junio 18, 2013
«Has hecho ver a Tu pueblo cosas duras»[1]. Siempre me ha alegrado que el salmista dijera a Dios que algunas cosas eran difíciles. No hay error en ello; en la vida hay situaciones duras. Este verano recibí un regalo: unas bellas flores de color rosa. Al recibirlas pregunté qué flores son y me dijeron que son flores que solamente crecen y florecen en las rocas, donde no se puede ver nada de tierra. Entonces pensé en las flores de Dios que crecen en lugares difíciles; y me da la impresión de que Él debe sentir una ternura particular por Sus flores que crecen entre las rocas. Margaret Bottome
*
[El dolor] es una de las formas en que tu Padre te habla; es la prueba de Su amor sin límites, con el que te alejará más del mal y te acercará más a Él… [y] es un medio que contribuye a que te apoyes más confiadamente en el Señor. Walter A. Maier
*
Jon, uno de mis más viejos amigos, se casó con una chica que conozco desde la niñez. Hace dos años Jon me llamó una noche muy tarde porque había encontrado unos mensajes de correo electrónico que no le dejaban dudas: su esposa lo engañaba. Poco después, ella se fue de la casa y no volvió. Se divorciaron en menos de un año.
Se podría decir que Jon tenía derecho a dejar que su vida quedara definida por ese día, ese año, esa mujer, esa traición. No obstante, fue una maravilla observar lo que hizo en vez de eso. Jon se abrió y permitió ser vulnerable a la vida, a Dios, a la terapia y a los amigos cercanos. Y empezó el proceso impresionante de convertirse en más de lo que había sido; y de mil maneras. Jon es más suave, en la mejor manera posible, y al hablar con él se tiene la certeza de que estuvo en lo más hondo y luchó para volver a subir. Escucha con más atención y ora como si estuviera hablando con su mejor amigo. Conocía bien a Jon por años, antes de que su esposa lo dejara. Y aunque jamás desearía a nadie el dolor punzante que vi en su rostro aquella temporada, lo que Dios obró en su vida por medio de aquel suceso me hace creer en la bondad de Dios incluso más que antes.
Reconozco que parecía que Dios era cruel ese año… aquella medianoche en que Jon me llamó. Sin embargo, no era así. Lo que sé ahora es que Su bondad disipa incluso las peores traiciones y desde la muerte invita a la vida en cada oportunidad que se lo permitimos. En nuestra vida estallan situaciones que llamamos maldiciones, y luego, un día, un año o diez años después, nos damos cuenta de que en realidad eran otra cosa. Son las bendiciones más valiosas. Shauna Niequest[2]
*
Las pruebas equivalen a beneficios. Comprender esa sencilla ecuación y creer en ella puede enriquecer nuestra existencia y darle un sentido más profundo y alegre. Hay una diferencia enorme entre el efecto que tiene el afrontar los escollos y tropiezos con miedo, esperando que suceda lo peor, y encarar los obstáculos con fe y valor, seguros de que el Señor les sacará provecho y de que nos fortalecerán espiritualmente.
Es natural que nos preguntemos por qué nos ocurren cosas malas. Dios siempre tiene un propósito [para lo que permite que ocurra en nuestra vida], aunque no siempre nos lo revele enseguida.
A veces se vale de enfermedades, aflicciones y contrariedades para llevarnos a estrechar nuestra relación con Él y confiar más en Él. De lo contrario tendemos a dejarnos llevar por la corriente.
A veces nos suceden ciertas cosas con el único fin de mantenernos humildes; en otras ocasiones para acercarnos a otras personas; en algunos casos para forzarnos a orar; en otros para enseñarnos a ser más cuidadosos y proceder con más oración; otras más tienen por objeto poner a prueba nuestra fe. Hay muchos motivos por los que Dios permite que pasemos tribulaciones, pero en última instancia, todos pueden cumplir el mismo propósito: acercarnos a Él de modo que aprovechemos más Su poder, para que nos llenemos más del amor y el gozo que Él nos proporciona.
«Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas lo librará el Señor»[3]. Él permite esos sinsabores a modo de pruebas. Tienen por objeto fortalecer nuestra fe y obtener una victoria aún más resonante de lo que parecía una derrota.
Lo que debemos recordar constantemente es que todo lo que Dios permite que ocurra, es con amor. «A los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien»[4]. Dios no va a permitir que a un hijo Suyo que lo ama le ocurra algo que no sea para su bien. Aunque es posible que sufras multitud de aflicciones y penalidades, el Señor dice en el versículo antes citado que Él te librará de todas, cualquiera que sea su naturaleza o cantidad. David Brandt Berg[5]
*
Poseía una cajita muy pequeña y valiosa que contenía
amor humano: era mi nardo de gran precio.
La mantuve muy cerca de mi corazón y apenas
levantaba la tapa para no desperdiciar su perfume en el aire.
Un día llegó una enorme tristeza, con un peso aplastante,
y cayó sobre mi valioso tesoro, agradable y excepcional;
y la caja se hizo pedazos. Mi corazón quedó consternado
y triste por aquel desperdicio, pero cuando lloraba
por esa pérdida, he aquí, un milagro de la gracia divina.
Mi amor humano había cambiado, se había convertido en amor del Cielo
y corría en arroyos de sanación que cubrían otros corazones quebrantados,
mientras que una voz suave y clara por encima de mí susurraba:
«Criatura Mía, a partir de este momento,
ve y consuela a otros con el consuelo que has recibido;
y tendrás una comunión bendita conmigo, con Aquel que
con el corazón quebrantado y lleno de amor ha sanado el mundo». R. A. Torrey
*
Ningún médico ha pesado los medicamentos que administra a su paciente con siquiera la mitad del cuidado y exactitud con el que Dios pesa cada padecimiento nuestro. Ni un grano de más permite que sea colocado en la báscula. Henry Ward Beecher
*
Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; pero ahora guardo Tu palabra. Salmo 119:67[6]
*
El sufrimiento me hizo bien, porque me enseñó a prestar atención a Tus decretos. Salmo 119:67[7]
Publicado en Áncora en junio de 2013. Leído por Andrés Nueva Vida. Música de Michael: Meditation 10. Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.
[1] Salmo 60:3 RV 1960.
[2] Cold Tangerines (Zondervan, 2007).
[3] Salmo 34:19.
[4] Romanos 8:28. RV 1995
[5] Cada obstáculo, una oportunidad (Aurora Production AG, Suiza, 1999).
[6] NVI.
[7] NTV.
Copyright © 2024 The Family International