mayo 7, 2024
[A Living Hope]
Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según Su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. 1 Pedro 1:3-5
Todos batallamos en algún momento con el desánimo, con preocupaciones que pueden convertirse en desasosiegos o ansiedades. Si a la mezcla le añadimos la crisis internacional, problemas de salud, de dinero, política, estrés emocional, de relaciones, no es de sorprenderse que dudas y disputas asolen a la gente de hoy.
A veces parece que la esperanza se desvanece. Sin embargo, la gran verdad es que Dios tiene el remedio. No es inusual; Él es el Dios de la esperanza. La esperanza tiene un nombre y es Jesucristo.
Pedro dice: «Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según Su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos» (1 Pedro 1:3). Los que confían en Jesús nacen a una nueva familia, un nuevo reino y una nueva vida que incluye al Dios de esperanza. Hemos sido liberados de llevar una vida donde se pone la esperanza en el mundo en vez de en Cristo. Somos una nueva creación, Cristo es el rey misericordioso y Dios es nuestro Padre benevolente (2 Corintios 5:17; 1 Juan 3:1). Todas estas magníficas verdades se encuentran ancladas en la resurrección del Señor Jesucristo.
En Jesús tenemos una esperanza bendita: Él va a regresar. Pablo describe a los cristianos como: «Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo» (Tito 2:13). ¿No es maravilloso que esta vida no sea lo único que tenemos? Es fácil estar tan inmersos en el día a día que olvidamos que nuestro Salvador viene por nosotros. Nunca nos separaremos de Él o de Su santidad. Pasaremos juntos la eternidad.
Colosenses 1:27 dice: «Cristo en vosotros, la esperanza de gloria». Nuestra esperanza no está lejos de nosotros y Cristo tampoco es ajeno a nosotros, está ahí mismo en nuestra vida. Como Jesús está siempre con nosotros y vive en nosotros, podemos estar seguros de que nos escucha cuando oramos. Jesús está íntimamente relacionado con nosotros, en todas partes, todo el tiempo (Salmo 139:7-10). Dios no solo está con nosotros; Él prepara nuestra vida para nuestro bien. Dios está en medio de todo con nosotros. Hasta en circunstancias difíciles, podemos tener esperanza porque Dios, en Su soberanía, nos tiene justo donde quiere que estemos. Ya sea para que crezcamos en fe o para acercarnos a Él, Dios nos tiene donde estamos por una razón y nos sostiene en cada dificultad (Isaías 41:10; Romanos 5:1-5).
No hay situación tan imposible, agonizante y agotadora de vitalidad en la que nuestro Señor resucitado no pueda brindarnos Su vida resucitada y sacarnos adelante y, si así lo desea, incluso librarnos de esa situación. Que hoy podamos encontrar ayuda, esperanza y consuelo en Jesucristo, nuestra esperanza viva. Jeff Christianson1
Tenemos una esperanza viva (1 Pedro 1:3). Esta esperanza viva nunca acabará y nos sostiene en medio del sufrimiento. La nuestra es una esperanza viva solo porque su fundamento es la resurrección de Jesús de entre los muertos. El hecho de que Jesús fuera levantado de los muertos hace dos mil años nos da una convicción inquebrantable de que nuestra esperanza no es en vano. Su resurrección reivindica a Jesús como el Señor de la creación que ahora mismo está haciendo nuevas todas las cosas (Apocalipsis 21:5).
Esta esperanza viva es nuestra esperanza de una salvación que incluye una herencia incorruptible (1 Pedro 1:4). La nueva vida que tenemos en Cristo es algo que jamás podremos perder. De hecho, será aún más gloriosa cuando alcancemos el estado eterno.
Esta herencia, la cual experimentaremos plenamente cuando veamos a Dios cara a cara en el tiempo postrero, no se puede perder porque Dios la está guardando para nosotros y guardándonos por medio de la fe (1 Pedro 1:5). En el análisis final, Dios no solo inicia nuestra salvación al hacer que tengamos un nuevo nacimiento espiritual, Dios también hace que Su pueblo esté seguro en su salvación por medio de la fe. Es decir, Dios nos concede el don de tener fe y una vez que ejercitamos esa fe, Él la sostiene y la aumenta.
