marzo 4, 2013
Durante una época particularmente ajetreada, hice un reajuste de perspectiva que mejoró ostensiblemente mi manera de ver las cosas.En ese momento tenía muchísimo trabajo. Para serles muy franco, estaba cansadísimo, por no decir agotado. Hasta que me di cuenta de que, al fin y al cabo, ¿qué otra cosa podía esperar?Estábamos emprendiendo varias tareas de envergadura, todas las cuales el Señor nos había confirmado que eran necesarias en ese momento. No era de extrañar que tuviéramos mucho trabajo. El versículo que me vino a la mente fue: «Hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional»[1].
Una vez más llegué a la conclusión de que tantas horas de trabajo interminable y el cansancio eran parte de mi culto racional,parte de presentarme como sacrificio vivo ante el Señor. Es la parte de morir cada día que Pablo mencionó en 1 Corintios 13[2].
Eso me hizo pensar en algunos de los grandes hombres y mujeres de Dios, nuestros antepasados en la fe, y lo que les tocó vivir, todo lo que tuvieron que soportar y sacrificar.Todos tenemos nuestras pruebas y batallas, y son muy penosas. Afrontamos situaciones que suponen retos grandes, o sufrimiento en el plano personal y sacrificios que nos cuestan mucho. No me cabe duda de que todos hemos vivido momentos en que estuvimos tan cansados que pensamos que no podíamos más.
Sin embargo, cuando pienso en lo que les tocó vivir a algunos grandes hombres y mujeres de Dios —personas como Amy Carmichael, David Livingstone, William Carey, Hudson Taylor y tantos otros que no podría nombrarlos a todos—, contribuye a ver las dificultades de la vida desde otra perspectiva. A algunos se les murieron hijos o su esposa en el campo de misión, padecieron enfermedades prolongadas, muchos sufrieron de soledad, otros batallaron contra la depresión, tuvieron que trabajar largos años sin ver grandes resultados.
Viene bien saber que no estamos solos. «Por lo tanto, ya que estamos rodeados por una enorme multitud de testigos de la vida de fe, quitémonos todo peso que nos impida correr, especialmente el pecado que tan fácilmente nos hace tropezar. Y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante»[3]. Esos hombres y mujeres de fe pueden identificarse con muchas de las pruebas que cada uno de nosotros afrontamos en la actualidad y comprenderlas. A ellos les tocó librar muchas batallas espirituales y físicas.
Creo que a muchos, cuando pensamos en esos grandes hombres de Dios nos parece que no estamos en la misma situación. Sin embargo, los hombres y mujeres de fe del pasado son parte de nuestra herencia espiritual.
Esos grandes hombres y mujeres de Dios de otros tiempos pueden inspirarnos y podemos aprender mucho de la actitud y las perspectivas que tenían en su vida al servicio del Señor.Tenían muy presente la visión celestial y eso era lo que les daba fe para soportar los grandes sacrificios, tanto físicos como espirituales, que hicieron para cumplir la voluntad de Dios.
El versículo que viene justo después de «presentar vuestros cuerpos en sacrificio vivo» es «transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento»[4]. Este versículo se aplica bien a tener la perspectiva adecuada de las dificultades que enfrentamos y los sacrificios que hacemos para el Señor y los demás. Si tienes la perspectiva correcta, una actitud realista pero a la vez positiva y de alabanza, eso puede cambiar mucho la situación.
Cuando tu perspectiva se renueva y alinea con la del Señor, hay una auténtica transformación. De modo que cuando tiendas a pensar que tu situación es muy complicadao que las batallas son demasiado intensas, o te parezca que tu trabajo es demasiado difícil, te puede ayudar ver los desafíos desde ese punto de vista, lo cual también contribuye a ver la situación de forma más positiva.
Hace varios años, cada vez que me ponía negativo y empezaba a quejarme de esto y lo otro,mi esposa me daba lo que yo llamaba «la charla sobre los presos».Me decía: «Si a ti te parece que lo tienes difícil, imagínate cómo habrá sido para esos misioneros de antaño que terminaron presos y tuvieron que sufrir por años. Verás que, en comparación con lo que les tocó sufrir a ellos, tu situación no está tan mal que digamos». Pues la verdad es que no me hacía ninguna gracia que me lo dijera. Pero miren cómo son las cosas: por fin, tras tantos años, empiezo a captar lo que me quería enseñar.
