí.
Mi vida está colmada de una alegría inmensa, más de lo que nadie merece. Conozco la dicha que proviene de saber que Cristo murió por mí y mi anhelo es entregarlo todo para servir al Señor. Esa alegría proviene de estar en el centro de Su voluntad y de observar que Dios organiza todo de manera perfecta. Hablo de la dicha que proviene de ver a una niña de carita morena que parece sin esperanza y decirle que Jesús la ama. […] Pero eso no significa que no duela estar muy lejos de seres queridos que amo tanto; es un profundo dolor que siento en la boca del estómago, y parecen convincentes las palabras del apóstol Pablo cuando dijo que quería conocer a Cristo, «experimentar el poder que se manifestó en Su resurrección, participar en Sus sufrimientos y llegar a ser semejante a Él en su muerte». […] «El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubrió, lo volvió a esconder, y lleno de alegría fue y vendió todo lo que tenía y compró ese campo». A veces me duele el corazón cuando extraño algo, pero siempre es un tierno recordatorio de que renunciar a todo bien vale la pena. Katie Davis[2]
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Dios no ve como ven los hombres, y tú no te ves a ti mismo como Yo te veo. Tú ves la debilidad, la falta de talento; Yo, en cambio, veo una piedra preciosa que centellea con Mi luz. Tienes los dones de amar, de escuchar, de comprender, de brindar consuelo. Son dones humildes. No desmayes, por tanto, criatura Mía, sino cultiva esos dones.
Son dones que sirven para brindar consuelo. Son dones que te exigen dejar de pensar tanto en ti y entregarte al prójimo, escuchar sus congojas e infundirle esperanza. Puedes consolar a los demás con el consuelo con que has sido consolada.
Eres como una piedra preciosa que no solo refleja luz, sino también calor, calidez de espíritu, calidez de comprender, calidez de consolar, la calidez del amor. Eso sí, comprende y ten presente que el verdadero calor de Dios, el verdadero consuelo de Dios y Su comprensión y Su amor provienen de permanecer en Mí, en Mis Palabras, y dejar que Yo permanezca en ti. No es posible derramar el amor, la comprensión y el consuelo de Dios sin estar empapado de Mí.
Ven a Mí y aprende a reposar en Mis brazos, a fraternizar conmigo, a recibir de Mí, a beber de Mis Palabras, de Mi Espíritu y de Mi amor, de modo que puedas derramarlos a otros en su momento de necesidad, para que consueles a los agobiados, para que comprendas a los que no son comprendidos, para que ames a los que no son amados, para que ayudes a los necesitados.
Debes acercarte a Mí a fin de poder llenarte hasta rebosar y de que Mi Espíritu pueda verter a raudales por medio de ti. ¿Cómo puedes hacer eso? Amándome, acudiendo a Mí, embebiendo Mis Palabras, creyendo, sometiéndote y poniendo en práctica lo que te digo que hagas. Con esas pequeñas pruebas de amor, con esos pequeños actos de obediencia, aprenderás a acercarte a Mí y a llenarte de Mí, de Mi amor y de Mi Espíritu.
Acude a Mí, y deja que te abrace. Deja que te contenga entre Mis manos para que absorbas Mi calor y reflejes Mi luz, y para que Mi calidez emane de ti hacia otros.
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No te sorprendas del fuego de prueba que te ha sobrevenido, sabiendo que la prueba de tu fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seas perfecto y cabal, sin que te falte cosa alguna. Íntegro, mas quebrantado; en pedazos, pero siempre uno[3].
Ello tiene un propósito: es una prueba. Así como se calienta y se moldea el metal en el fuego, así como se somete al martillo, al frío y nuevamente al calor, y se lo vuelve a golpear con martillo sobre el yunque para fortalecerlo y templarlo, de igual manera sucede contigo. Esta es la fragua de Mi amor. El calor de la fragua quema las impurezas, la madera, la paja y la hojarasca. El yunque y el martillo arrancan a golpes la falsa fortaleza, la independencia, el orgullo y el yo. Las aguas frías ahogan la mundanería y los deseos de las cosas de este mundo. Este proceso se repite una y otra vez hasta que el metal queda forjado, fuerte y listo para que lo emplee el Maestro.
