Nos necesitamos mutuamente

diciembre 9, 2025

Recopilación

[We Need Each Other]

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción, dándoles el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios.  2 Corintios 1:3,4

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Para mí, la peor soledad es estar rodeada de gente y aun así sentirme completamente sola. […] El mundo gira, la gente se conecta, la música suena; y en medio de todo eso, me encuentro sonriendo por fuera, pero llorando por dentro. […]

He entendido mejor esa sensación cuando he pasado temporadas difíciles en mi vida, pero no sabía a quién acudir en busca de ayuda. Como no sabía qué decir ni con quién era seguro hablar, pasaba los días fingiendo conectarme con los demás… pero me sentía muy aislada.

Me sorprende la cantidad de personas que se sienten así. He recibido notas en persona o a través de las redes sociales en las que la gente reconoce que se siente muy sola, a menudo debido a un dolor del que no ha podido hablar o procesar.

[Podemos llegar a] estar tan consumidos por el dolor y tan convencidos de que nunca mejorará que nos perdamos uno de los mayores regalos de Dios: Dios nos creó para vivir en una comunidad de creyentes donde podemos apoyarnos en la fe de otra persona cuando la nuestra se tambalea. Son personas que pueden ayudarnos a ver esperanza en medio de nuestras heridas. Amigos que al orar tienen más palabras para nosotros de las que nos dirigen directamente. Compañeros de viaje que cuentan sus testimonios de angustia que se convirtió en sanidad a fin de que no nos dejemos devorar por el dolor de circunstancias parecidas.

Nos necesitamos unos a otros.

Dios nos diseñó para que nos ayudáramos unos a otros. […] En la Biblia vemos que se comunica con claridad nuestra necesidad mutua.

«Mejor son dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante!» (Eclesiastés 4:9,10).

«Por eso, anímense y edifíquense unos a otros, tal como lo vienen haciendo» (1 Tesalonicenses 5:11). […]

¿Con quién necesitas compartir tus lágrimas? ¿Qué persona necesita saber que no está sola?

Sé lo difícil que es sincerarnos sobre nuestras decepciones más profundas. Entiendo lo aterradora que puede ser la vulnerabilidad. Sin embargo, también sé que en el mundo hay alguien más que lloraría desconsoladamente si no fuera porque ve tus lágrimas. Y cuando haces que otro ser humano vea que no está solo, haces del mundo un lugar mejor. […]

Dios Padre, estoy muy agradecida de que no desperdicias ninguna de mis lágrimas. Quiero estas enseñanzas, lo que estoy aprendiendo en mi quebrantamiento, y valerme de ellas para ayudar a que una persona se sienta menos sola, menos quebrantada y menos desesperada. En el nombre de Jesús, amén.  Lysa TerKeurst¹

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«El hierro se afila con el hierro y el hombre en el trato con el hombre» (Proverbios 27:17). Debemos afilarnos mutuamente: en momentos de encuentro, comunión o cualquier otra clase de interacción.

El proverbio indica la necesidad de constante comunión con los demás. El hombre no fue creado para estar solo, pues ¿no dijo eso el Señor Dios, incluso antes de la caída (Génesis 2:18)? Cuánto más, entonces, después de la Caída del Hombre, necesitamos reunirnos con nuestros hermanos y hermanas en Cristo para pasar momentos de comunión y oración. […]

El Señor mismo prometió: donde estén dos o más reunidos en Su nombre, Él está en medio de ellos (Mateo 18:20). […] . «El hierro se afila con el hierro» es una oportunidad para cumplir con la Ley de Cristo. […] Esa es la misma «ley real» mencionada en Santiago 2:8, donde se nos exhorta a amarnos unos a otros. […] Por lo tanto, animémonos a pasar más tiempo juntos, exhortándonos, animándonos, orando, amonestando, en la lectura y estudio de la Palabra de Dios, invocando la Palabra de Dios por las necesidades de nuestra iglesia local, para que seamos más precisos en la misión que el Señor ha asignado a cada uno de nosotros.  GotQuestions.org²

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«Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacer algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel Día se acerca» (Hebreos 10:24,25).

