febrero 12, 2013
Si te obsesionas tanto con llegar a tu destino puede que te olvides de disfrutar del viaje. Hay muchos destinos en los que te concentras en este momento: terminar ciertas tareas, ir reduciendo tu lista de tareas pendientes, y mucho más. Pero en el viaje que supone trabajar en todo eso no te olvides de disfrutar de los pasos que vas dando por el camino.
Haz una pausa y piensa en algo que te agrade mucho. ¿La quietud del día? ¿O tal vez que tienes oportunidad de sentarte un rato a solas y leer estas palabras? ¿O quizás que gozas de buena salud y estás fuerte? A lo mejor disfrutas de esa hermosa planta que te quedaste admirando. Piensa en algunas de las alegrías de este momento, alegrías que normalmente no notarías o no considerarías tales. Piensa en alegrías abstractas que te exijan sopesarlas y reflexionar profundamente.
Luego, piensa en tu trabajo o en cómo transcurre una jornada normal para ti. Considera todo lo que haces a lo largo del día y todo lo que te propones lograr. Ahora, apártate de esa escena y piensa en las alegrías que llegas a experimentar en una jornada cualquiera y de las que nunca antes tomaste nota. Piensa en los comentarios graciosos que tienes el placer de oír cuando estás con tus niños. O el jugo de fruta frío del que disfrutas mientras preparas la comida. Piensa en la posibilidad de ver diferentes rostros y echar un vistazo a diferentes formas de vida al testificar o relacionarte con los demás.
Piensa en todas esas alegrías, y proponte descubrir más. Pídemelo, y te ayudaré a descubrir la alegría de cada momento del día. Jesús, hablando en profecía[1]
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Camina con el pecho erguido y lleva la corona con la frente en alto. Llénate de luz; saluda a tus amigos con una sonrisa y ponle chispa a cada apretón de manos.
No temas ser malinterpretado, y no desperdicies ni un instante pensando en tus enemigos. Procura tener muy en claro lo que te propones y luego, sin desviarte de tu curso… lánzate en pos de tus metas.
Concéntrate en las cosas magníficas y grandiosas que te gustaría hacer, y entonces, a medida que van sucediéndose los días, sin darte cuenta siquiera te encontrarás echando mano de todas las oportunidades necesarias para que se cumplan tus deseos.
Visualiza la persona capaz, decidida y útil que anhelas ser, y ese mismísimo pensamiento será lo que, hora tras hora, vaya convirtiéndote en ese individuo en particular.
Conserva una adecuada actitud mental: una actitud valiente, franca y alegre. Pensar bien es crear… Toda oración sincera es respondida. Nos convertimos en aquello en lo que concentramos nuestros pensamientos.
Nunca te consideres viejo, cansado, enfermo ni desanimado. Jamás te consideres derrotado. Llénate la mente de pensamientos esperanzadores y transforma todos los pensamientos negativos en pensamientos positivos. Recuerda que uno tiende a convertirse en aquello que visualiza.
Levántate física, mental y espiritualmente, llenándote la mente con esperanza. «En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!»[2] A medida que pongas tu esperanza en Dios tendrás salud, porque tu cuerpo, tu mente y tu espíritu estarán saludables. Elbert Hubbard
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Solo hay una invitación que me mataría rechazar, aunque siempre me siento tentado a hacerlo. Cada mañana, al despertarme, se me invita a vivir de verdad. Una vida de ensueño, una vida de aventura, una vida en la que reina el amor. No me llega en un sobre. La anuncia la salida del sol, el sonido de un pájaro o el aroma del café que me llega perezosamente desde la cocina. Es una invitación a vivir de verdad, a participar plenamente de esta asombrosa vida un día más...
Aceptar la invitación para acudir a la vida significa bajar de las gradas al campo de juego. Dejar de verter opiniones para verter opciones. Consiste en que las cosas nos importen lo suficiente como para dejar de pensar en ellas y de veras hacer algo al respecto. Dicho de otro modo, Jesús nos llama a que aceptemos la invitación a participar. Es como si el presidente nos llamara por teléfono y lo único tuviéramos que hacer es contestar. Es necesario que acudamos.
Además, aceptar esa invitación de la vida es contagioso. Otros nos verán y empezarán a considerar que la vida es más sorprendente y extravagante que antes. Cuando empiezas a vivir de verdad, la gente —las personas que creen que no están invitadas— empieza a ver invitaciones por todas partes, tantas como las coloridas hojas de otoño. Ya no piensa en su sufrimiento ni en su debilidad, sino en lo verdaderamente increíble que es una vida así, y también en lo poderoso que es Aquel que ofrece el banquete.
Jesús quiere que acudamos. Envía a Sus siervos para avisar a las personas que están en los caminos y los vallados, y también a los que están en las bibliotecas, que están invitados a la fiesta. A ti también te está mandando una invitación, con cada amanecer, con el canto de un pájaro, o en el aroma del café que se abre paso suavemente desde la cocina. El que te ha invitado [al banquete] es mucho más poderoso que cualquiera de los obstáculos que creamos estar enfrentando, y tiene para nosotros un solo mensaje. Se nos acerca suavemente, y nos susurra al oído: «Todavía queda sitio». Bob Goff[3]
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Ama la vida. Embárcate en ella. Entrégate a ella por completo. Ámala apasionamente porque la realidad es que la vida nos devuelve, con creces, lo que invertimos en ella. Maya Angelou
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Las mejores cosas de la vida están tan cerca que no las vemos: el aire que respiramos, la luz en los ojos, flores a nuestros pies, tareas a la mano, la senda del bien que se abre ante nosotros. Por eso, no procures atrapar las estrellas: más bien, realiza las tareas comunes y corrientes que te manda la vida, con la certeza de que esos quehaceres diarios y ese pan de cada día son las cosas más dulces de la vida. Robert Louis Stevenson
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El propósito no es algo con lo que uno se encuentra por pura casualidad, como si se tratara de la respuesta a una adivinanza o del premio de una caza del tesoro. El propósito es algo que uno mismo va dándole a su propia vida. Y lo construimos a base de nuestros afectos y lealtades, de la experiencia de ser humanos tal como se nos presenta, a base de nuestro propio talento y comprensión de las cosas, de aquello en lo que creemos, aquellos a los que amamos, a base de los valores por los cuales estamos dispuestos a sacrificar algo. Los ingredientes están ahí. Tú eres el único capaz de combinarlos y crear con ellos ese diseño único que será tu vida. Ojalá sea una vida digna, que tenga significado para ti. De ser así el equilibrio particular entre éxitos y fracasos cobrará menos importancia. John Gardner
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Una vida puede ser bella sin necesidad de ser grandiosa. Puede haber tanta belleza en una flor diminuta como en un árbol majestuoso, en una pequeña piedra preciosa como en una joya de gran valor. Una vida hermosa es la que cumple con su misión en este mundo; con aquello para lo que Dios la creó, y que hace lo que Dios quiso que hiciera. David Brandt Berg[4]
Publicado en Áncora en febrero de 2013. Traducción: Irene Quiti Vera y Antonia López.
[1] Publicado por primera vez en 2008.
[2] Salmo 42:11.
[3] El amor hace (2012, Grupo Nelson).
[4] Adaptado de James R. Miller.
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