El privilegio de entender

enero 3, 2013

Recopilación

«Gloria de Dios es ocultar un asunto»[1].

Existe un motivo por el que la voluntad de Dios es tan difícil de descifrar. La mejor elección no siempre se hace patente. Ello tiene una razón de ser. Las más de las veces resulta enrevesado descubrir Su voluntad.

Como al elegir con quién salir.

Una universidad.

Un cónyuge.

Un lugar para vivir.

Un buen trabajo.

No es sinónimo de falta de oración. Ello no tiene nada que ver. Tampoco se debe a un pobre deseo de conocer la voluntad de Dios. Probablemente tampoco entre en la ecuación.

Según la Biblia, el quid de la cuestión es que Dios oculta Su voluntad.

¿Por qué? Debo admitir que parece contraproducente al propósito de Dios y al uso que Él nos da.

En resumidas cuentas, Dios tiene intención de darnos a conocer Su voluntad. La verdad es que Su deseo por revelarla supera al nuestro por recibirla. Sin embargo, nos tiene reservado un bien mayor.

Él mismo.

Dios no se encuentra en el Cielo ocultando Su voluntad. Desea que la encontremos. Pero le encanta jugar a los acertijos. Nos ha presentado la tarea de no solo encontrar Su voluntad, sino de acercarnos a Él en el proceso. Si la voluntad de Dios se encontrara a simple vista, lo más probable es que nunca acudiríamos al Señor.

Ese es el motivo por el que la oculta. Por eso es tan enmarañado.

Si diera a conocer Su voluntad de buenas a primeras, perdería parte del propósito. El principal objetivo ni siquiera es Su voluntad; sino Él. Más que ninguna otra cosa, Dios quiere que nos acerquemos a Él.

Conviene recordar las siguientes verdades al seguir a Dios y Su buena voluntad, agradable y perfecta:

Dios no promete una fórmula mágica hacia la vida perfecta. Él es la vida perfecta.

Dios no tiene intención de ofrecernos una guía de vida. Él quiere ser nuestro Guía.

Lo peor que podría pasar no es necesariamente equivocarse de rumbo. El más craso error sería acertar Su voluntad, pero nunca llegar a conocerle en el proceso.

Es posible amar a la persona indicada, pero olvidar el primer amor.

Muchos encuentran el trabajo ideal, pero terminan convirtiéndolo en un dios.

Es uno de los motivos por el que Dios no siempre hace patente Su voluntad. A fin de cuentas, busca revelarnos una verdad mucho más importante que el camino a seguir.

Enseñarnos quién es Él.  Pastor Steven Furtick

*

Las más importantes lecciones espirituales dejan de aprenderse cuando Dios nos da vía libre. El único modo es haciéndonos esperar y enseñarnos con amor y paciencia hasta que de nuestro interior brota la oración que enseñó a Sus discípulos: «Hágase Tu voluntad». Nuestra rendición es la gran victoria de fe que ha vencido al mundo.  Elizabeth Elliot

*

Las bendiciones de Dios vienen acompañadas de una completa posesión. Aferrarse a una parte de nuestro ser equivale a guardar un poco de muerte. En Su amor, Él lo pide todo. Es inútil negociar con Dios.  C. S. Lewis[2]

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Parece imposible que haya alguien que prefiera tener las bendiciones que le da el Señor que al Señor mismo, que alguien busque Sus regalos sin querer conocer al que se los ha hecho; y sin embargo, a veces sucede así.

Hay personas que no quieren entregarlo todo, lo cual es indispensable para ponerse en contacto con Cristo mismo. Leen libros sobre Sus bendiciones y promesas, les piden a otros que oren por ellos y asisten a toda clase de reuniones, pero lo que no hacen es estar a solas con Él en oración y pasar tiempo delante de Jesús con el corazón abierto hasta que Él tenga una oportunidad de tratar directamente el asunto.

No quieren tener una relación muy directa con el Señor, porque les podría mirar a la cara y hablarles de algunas cuestiones que ellos preferirían dejar de lado. No quieren tener trato personal con Él porque a la luz de Su presencia se podrían revelar algunas cosas para las cuales no están preparadas. No buscan un contacto personal porque ahora mismo no están preparadas para pagar el precio que eso exige siempre.

No; es mejor no intentar tocarlo, porque eso supondría una entrega incondicional, una lealtad indivisible, un profundo examen de conciencia. Es mejor dejar al corazón fuera de la cuestión y solo creer con la cabeza en vez de con el corazón.

Así razona, quizás inconscientemente, el que quiere tener la bendición sin el que la da y el regalo sin Quien lo hace. Sin embargo, al creer con la cabeza no se obtiene la bendición. Es imposible tener el regalo sin el que lo da, porque Cristo es el cumplimiento de toda promesa, la solución a todo problema y para cada necesidad. Separado de Él, nada podrás hacer.

Debes establecer un contacto personal con Él. Tienes que tener un trato personal con Cristo. Tienes que acercarte a Jesús; porque no puedes tener un regalo sin el que lo hace, ni una bendición sin Quien la da.

Al fin y al cabo, esa es la manera más rápida y sencilla: entras directamente en la luz radiante de Su presencia, derribas todos los obstáculos y subterfugios y te entregas por completo. No puedes forzar las cerraduras del tesoro de Dios. Tienes que entrar por la puerta. Cristo es la puerta.

Esa es la bendición suprema, el beneficio más grande de la vida de fe, la recompensa más alta, que hace que tengas un contacto personal con el Señor y te lleva directamente hasta la presencia del Rey de Reyes, que es Quien da todas las bendiciones.

Eso vale más que todos los regalos. Ese contacto personal es muchísimo mejor que todas las bendiciones, porque no solo solucionas tus necesidades materiales, sino también las espirituales. Asimismo, da inmediatamente al alma nuevas perspectivas de gloria, nuevos logros y visiones de riquezas en Cristo Jesús que nunca soñaste.

A ti que buscas una bendición y quieres recibir algo de Dios, te voy a dar este versículo. Espero que se quede profundamente grabado en tu corazón y oro con fervor para que se cumpla en tu vida: «Deléitate en el Señor y Él te concederá las peticiones de tu corazón»[3].

Ojalá Dios revelara a cada uno de nosotros ahora que Cristo, que solo Jesús, es la necesidad más grande de nuestra vida y la única fuente de provisión, por encima de todas las demás cosas que son secundarias.

Revélanos, oh Señor, que no podemos disfrutar de las bendiciones sin Quien las da; de la victoria sin el Victorioso; de la luz sin el Sol de Justicia; de la fragancia sin la Rosa de Sarón; de la santidad sin Él que es Santo; de la curación sin Él que cura; y de vida en abundancia sin Quien la da. […] Porque Jesús es todo y está en todo, es la fuente de provisión y el arroyo que nunca se seca. Virginia Brandt Berg[4]

Publicado en Áncora en enero de 2013. Traducción: Sam de la Vega y Antonia López.


[1] Proverbios 25:2 (NVI)

[2] El peso de gloria.

[3] Salmos 37:4.

[4] Arroyos que nunca se secan, ¿Quieres regalos? ¿O prefieres al que los da? Versión editada en Áncora.

 

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