diciembre 3, 2012
Ahora que oigo las campanas navideñas resonando por todas las tierras, mientras se colocan las guirnaldas en el ajetreado centro comercial, mientras los adornos bordean avenidas y decoran las fachadas de las casas, mientras las campanas repican anunciando otra temporada de alegría, descubro Mi corazón ante ustedes.
Sé que su deseo es complacerme. Sé que en su interior se preguntan: «¿Qué puedo dar a Aquel que lo ha dado todo por mí?» Me pueden ofrendar los regalos que más me agradan.
No les pido el corazón, pues ya es Mío. Les pido las manos. Les pido los pies. Les pido la boca, los labios, la lengua, la sonrisa, los ojos. Les pido que estén listos y dispuestos. Les pregunto: «¿Aprovecharán cada una de las oportunidades únicas que ponga a su paso para brindar Mi amor a los demás?»
Mientras el reloj sigue su curso, mientras el mundo avanza con frenesí, ¿aprovecharán toda oportunidad que les pongo delante para comunicar Mis palabras, Mi amor? ¿Aprovecharán cada situación para llevar Mis palabras a un mundo necesitado? ¿Aprovecharán toda oportunidad posible para transmitir Mi amor de un modo u otro, para comunicar Mi vida, para hacer llegar Mis Palabras a quien ponga en su camino?
Recuerden que todos tienen alguna necesidad, ya sea que aparentemente gocen de una situación muy buena y parezcan felices, satisfechos y bien adaptados, o que salte a la vista que son unos fracasados, que viven en la pobreza, están desatendidos y pasan necesidad. Sea cual sea su profesión y condición social, en todas las naciones de la tierra, las personas tienen necesidad de recibir Mi amor y verdad, si es que aún no me conocen.
Las semillas que siembren en el corazón de quienes Yo ponga en su camino influirán en sus decisiones. Mis palabras que ustedes den al mundo ahora mismo serán muy importantes. Muchos necesitan un destello de esperanza, una chispa de verdad que luego comience a actuar y crecer en su corazón.
Cuando dan Mis palabras, aunque no siempre vean resultados inmediatos, Mi Espíritu comienza a obrar de inmediato en esa alma. La simiente de Mis palabras sembrada en su corazón puede entonces arraigar y hacer las veces de antídoto, protegiéndola, resguardándola y preparándola para lo que viene.
Para algunos podría ser la última Navidad en que recibieran Mis palabras en preparación para las importantes decisiones que deberán tomar en un futuro cercano.
Cada vez que testifican, ya sea que divulguen Mi verdad con un sencillo folleto o por otros cauces que den testimonio de Mi Evangelio, o que transmitan Mi amor de alguna otra forma, con una mirada, una sonrisa, una palabra o un gesto de amabilidad, por todos esos medios siembran Mi verdad en el corazón de los hombres. Muchas veces no ven el fruto inmediato, pero Yo riego esas semillas. Ninguna vuelve a Mí vacía, sino que cumple la misión que le encomiendo.
¿Cuáles son los regalos que más me agradan? Que amen a los perdidos como Yo los he amado a ustedes. Su deseo de entregarles Mi regalo de la vida eterna, así como Yo lo he entregado a ustedes. Su fidelidad en dar Mis palabras a quienes se cruzan en su camino, a fin de que los guíen hacia Mí. ¿Les darán Mis palabras para que me puedan recibir? ¿Aprovecharán toda oportunidad que les dé para influir positivamente en la vida de los demás?
¿Qué es la vida? No es sino neblina que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece. La persona que hoy pongo en su senda tal vez no vea otra Navidad. ¿Le ofrecerán la libertad mientras les sea posible? Esta puede ser su última oportunidad de comunicar Mi amor a esa persona en particular, la última ocasión que tengan en la tierra de darle un folleto, de hacer un poco más por ella, de darle una sonrisa, de dirigirle unas palabras de comprensión, de darle Mi solución a sus problemas, de hacer una oración por alguien necesitado.
Esos son los presentes que más anhelo. Solo pido que, sea cual sea la tarea a la que los haya llamado, que aprovechen tantas oportunidades como les sea posible de dar Mis Palabras y de transmitir Mi amor.
Y si no les es posible atender espiritualmente a alguien, ¿rogarán por los perdidos, y animarán y apoyarán a quienes entregan Mi amor y verdad a otros? ¿Serán fervientes en la oración? Aun en medio de sus otras tareas, ¿intercederán por quienes libran esa batalla por las almas de los hombres?
Recuerden que siempre estoy cerca. Todo lo que deben hacer es ser Mis manos, Mis pies, Mi boca, Mis labios, Mis ojos. Limítense a transmitir Mis palabras y Yo haré el resto. Yo me encargaré de cuidar, de regar, de abonar. ¿Harán eso por Mí?
Gracias por hacer que este cumpleaños Mío sea estupendo, obsequiándome los presentes que más deseo. Sé que puedo contar con que me presten la ayuda que me hace falta. Harán cuanto esté a su alcance por satisfacer el mayor de Mis deseos durante Mi cumpleaños de este año.
Sé que querrán cumplir ese deseo no solo en Navidad, sino siempre. Acudan a Mí y encontrarán las fuerzas necesarias para realizar lo que les pido. He aquí, los resultados serán grandes y magníficos, cuando más de Mis hijos perdidos encuentren su camino a casa, hacia Mí.
Gracias por hacer que Mi sacrificio de la primera Natividad valiera la pena. Llegué a la tierra a dar vida eterna a la humanidad, y al transmitir ese regalo ustedes cumplen Mi plan y ayudan a culminar la obra que inicié: la de conquistar a los Míos que ahora se encuentran perdidos, y explicarles dónde pueden hallar verdad, libertad, felicidad y satisfacción eternas.
Gracias por hacerme en Mi cumpleaños y cada día del año los regalos que más me satisfacen. Gracias porque se empeñan en adquirir el hábito cotidiano de no dejar pasar las oportunidades que les presento de dar Mi mensaje, de transmitir Mi amor, de influir en la vida de los demás.
Artículo publicado por primera vez en septiembre de 1999 y adaptado en diciembre de 2012. Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.
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