mayo 21, 2024
[Jesus Satisfies Completely]
Como de sebo y de gordura se saciará mi alma;
mi boca te alabará con labios de júbilo.
Cuando en mi cama me acuerdo de ti
medito en ti en las vigilias de la noche.
Porque Tú eres mi socorro,
bajo la sombra de Tus alas cantaré de gozo. Salmo 63:5-7
Cuando vivimos en un lugar tan árido y pasamos mucho tiempo sin Su Palabra, alabanza, acción de gracias y Su presencia, olvidamos que Él satisface «como de sebo y de gordura». Nada nos llena como Jesús, ni nos llena tanto de gozo el corazón que… hace que sigamos pensando en Él cuando nos acostamos.
Después de que termino una labor de apacentamiento o que Dios se ha manifestado por medio de mí en la vida de otra persona, ya sea al dirigirme a un grupo o a una persona en particular, me siento muy llena y completamente satisfecha. No puedo dormir… pienso una y otra vez en Su amor por mí, Su gracia hacia mí y en el poder de Su Palabra.
Dar de nosotros mismos para la gloria de Dios nos brinda la mayor satisfacción.
Lo mismo pasa cuando Dios da una clara revelación en Su Palabra, en un pasaje donde antes no vimos algo, pero ahora lo entendemos. Cuesta irse a dormir cuando nos parece que Dios nos ha contado secretos.
En las «vigilias de la noche», nos damos cuenta de que Él ha sido nuestro socorro y estamos bajo la sombra de Sus alas.
Después de que hemos tenido la experiencia de caminar con Dios temprano en la mañana y de meditar en Él en las vigilias de la noche, ¿por qué querríamos vivir de otra manera? Bunni Pounds1
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Hay alguien más grande que las personas o las posesiones y que verdaderamente satisface. Dios se ofrece a Sí mismo a nosotros en la persona de Cristo. Jesús supera nuestras expectativas, provee para nuestras necesidades y cumple nuestros deseos. Solo Cristo puede dar la satisfacción y la alegría que buscamos desesperadamente.
La Biblia está llena de gloriosas promesas de satisfacción para el descontento:
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En el capítulo seis de Juan, los judíos piden a Jesús una señal de que Él había sido enviado por Dios. Le dicen a Jesús que Dios les dio maná durante el tiempo que anduvieron errantes en el desierto. Jesús les responde que necesitan pedir el verdadero pan del Cielo que da vida. Cuando piden a Jesús ese pan, Jesús los sobresalta diciéndoles: «Yo soy el pan de vida. El que a Mí viene nunca tendrá hambre, y el que en Mí cree no tendrá sed jamás».
¡Es una declaración extraordinaria! En primer lugar, al equipararse con el pan, Jesús dice que Él es esencial para la vida. En segundo lugar, la vida a la que Jesús se refiere no es física, sino eterna. […] En tercer lugar, y de suma importancia, Jesús afirma ser un ser divino. Esta declaración es la primera de los YO SOY del evangelio de Juan. La frase YO SOY es el nombre del pacto de Dios (Yahvé, o YHWH) revelado a Moisés en la zarza ardiente (Éxodo 3:14). […]
En cuarto lugar, pongamos atención a las palabras «viene» y «cree». Es una invitación para que los que escuchan pongan su fe en Jesús como el Mesías y el Hijo de Dios. […] En quinto lugar, las palabras «hambre» y «sed» […] Cuando Cristo murió en la cruz, tomó sobre Sí mismo los pecados de la humanidad e hizo expiación por ellos. Cuando ponemos nuestra fe en Él, nuestros pecados son atribuidos a Jesús y Su justicia es atribuida a nosotros. Jesús satisface nuestra hambre y sed de justicia. Él es nuestro Pan de Vida. GotQuestions.org2
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Nos adentramos en uno de los capítulos más hermosos de la Palabra de Dios. «¡Vengan a las aguas todos los que tengan sed! ¡Vengan a comprar y a comer los que no tengan dinero! Vengan, compren vino y leche sin pago alguno. ¿Por qué gastan dinero en lo que no es pan y su salario en lo que no satisface? Escúchenme bien: comerán lo que es bueno y se deleitarán con manjares deliciosos» (Isaías 55:1,2).