Por tanto, si debes luchar, lucha para permanecer a Mi lado, lucha para confiar más en Mí, lucha para tener fe en Mí, en Mi Palabra y en Mis promesas. Te honraré con humildad y te honraré haciendo que constantemente dependas de Mí, te honraré con una relación estrecha conmigo. No puede otorgarse mayor honor a un hombre que el que éste se rebaje a tal punto que pueda Yo tocarlo; que se sienta tan débil que pueda Yo preservarlo; que clame a Mí con tal fervor que pueda Yo escucharlo. El honor de Dios en nada se parece al honor del hombre, y he aquí que te honro con el honor de Dios.
La gracia, la verdad y el tiempo obran conjuntamente para que lleguemos a tener el aguante del que habla el apóstol Santiago: «Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando estén pasando por diversas pruebas. Bien saben que, cuando su fe es puesta a prueba, produce paciencia. Pero procuren que la paciencia complete su obra, para que sean perfectos y cabales, sin que les falta nada»[4]. […] Jesús, que trasciende el tiempo, veía el estado actual de Pedro en el presente, y veía también que fallaría en el futuro y que después de ese fracaso maduraría y ayudaría a otros que fueran como él. Y en esa experiencia aceptó del todo a Pedro[5]. El Señor nos acepta plenamente, pues sabe que nos hará falta tiempo y experiencia a fin de que nuestras imperfecciones disminuyan poco a poco. Nuestros fracasos no lo sorprenden. Dr. Henry Cloud[6]
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Mira los árboles. He creado especies muy diversas, y todas son de utilidad. Cada árbol cumple una función concreta. Unos sirven para dar sombra. Otros se utilizan para resguardar del viento. Los niños utilizan otros árboles para construir fuertes, o para trepar a ellos; les cuelgan un columpio de cuerda o se balancean en ellos. Los árboles producen frutas muy variadas: manzanas, naranjas, pomelos o toronjas, limones. Dentro de su gran variedad de características y funciones, cada uno es muy importante para Mí.
A medida que el árbol crece y que se van adentrando sus raíces en el suelo, a medida que se extienden sus ramas y que adquiere altura, se vuelve más fuerte. Aunque eso toma tiempo, lo vuelve robusto y útil para Mí. No se lo ve crecer, pero se está desarrollando. Está cumpliendo Mi designio de embeber agua y absorber el sol.
Ustedes son como árboles; cada uno ha sido creado para cumplir un fin específico en Mi reino. Cada uno es diferente y tiene talentos muy variados. El reino no se puede componer exclusivamente de manzanos, naranjos, pinos o robles. En Mi reino hacen falta muchos árboles, pues hay gran diversidad de ministerios; por eso los he hecho a todos diferentes.
A veces te preguntas por qué te habré hecho así. Te he dotado de cualidades y debilidades específicas: virtudes que me glorifiquen y debilidades que te impulsen a acercarte a Mí. Sabe en todo caso que te he creado tal como eres y de la forma que quiero que seas.
Eres un árbol muy particular en Mi reino, concebido para cumplir Mis designios. Todo árbol es importante en Mi reino, y ha sido creado con una finalidad específica. ¡Sé un árbol feliz para Mí!
Benditos son los que confían en el Señor y han hecho que el Señor sea su esperanza y confianza. Son como árboles plantados junto a la ribera de un río con raíces que se hunden en las aguas. A esos árboles no les afecta el calor ni temen los largos meses de sequía. Sus hojas están siempre verdes y nunca dejan de producir fruto.
En la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera! Jeremías 17:7-8 NTV; Salmo 1:2-3 NVI
Artículo publicado por primera vez en 1997 y adaptado en julio de 2013.
Leído por Andrés Nueva Vida. Música de John: Meditation 12.
Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.
[1] Proverbios 3:5.
[2] Kisses from Katie, Katie Davis, 24 años, fundadora de Amazima Ministries en Uganda.
[3] 1 Pedro 4:12; Santiago 1:3–4.
[4] Santiago 1:2–4 RVC.
[5] V. Lucas 22:31–34.
[6] Changes That Heal (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1993), 41.
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