abril 22, 2025
[Heavenbound]
El plan de Dios para nosotros no es solo comer, beber, ser feliz y luego morir. Hay mucho más en la vida que eso. En realidad, nos dirigimos al Cielo. Por esa razón, el apóstol Pablo dijo: «Sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante Su llamamiento celestial en Cristo Jesús» (Filipenses 3:14). Y como la vida no termina aquí en la Tierra, necesitamos mantener la mirada en el Señor Jesucristo, que es capaz de trasladarnos de esta vida a la otra en el Cielo. […]
Para hacer hincapié en que no nos dirigimos a la Tierra sino al Cielo, el apóstol Pedro dijo: «Queridos amigos, ya que son “extranjeros y residentes temporales”, les advierto que se alejen de los deseos mundanos, que luchan contra el alma» (1 Pedro 2:11). Por lo tanto, no deberíamos pensar y actuar como si este mundo fuera nuestro hogar permanente. Solo pasamos por aquí. La meta final es el Cielo, el hogar de los redimidos. Así que en realidad estamos de viaje. Este viaje es emocionante, supone un desafío y, sin embargo, es gratificante.
Cuando emprendemos un viaje hacia el Cielo, es emocionante porque esperamos que por el camino sucedan cosas buenas. Es aún más emocionante cuando nos dan una idea de lo que nos espera al final. […] Por consiguiente, «animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca» (Hebreos 10:25). Sí, nuestro viaje al Cielo es emocionante, a medida que aumenta nuestro conocimiento del Señor y tenemos una buena vista y comprensión de lo que nos espera en el Cielo. […]
Nuestro viaje al Cielo es gratificante. Aunque las pruebas y dificultades tratarán de apagar la emoción que tenemos al principio, nuestro esfuerzo valdrá la pena si seguimos hacia nuestra meta. El apóstol Santiago dijo: «Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman» (Santiago 1:12). Por lo tanto, no perdamos de vista la mayor recompensa. Las pruebas y obstáculos que enfrentamos en este viaje no deberían desviarnos. […]
En este viaje, necesitamos andar por fe. El Cielo es un magnífico lugar, pero solo podemos llegar allí por medio de nuestro Señor Jesucristo. Sin Jesús, no podemos entrar al Cielo. Por esto, doy gracias a Dios por Jesús y Su amor. Las palabras del apóstol Pedro son muy ciertas: «Ustedes lo aman a pesar de no haberlo visto; y aunque no lo ven ahora, creen en Él y se alegran con un gozo indescriptible y glorioso, pues están obteniendo la meta de su fe, que es su salvación» (1 Pedro 1:8,9). ¡Amén! Teck Uy1
Aprender a mantener los ojos en el Cielo y en las promesas de Dios para nuestro futuro eterno con Él, nos ayuda a soportar los desafíos actuales. Si solo prestamos atención a lo que ocurre a nuestro alrededor actualmente, es fácil perder de vista el panorama general, la eternidad.
El apóstol Pablo dijo: «Si la esperanza que tenemos en Cristo fuera solo para esta vida, seríamos los más desdichados de todos los mortales» (1 Corintios 15:19). Debemos ver más allá de lo que experimentamos hoy mismo, mirar hacia el futuro: los galardones, la alegría y el cese de las batallas de la vida. Tenemos mucho por delante. Al recordar todo lo que Dios ha prometido a los que lo aman, las dificultades de cada día, la tristeza y el dolor serán más fáciles de soportar.
Jesús dijo: «No se angustien. […] En el hogar de Mi Padre hay muchas viviendas. Si no fuera así, ¿les habría dicho Yo a ustedes que voy a prepararles un lugar allí? Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde Yo esté» (Juan 14:1-3).
Para mantener la perspectiva celestial hace falta apartarse un poco de las responsabilidades cotidianas y los desafíos de la vida y concentrarse en el panorama general de los propósitos y planes de Dios. Es recordar que estás en la Tierra por un tiempo breve y que algún día te desprenderás de todas las batallas, dificultades y problemas de esta vida y no tendrás contigo sino lo eterno y duradero.
