Cuando no recibimos curación

septiembre 25, 2024

Dennis Edwards

[When God Doesn’t Heal Now]

¿Por qué no obtenemos respuestas a la oración inmediatamente o de la forma que deseamos? ¿Por qué Dios tarda tanto en responder a nuestras plegarias? ¿Por qué no nos recuperamos cuando oramos por curación?

Respuesta: Es probable que Dios tenga más interés en formar nuestro carácter que en curar de inmediato nuestro cuerpo. El apóstol Pablo escribió:

Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no poniendo nosotros la mira en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas (2 Corintios 4:16-18).

Dios puede considerar que la formación de nuestro carácter y las lecciones que estamos aprendiendo son más importantes que la curación inmediata y milagrosa de nuestras dolencias. Él sí nos cura cuando las condiciones son propicias para los resultados que quiere producir. Hasta que llegue ese momento, tenemos que esperar y confiar en Dios. Las lecciones que aprendemos de perseverancia compensan la falta de una manifestación física de curación. Nuestro carácter y personalidad transformados reflejan la sanación interior que se está produciendo en nosotros.

Marta y María estaban consternadas cuando Jesús no fue de inmediato a curar a su hermano enfermo. Jesús esperó a propósito hasta que Lázaro muriera. Él estaba haciendo un milagro mayor y poniendo a prueba el corazón y la mente de Sus amadas seguidoras —María y Marta—, quienes luego declararon con fe que Jesús es la resurrección y la vida. Dios permitió que Job pasara por una prueba similar. Y al superar la prueba, Job proclamó: «Aunque Él me matare, en Él esperaré» (Job 13:15). La Biblia dice: «Jesús lloró» (Juan 11:35). Luego resucitó a Lázaro como testimonio de Su poder curativo y de la promesa de Su resurrección, que sucedería pocos días después.

A Su tiempo y conforme a Su voluntad, Jesús invocará nuestra curación. Mientras tanto, seguiremos creyendo y aumentando nuestra fe y confianza, acercándonos más a Él cada día.

Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia (Santiago 1:2-3).

Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual, aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo (1 Pedro 1:7).

No vamos a dudar, aunque nuestros barcos «o esperanzas» regresen a puerto con las velas rotas. Sabemos a quién hemos creído y estamos seguros de que es poderoso para guardar nuestro depósito para aquel día (2 Timoteo 1:12).

Si el Señor no nos cura en este momento, o incluso en esta vida, nos enseñará a superar las dificultades y nos hará más que vencedores por medio de aquel que nos amó y en quien hemos creído (Romanos 8:37). Él nos enseñará a sobrellevar el dolor y sonreír en medio de nuestras penas. Aunque nuestro cuerpo o corazón estén rotos, nuestra fe se mantendrá fuerte porque nos aferramos a Él, el autor y consumador de nuestra fe (Hebreos 12:2).

Confiaremos en Él pase lo que pase. Nos aferraremos a Él en las buenas y en las malas. Él nos ama a cada uno de nosotros y hace que todas las cosas ayuden para nuestro bien, y nos dará pruebas de Su amor a pesar de todo (Romanos 8:28). Nos dice: «Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman» (1 Corintios 2:9).

Que Dios nos bendiga a todos mientras nos aferramos a Él y a aquella vieja cruz. El símbolo del cristianismo es la cruz, un emblema al sufrimiento. Debemos aferrarnos a la cruz y crecer en ella. Jesús nos llama a tomar nuestra cruz y seguirle (Mateo 16:24). Tanto si somos curados y rescatados como si no, sin importar lo que pase, seamos un testimonio vivo del amor de nuestro maravilloso Dios y Salvador. Confiemos en Él a pesar de todo. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para cada uno de nosotros en Cristo Jesús (1 Tesalonicenses 5:18).

Que Dios nos ayude a perseverar, mientras aguardamos la curación o la respuesta a la oración que esperamos de Él. ¡Dios sigue en el trono y la oración cambia las cosas!

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