Este maravilloso pasaje de las Escrituras habla de la promesa de Jesucristo que nos llama a la fe y al arrepentimiento, y enumera las bendiciones que acumularán los que acepten Su invitación.
Para mí, lo más asombroso es que Cristo, nuestro Salvador hecho hombre, abogue en nuestro favor, con todas nuestras carencias, y nos haga partícipes de Sus riquezas y gloria. Dice: si estás sediento, ven. Si estás hambriento, ven. Y los que no tienen dinero, vengan sin dinero y sin precio. ¡Es maravilloso!
También dice en este pasaje que nada te ha satisfecho, aún existe un vacío en tu alma, un vacío doliente. Gastaste tu dinero en lo que no es pan y tu trabajo en lo que no sacia, ven ahora y come del bien y se deleitará tu alma.
La Palabra de Dios declara que Jesucristo es la porción que sacia, y millones de personas dan testimonio de ello, de que Él ha satisfecho cada anhelo de su alma y que solo conocían la gratificación mundana y gastaron su dinero en lo que no sacia cuando Cristo llegó a su vida. En su alma entenebrecida amaneció una luz. Como lo describe la Palabra de Dios: «La luz del conocimiento glorioso de Dios reflejado en el rostro de Cristo» (2 Corintios 4:6).
Es posible que tú no lo hayas conocido. Tal vez ni siquiera te importa Él. Aun así se humilla y se rebaja a tu nivel para suplicarte que acudas a Él. Dice: «Vengan a Mí, escúchenme y vivirán» (Isaías 55:3). ¿No es maravilloso que Dios te brinde una oportunidad? ¿Que todavía haya esperanza para ti y la posibilidad de conocer a tu Salvador?
Apocalipsis 3:20 dice: «Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré, cenaré con él y él conmigo». Otra maravillosa invitación a venir. ¡Todo el tiempo nos repite: ven, ven, ven! Si tan solo percibieras lo satisfactorio que es Cristo, aceptarías de inmediato Su invitación.
Dios quiere asegurarse de que no esperes, porque tan seguro como que estás escuchando esta invitación de la Palabra de Dios, así de cierto es que el Día del Juicio se acerca. Y en esa hora sabrás, pero ya demasiado tarde, que Él era ese pan de vida que pudo haber saciado tu hambre, pero malgastaste todo lo que tenías en lo que no saciaba. En esa hora sabrás que Él era la fuente de agua viviente, pero rehusaste venir a Él y beber. ¡Qué lástima! En esos momentos recordarás que suplicó: «Inclinen sus oídos y vengan a Mí; escuchen, y vivirá su alma».
Su Palabra también afirma: «Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien Tú has enviado» (Juan 17:3). Nos repite muchas veces: ¡Ven! Esta es la amorosa invitación de nuestro Padre celestial para que acudas a Él y participes de Sus riquezas de gloria y de la vida eterna, la Salvación.
¿Quieres saber cómo obtener este pan que satisface y el agua de vida que nunca se agota? No tienes más que pedirlo. Acude a Dios y acepta Su maravillosa invitación. Él dice: «Todos los que el Padre me da vendrán a Mí; y el que a Mí viene no lo rechazo» (Juan 6:37).
Isaías 55:6 dice: «Busquen al Señor mientras se deje encontrar, llámenlo mientras esté cercano». Y luego, en el versículo 7 dice: «Que se vuelva al Señor, a nuestro Dios, que es generoso para perdonar y de Él recibirá compasión».
¿Aceptarás Su invitación? Él te ama y te invita a que vengas. El Señor reina y puede transformar tu vida. Virginia Brandt Berg
Publicado en Áncora en mayo de 2024.
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