John Calvin nos dice que 1 Pedro empieza con una descripción de nuestra esperanza indestructible para que podamos «disfrutar del tesoro invalorable de la vida futura y para que no nos derrumbemos por las aflicciones del tiempo presente, sino que las soportemos con paciencia, estando satisfechos con la felicidad eterna». Nuestra esperanza viva nos hace estar firmes en medio de las dificultades, sabiendo que nuestra recompensa final no se encuentra en este mundo caído. Dedica un tiempo para darle gracias a Dios por concedernos esta esperanza. Ligonier.org2
Resulta que la muerte no figuraba en el plan original de Dios para Su creación. Fue introducida a raíz de la desobediencia del hombre. El designio divino era que el hombre viviera para siempre; pero Dios no pudo permitir eso a causa de la naturaleza pecaminosa del hombre tras la caída. La muerte es el castigo que se nos impone por el pecado. Todos debemos sufrirla. «Como el pecado entró en el mundo por un hombre [Adán], y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron» (Romanos 5:12).
Afortunadamente, el aguijón de la muerte fue anulado. Con Su resurrección, Jesucristo venció la muerte. La Biblia alude a la «esperanza viva» que representa la resurrección de Jesús (1 Pedro 1:3). Como Jesús fue resucitado de entre los muertos, existe la promesa de que otros también resucitarán. Eso sucederá en el tiempo de la segunda venida de Jesús, cuando todos los que lo hayan aceptado en su corazón y estén aún con vida recibirán cuerpos sobrenaturales semejantes al cuerpo glorioso que tenía Jesús después que resucitó (1 Corintios 15:51-52).
Si confiamos en Jesús, nosotros también tenemos la esperanza viva de entrar al cielo por toda la eternidad, sin el dolor ni las contrariedades que sufrimos ahora. «Enjugará Dios toda lágrima de [nuestros] ojos [...]; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas [pasarán]» (Apocalipsis 21:4). Uday Paul
Pedro afirma que es el nuevo nacimiento lo que nos da una esperanza viva, afirmar esa salvación es un don de Dios. Al igual que un infante no hace nada para nacer, nosotros experimentamos el renacimiento no por quienes somos ni por nada que hayamos hecho. Nacemos de Dios (Juan 1:13) por medio de la resurrección de entre los muertos de Jesús. La salvación cambia quienes somos (2 Corintios 5:17), logrando que muramos al pecado y vivamos a la justicia en Jesucristo (Efesios 2:5).
La esperanza viva está anclada en el pasado, Jesús resucitó de entre los muertos (Mateo 28:6). Continúa en el presente, Jesús vive (Colosenses 3:1). Y perdura en el futuro, Jesús nos promete una vida eterna de resurrección (Juan 3:16; 4:14; 5:24).
Tenemos una herencia que jamás va a ser tocada por la muerte, ni manchada por el mal, ni se desvanecerá con el tiempo; es a prueba de muerte, pecado y tiempo. Esta herencia también es a prueba de fallos porque Dios la guarda y preserva en el cielo para nosotros. La esperanza viva del creyente es sólida y segura: «La cual tenemos como segura y firme ancla del alma» (Hebreos 6:19-20). Jesucristo es nuestro Salvador, nuestra salvación, nuestra Esperanza Viva. GotQuestions.org3
Como Pedro afirma que la esperanza viva está segura por la resurrección de Jesús de entre los muertos, es posible que tenga en mente también la resurrección del creyente. Dios ha prometido que el creyente en Cristo, el cual ha nacido de nuevo por el Espíritu de Dios, un día resucitará y pasará la eternidad con Él en el nuevo cielo y la nueva tierra (Apocalipsis 21). La resurrección de Cristo es la garantía (ver 1 Corintios 15).
Sin embargo, la resurrección de los creyentes aún no ha sucedido. Los amados creyentes continúan muriendo. La persecución va en aumento. De hecho, uno de los principales temas en primera de Pedro es cómo vivir bajo persecución. Toda la evidencia pareciera ser contraria a la idea de la victoria final del cristiano. Si nos basamos en nuestra experiencia, el sufrimiento y la muerte parecen prevalecer. No obstante, hay una evidencia primordial que no puede ser excluida: la resurrección de Jesucristo. La resurrección de Jesús garantiza que Su sacrificio por nuestros pecados fue un sacrificio aceptable. Él venció a la muerte y promete darle a los que confían en Él un cuerpo nuevo, glorioso y resucitado.
Como los cristianos tienen la esperanza de una futura resurrección y una eternidad con Jesús, pueden vivir con esperanza ahora. Lo que sabemos que ocurrirá en el futuro influye en la manera en que vemos el presente. Los cristianos tienen expectativa y están llenos de esperanza. La resurrección de Jesús es la entrada a todo lo demás que Dios ha prometido. Dios ya ha probado su valía en el pasado y ha garantizado nuestro futuro, por eso nuestra esperanza es una realidad en el presente. La esperanza viva abarca todo lo que Dios ha prometido, pero que aún no ha sucedido. Compelling Truth4
Publicado en Áncora en mayo de 2024.
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