Deudas y deudores

febrero 28, 2013

Recopilación

Como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció Su misericordia sobre los que le temen. Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.  Salmos 103:11-12

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Señor, si miras los pecados, ¿quién, Señor, podrá mantenerse? Pero en Ti hay perdón.  Salmos 130:3,4

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Yo sé lo que es que te hagan daño sin razón. Fui objeto de abusos y sufrimiento. Conoces bien Mi vida en la tierra. Sabes lo que me hicieron los hombres a instigación de los malvados. Has leído la Biblia. La mayoría ha visto Mi vida en películas y se ha hecho una buena idea del intenso sufrimiento y torturas que soporté. Has reflexionado sobre el sacrificio que hice al morir por ti. Muchas veces se habla de Mi ejemplo de perdonar a quienes me torturaron y dieron muerte. Pero medítalo y piensa en lo que significa para ti.

Sabes que descendí a la tierra para salvarte, cargar con tus pecados, rescatarte a fin de reunirte conmigo y con Mi Padre y morir para darte vida eterna. Bajar a la tierra y expiar tus pecados fue el más sublime acto de perdón. Sufrir y morir en tu lugar fue una decisión de amor: amor por cada ser humano.

Ese amor no fue limitado ni exclusivo. Fue para todos. Ese amor incluye hasta a quienes me torturaron y ejecutaron y a quienes me amaban pero me abandonaron cuando más lo necesitaba. A lo largo de la historia he aceptado y perdonado a todo el que me lo ha pedido y recibido Mi salvación.

Aunque no es fácil, el perdón es muy sencillo. Tanto la salvación como el perdón son parte de Mi naturaleza divina, en la que tú también puedes participar. Al aceptar la salvación, aceptas Mi amor y Mi perdón y adquieres un poder sobrenatural que te permite amar y perdonar.  Jesús, hablando en profecía[1]

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Venid luego, dice el Señor, y estemos a cuenta: aunque vuestros pecados sean como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.  Isaías 1:18

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Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Por tanto, si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis sus ofensas a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.  Mateo 6:12,14,15

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Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aún hasta setenta veces siete.  Mateo 18:21-22

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La palabra resentimiento viene, como salta a la vista, de re-sentimiento. Al resentirnos, dejamos que las emociones negativas que sentimos en el momento de una decepción, traición u otra grave contrariedad se repitan mucho, impregnándonos el organismo con su veneno. Dado su efecto en la mente y el cuerpo humanos, no importa lo justificado que esté el resentimiento. En los veintisiete años que llevo ejerciendo la siquiatría y otros quince años antes la medicina general he llegado a considerar el rencor como un cáncer de la personalidad, tan mortífero como su equivalente físico.  Dr. James A. Stringham

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Uno de los secretos para una vida larga y próspera es perdonar a todo el mundo, en toda situación, todas las noches antes de acostarse.  Bernard M. Baruch

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Mi idea del perdón es renunciar al resentimiento […] y deshacerse de los pensamientos negativos, no hacen otra cosa que amargarnos la vida. Por mucho que rabiemos, el autor del agravio no sufrirá lo más mínimo nuestra angustia.  Della Reese

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Al llevar nuestros pecados a Jesús, no solo los perdona, sino que hace como si jamás hubiesen existido.  Corrie ten Boom

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El perdón es la clave que impide que el pecado de otro se vuelva tuyo.  Jesús, hablando en profecía

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Quien no tiene la actitud de perdonar termina perdiendo mucho más que la persona a la que le guarda rencor. Por su propia naturaleza, el rencor impide obedecer en muchos aspectos de la vida cristiana y prácticamente exige vivir en la carne en vez de en el espíritu.

Quien se niega a perdonar esperando una compensación permite que su crecimiento personal dependa de las decisiones de otros a los que para empezar ni pueden ver. Se convierten en rehenes. Fijan condiciones «Si me piden perdón». «Si vuelve conmigo». «Si me contrata otra vez». «Si me invita». Esperan a que otro dé el primer paso. Mientras tanto, un espíritu de rencor va impregnando su vida.  Charles Stanley[2]

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Aferrarse a un agravio es como tomar una serpiente por la cola: es inevitable que muerda.  Charles Stanley[3]

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Debemos ver a quienes hemos perdonado como medios que nos ayudan a madurar y entender la gracia de Dios. José entendió este principio. Fue capaz de perdonar a sus hermanos a pesar de todo lo que le habían hecho. Los consideró instrumentos en manos de Dios para llegar a Egipto y alcanzar tal posición que le permitió salvar a su familia cuando el hambre puso en peligro su vida.  Charles Stanley[4]

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No olvidemos que perdonar nos beneficia. Puede que el comportamiento del otro no cambie nunca. Es Dios, y no nosotros, quien tiene que transformarlo.  Charles Stanley[5]

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Sed bondadosos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.  Efesios 4:32

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Ante todo, tened entre vosotros ferviente amor, porque el amor cubrirá multitud de pecados.  1 de Pedro 4:8

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El amor deja morir el pasado. Nos anima a empezar de nuevo sin tratar de enmendar lo ocurrido. El amor no pretende aclarar malos entendidos. Los detalles del pasado pierden toda importancia; lo único que importa es empezar de nuevo. Los problemas tal vez no se resuelvan; las diferencias no se concilien, no queden saldadas. Las confusiones entre las diversas formas de interpretar la realidad no se aclaran. No es necesario verificar el pasado. Lo único que importa es el futuro. El poder del amor no da lugar a historiadores quisquillosos. El amor prefiere enterrar los cabos sueltos de los errores y agravios del pasado en la tierra del perdón y obligarnos a empezar de nuevo.  Lewis B. Smedes[6]

Publicado por primera vez en 2008 y adaptado en febrero de 2013.
Traducción: Victoria Martínez y Antonia López.


[1] Publicado por primera vez en 2008.

[2] The Gift of Forgiveness (Nashville: Thomas Nelson, 2002).

[3] The Gift of Forgiveness (Nashville: Thomas Nelson, 2002).

[4] The Gift of Forgiveness (Nashville: Thomas Nelson, 2002).

[5] The Gift of Forgiveness (Nashville: Thomas Nelson, 2002).

[6] Love Within Limits (Wm. B. Eerdmans Publishing Company, 1989).

 

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