Pablo escribió en la epístola a los Romanos que él consideraba que «los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada» (Romanos 8:18). No siempre podemos entender los propósitos de Dios en nuestras experiencias, pero podemos tener la certeza de que «ahora vemos todo de manera imperfecta, como reflejos desconcertantes» en un espejo, pero entonces «veremos todo con perfecta claridad». Y lo que hoy conocemos puede ser «parcial e incompleto», pero luego conoceremos todo por completo, tal como Dios ya nos conoce completamente (1 Corintios 13:12).
Cuando dedicas tu vida y tu tiempo a lo que tiene valor eterno —el reino de Dios y Su justicia (Mateo 6:33)— acumulas tesoros en el Cielo. «Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón» (Mateo 6:20–21). María Fontaine
Cuando murió mi hijo mayor, supe que mi vida jamás sería la misma. En los primeros meses que siguieron, esperaba que el cambio fuera completamente negativo. Sin embargo, no todas las diferencias fueron dolorosas. El Señor hizo algo inesperadamente positivo que ha permanecido conmigo diez años después.
El 10 de noviembre de 2013, mi hijo vivía en mi casa. El 11 de noviembre de 2013, vivía en el Cielo. El Cielo dejó de ser un concepto abstracto, teológico. Ahora era el hogar de mi hijo. […] Después de la muerte de mi hijo, el Señor creó un cambio en mi mente, en mi corazón y mi vida, el que yo describiría como «el cambio hacia el Cielo». […] Me obsesioné con el Cielo de manera que la eternidad tenía una presencia constante en mi perspectiva, en las situaciones de rutina de la vida cotidiana. […]
Y entonces conocí a mi «amigo», el apóstol Pablo. Mientras leía sus cartas con nuevos ojos, noté que Pablo integraba el Cielo en casi todo, incluso en cuestiones cotidianas. […] Lo que descubrí en la teología del Cielo que expone el apóstol es que las realidades eternas de la salvación de todo cristiano deberían crear naturalmente en todos nosotros una conciencia magnificada del Cielo.
En el fondo, Pablo creía que la venida de Jesús constituía la largamente esperada visita de Dios, conocida como el Día del Señor. […] Al momento de la conversión, los creyentes se trasladan a la esfera celestial en la Tierra, lo que con frecuencia Pablo llama el Reino de Dios, la nueva creación, la era del Espíritu, o la luz. Hemos sido librados del dominio de la oscuridad y trasladados al reino de Su Hijo amado (Colosenses 1:13). Por lo tanto, realmente nos convertimos en ciudadanos del Cielo en el momento en que ponemos nuestra fe en Cristo (Filipenses 3:20).
Además, durante nuestro tiempo en la Tierra el Señor nos bendice con bendiciones concretas de la futura vida celestial. Nos unimos con Cristo, lo que será la base de nuestro gozo celestial. En Colosenses, Pablo declara la presente bendición celestial de unirse con Cristo al decir: «Cristo en ustedes, la esperanza de la gloria» (Colosenses 1:27). Asimismo, Pablo describió la morada del Espíritu Santo como la garantía presente o adelanto de la futura comunión con Dios en la vida celestial. Como resultado de todas las nuevas realidades que trajo la vida, muerte y resurrección de Cristo, Pablo vivió con un pie en el Cielo y un dedo en la Tierra. […]
El viaje hacia el Cielo empieza al conocer las realidades presentes y futuras de tu salvación. ¡Te traerán vida, esperanza y alegría! Tener una vida hacia el Cielo —donde la eternidad constituye el telón de fondo perpetuo de tu conciencia cotidiana— es una obra misericordiosa del Espíritu Santo en tu corazón, en tu mente y en tu vida. Busca Su verdad sobre el Cielo y ora por esa obra. El Señor puede sorprenderte con un giro inspirador en tu vida espiritual de la misma manera que Él inesperadamente ha transformado en belleza las cenizas de mi vida. Cameron Cole2
Publicado en Áncora en abril de 2025.
1 Teck Uy, “Heavenward”, Friends of Jesus Christ, Canada, 21 de enero de 2018, https://friendsofjesuschrist.com/2018/01/21/heavenward/
2 Cameron Cole, “Looking Heavenward Transforms Our Sorrow,” Crossway, 18 de abril de 2024, https://www.crossway.org/articles/looking-heavenward-transforms-our-sorrow/
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