En la actualidad, con toda la tecnología que tenemos, estamos más conectados que nunca antes en la historia de la humanidad. Al mismo tiempo, estamos más desconectados que nunca. Hace poco leí que los millennials (personas pertenecientes a la llamada generación Y, nacidas aproximadamente en las dos últimas décadas del siglo veinte) prefieren enviar un mensaje de texto que hablar con alguien en persona. A veces, no hablamos entre nosotros.

Alguien dijo: «Reunirse es un comienzo, permanecer juntos es progreso, pensar juntos es unión, trabajar juntos es éxito».

A los cristianos Dios nos ha dado dones del Espíritu Santo. No son necesariamente talentos, que son las habilidades naturales con las que nacemos. Son dones que Dios nos da sobrenaturalmente, dones espirituales.

En Romanos 12:6–8 están enumerados: «Si Dios te dio la capacidad de profetizar, habla con toda la fe que Dios te haya concedido. Si tu don es servir a otros, sírvelos bien. Si eres maestro, enseña bien. Si tu don consiste en animar a otros, anímalos. Si tu don es dar, hazlo con generosidad. Si Dios te ha dado la capacidad de liderar, toma la responsabilidad en serio. Y si tienes el don de mostrar bondad a otros, hazlo con gusto».

Los creyentes necesitamos dejar nuestros teléfonos y hablar, orar y trabajar juntos porque todos somos parte del cuerpo de Cristo. Todos somos parte de la iglesia. Todos somos parte de la familia de Dios. Tenemos que encontrar nuestro lugar en el cuerpo de Cristo y llevar a cabo los trabajos que Él nos ha pedido que hagamos.  Greg Laurie³

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En nuestra vida al servicio del Señor hemos aprendido que Él desea que demos de nosotros. No obstante, hacerse cargo de otros requiere tiempo, esfuerzo, oración y un interés continuo. El tiempo es oro; y justamente por eso se puede llegar a tener mucho impacto cuando demostramos estar dispuestos a dedicar nuestro tiempo a ayudar a una persona. Ya sea que le dediquemos tiempo mediante la oración o pensemos en cómo manifestarle aprecio, o en lo que podemos hacer en lo práctico para cubrir una necesidad que pueda tener y que vaya a apreciar. Lo que sea que les indique el Señor que hagan no pasará inadvertido. Incluso los pequeños actos de bondad pueden tener un gran impacto en la vida de alguien.  María Fontaine

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Un hombre fue contratado en una fábrica de pescado congelado. Un día, mientras hacía su trabajo, sin querer cerró la puerta del refrigerador mientras él se encontraba adentro. Empezó a pedir ayuda a gritos, pero ya había terminado la jornada laboral, y no quedaba nadie en la empresa. Al darse cuenta de eso, entendió que moriría congelado.

Sin embargo, en cierto momento, el guardia de la empresa abrió la puerta del refrigerador y lo salvó de una muerte segura y terrible.

El gerente de la empresa preguntó al guardia:

—¿Cómo sabía que el empleado estaba todavía adentro, que no se había ido?

El guardia respondió:

—Ninguno de los otros trabajadores me saluda, solo él. Siempre me sonríe y me pregunta cómo estoy. Ese día, a la hora de cerrar, no lo vi y tampoco escuché su voz. Estaba seguro de que él se hallaba todavía dentro de la fábrica. Así que lo busqué hasta que lo encontré.»

Al final, las palabras amables del empleado le salvaron la vida. La amabilidad deja huella en la mente y el corazón de las personas; hasta derrite el hielo, abre puertas de hierro y puede salvar vidas.  Anónimo

Publicado en Áncora en diciembre de 2025.

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