mayo 13, 2013
Los padres llevan a cabo una de las labores más importantes del mundo, y se merecen el aprecio, honra y elogio que podamos darles. Es posible que algunos tengan la tentación de permitir que otros aspectos de su atareada vida consuman su tiempo y tengan prioridad por encima de su labor de padres y el tiempo que pasan con sus pequeñitos. O bien, si se dedican plenamente a su labor de padres, tal vez les parezca que los ministerios o trabajo que hacen otros son más importantes que lo que hacen ustedes. Pero les recuerdo que sus sacrificios y la desinteresada labor que realizan por sus preciosos niños, será recompensada[1]. Todo lo que inviertan en los niños llevará fruto algún día. Y también se les recompensará todo sacrificio, y en el Cielo queda constancia de cada acto de amor.
Aunque los miembros de su familia o amigos no siempre vean el amor que manifiestan ustedes, el tiempo que dedican, las penalidades que sufren, los retos que enfrentan, las batallas que libran y el espíritu de perseverancia que poseen para superar obstáculos, Jesús sí lo ve, y los recompensará en consecuencia. Toda dificultad parecerá insignificante al compararse con la gloria y el honor que el Señor les dará con prodigalidad por haber hecho un buen trabajo.
Jesús dice:
Te he elegido para que seas vasija humilde y con mucha entrega. Renuncias a tu propia vida, a todo lo que tienes y lo que eres, y andas sobre la Tierra como anduve Yo, buscando primeramente el reino.
El honor que te he concedido es muy grande. Habrá ocasiones en que no te parezca un honor, sino más bien todo lo contrario; una pesadez, una tarea agotadora, llena de penas y desengaños, ingrata, difícil, que exige mucho. A veces puede ser todo eso. Pero esas ocasiones no describen el verdadero panorama.
Al instruir, educar, criar y cuidar a tus hijos, tu labor se asemeja a la creación de obras maestras de arte viviente; no son pinturas plasmadas en lienzos, ni esculturas de piedra, ni algo que quede grabado en los muros de una amplia iglesia. No; esas obras de arte pasarán, pero la obra de enseñar, criar y cuidar a tus hijos vivirá en la vida de ellos. Tus hijos son creaciones Mías, los hice a Mi imagen, y eres la persona a la que he elegido para que los críe en Mi disciplina y amonestación.
El trabajo que tienes por delante es una montaña que puede parecer elevada. Puedes sacar muchos paralelos de las experiencias de quienes escalan montañas. En pocas palabras, el de ellos es un trabajo de toda la vida. Los verdaderos montañistas se entrenan toda la vida para su ascenso a la cumbre. Planean cuidadosamente cada paso: la cantidad de equipo que necesitarán, las personas con las que irán, la época en la que lo harán, la provisión de alimentos, etc. Trazan la ruta, y luego emprenden el viaje. Y aun así, por bien que se hayan preparado, surgen circunstancias inesperadas que añaden intensidad al reto. A veces se encuentran en situaciones imposibles y se juegan la vida para llegar a la cima.
Los desafíos físicos y espirituales que afrontan los padres en su escalada se pueden comparar con los de los que escalan las montañas físicas. Pero tú cuentas con una clara ventaja, la máxima, la que te garantiza la conquista de tu meta: me tienes a Mí por guía. Cuentas con el poder de las promesas de Mi Palabra para toda situación imposible en la que te encuentres. ¡Eres Mi montañista!
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Cuando llegue el día de las recompensas […] y nos entreguen nuestras coronas y estrellas, veremos que comparecerán algunos que ni siquiera nos habíamos dado cuenta de que existían, se llevarán algunas de las mayores coronas. David Brandt Berg
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El mundo del mañana será lo que las madres de hoy hagan de él, según cómo críen a sus hijos. David Brandt Berg
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Criar a los hijos supone una enorme tarea. Sin embargo, a grandes trabajos, grandes recompensas; y a grandes responsabilidades, grandes beneficios. David Brandt Berg
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Los hijos son una herencia del Señor, los frutos del vientre son una recompensa. Como flechas en las manos del guerrero son los hijos de la juventud. Dichosos los que llenan su aljaba con esta clase de flechas. Salmo 127:3-5[2]
Artículo publicado por primera vez en el año 2003 y adaptado en abril de 2013. Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.
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