Tener en cuenta las circunstancias que enfrentaron otros,los sacrificios que hicieron y la vida tan dura que llevaron, y recordar el impacto que tuvieron en el mundo su fortaleza y perseverancia —y no me refiero solo al mundo de su época sino al que tiene en el de hoy su postura de fe— me ayuda a poner la vida y el trabajo en perspectiva. De hecho, me ayuda a encarar mis deberes con más alegría, dándome cuenta de que precisamente mediante el trabajo arduo y haciendo las tareas que me toquen, sean cuales sean, se logra progreso y se obtienen victorias.
Cuando me esfuerzo mucho o hago algo que me cuesta mucho,cuando tengo que sacrificarme más de la cuenta o dedicarme a tareas rutinarias, llevo a cabo mi «culto racional», el «sacrificio vivo» al que se refería Pablo en estos versículos. Cada vez que lo recuerdo me cambia por completo la forma de entender el trabajo arduo y las dificultades de la vida. Lo veo de manera mucho más positiva; y eso ha contribuido a que también mi actitud sea mucho más positiva.
Sin lugar a dudas, el apóstol Pablo fue uno de los que más pruebas y angustias tuvo que soportar en su servicio al Señor. Dijo:
Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y en fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, las preocupaciones por todas las iglesias[5].
Y aun con todo lo que soportó Pablo, carencias, batallas espirituales y tribulaciones, fijó los ojos en la visión celestial.Aun cuando nos lo cuenta tal como fue: «…Fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida», resume su situación con una declaración de fe llena de alabanza: «El cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará»[6].
No me cabe duda de que Pablo debió de decidir con conocimiento de causa adoptar una actitud positivay ver los sacrificios y lo que cuesta servir a Jesús con una perspectiva de mucha fe y alabanza. Fíjense en otras cosas que dijo:
De ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo…[7]
También nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo…[8]
Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse[9].
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de Ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro[10].
Lleno estoy de consolación; sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones[11].
Aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas[12].
Y me ha dicho: Bástate Mi gracia; porque Mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte[13].
Con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor a vuestras almas[14].
Esos versículos son muy profundos. La verdad es que presentan una nueva perspectiva respecto a nuestro «culto racional» y «sacrificio vivo». Es útil recordar que nuestra vida de discípulos tiene que ver con trabajo arduo, muchas veces afrontamos dificultades y oposición espiritual, y tenemos que hacer sacrificios. No deberíamos sorprendernos, extrañarnos ni preguntarnos si algo salió mal. Es normal.
Felizmente, nuestra vida a Su servicio no se limita a hacer sacrificios.Y en la mayoría de los casos, no lo tenemos tan difícil. Tenemos bastante trabajo y surgen obstáculos y dificultades, pero si tenemos la actitud debida, también es fácil darse cuenta de que tenemos muchísimas bendiciones y beneficios. Podemos alabar al Señor por la gracia que da cuando tenemos que trabajar arduamente y sacrificarnos, y beneficiarnos de las promesas de Su Palabra para encarar las pruebas con gracia, teniendo en cuenta que muchos que nos precedieron tuvieron que hacer lo mismo por su Señor y salvador. ¡Estamos en buena compañía!
Artículo publicado por primera vez en noviembre de 2008 y adaptado en marzo de 2013. Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.
[1] Romanos 12:1 RV1960.
[2] 1 Corintios 15:31.
[3] Hebreos 12:1 NTV.
[4] Romanos 12:2 RV1960.
[5] 2 Corintios 11:25–28 RV1960.
[6] 2 Corintios 1:8,10 RV1960.
[7] Hechos 20:24 RV1960.
[8] Romanos 5:3–5 RV1960.
[9] Romanos 8:18 RV1960.
[10] Romanos 8:35–39 RV1960.
[11] 2 Corintios 7:4 RV1960.
[12] 2 Corintios 4:16–18 RV1960.
[13] 2 Corintios 12:9–10 RV1960.
[14] 2 Corintios 12:15 RV1960.
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