abril 26, 2013
«El Dios viviente […] no nos creó para mantener nuestras opciones abiertas. No desea que sintamos miedo de hacer una elección, […] desea que nos entreguemos de lleno. A Él y a los demás. Por supuesto que conviene tomar decisiones acertadas: mediante la oración, el consejo de las Escrituras y el apoyo de compañeros cristianos. Mientras mayor sea la decisión, más cuidado se debe tener. Pero llega el momento en que se deja de pensar y se empieza a procrastinar. La espera deja de ser conveniente. Llegamos al punto en que la falta de resolución […] se vuelve falta de confianza en […] Dios.»
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