marzo 12, 2024
[Breaking Down Fear]
Existe la teoría de que nacemos con solo tres miedos: el miedo a los ruidos fuertes, el miedo a caer y el miedo al abandono. Según algunos psicólogos venimos programados con esos tres temores; todos los demás son adquiridos. El miedo a las arañas, a la oscuridad, a los dentistas, y el resto de nuestros muchos temores se integran a nuestra psiquis a través de experiencias que vivimos o información que vamos juntando.
Los temores generalmente se dividen en dos categorías: los legítimos que nos advierten de una amenaza real, ya sea física o emocional, y los infundados, que se originan en la imaginación y tienen escaso o ningún fundamento en la realidad. El problema es que al cerebro le cuesta distinguir entre ellos; de ahí que con frecuencia reacciona de la misma manera ante ambos: con un aumento de la actividad en la amígdala cerebral1 que desencadena una reacción que según los casos puede ser huir o presentar batalla.
Un método que emplean los terapeutas para ayudar a una persona a superar un temor es la exposición controlada a lo que causa esa reacción de miedo. Cuando lo que se teme no se materializa —es decir, cuando la consecuencia temida deja de ocurrir reiteradamente—, la mente se reprograma para no reaccionar con miedo ante la presunta amenaza.
Otros temores son más difíciles de superar, ya que no están vinculados a una situación física. Son más bien internos y están asociados con la preocupación y la inseguridad. Puede dar buenos resultados analizarlos, para distinguir entre las situaciones reales y las percepciones erróneas. Claro que no hay ayuda más eficaz que la que nos puede proporcionar Dios, la mayor fuente de comprensión, consuelo y alivio frente a tales temores. Cuando tenemos la certeza de que Él se preocupa por nuestro bienestar, que está con nosotros en todo momento y nos promete que al final todo redundará en bien de los que aman a Dios2, eso ayuda a cambiar el cariz de la situación y los temores se disipan.
Para liberarnos del temor, Dios nos ofrece una conexión íntima con Él. Esa conexión la establecemos a través de la oración y la fortalecemos mediante la lectura y el estudio de la Palabra de Dios, creyendo las promesas que nos hace y aplicándolas a nuestra vida cotidiana. Cuanto más aprendemos a confiar y a depender de Dios, más puede ayudarnos a superar nuestros miedos. Roald Watterson
*
No temas, porque Yo estoy contigo; no desmayes, porque Yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de Mi justicia. Isaías 41:10
*
La Biblia nos dice que «el amor es de Dios» y que «Dios es amor» (1 Juan 4:7-8); dicho de otro modo, el amor es una característica fundamental de quién es Dios. Hay una palabra que describe claramente el tipo de amor que Dios manifiesta. En el griego, la palabra es ágape, y se refiere a un amor benévolo y caritativo que busca lo mejor para el ser querido.
«Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor y timidez sino de poder, amor y autodisciplina» (2 Timoteo 1:7). En ocasiones este «espíritu de temor» nos abruma y para superar ese miedo debemos confiar en Dios y amarlo más plenamente. […] Para ayudarnos a tener un amor pleno, Dios ha esparcido generosamente ánimo a lo largo de la Biblia. Dios nos dice que no temamos la soledad, ser demasiado débiles, no ser escuchados cuando oramos o que nos falten las necesidades básicas. Estas exhortaciones cubren diversos aspectos del «espíritu de temor».
Las Escrituras rebosan de exhortaciones que Dios hace a Su pueblo para superar el miedo y la duda, habiendo más de 350 mandatos de «no temer». Es más, el estímulo más recurrente de Jesús es un llamado a vivir sin miedo (ejemplos: Mateo 6:25; 9:2; 10:28; 10:31).
La clave para vencer el miedo es tener una confianza total y absoluta en Dios. La confianza en Dios fue lo que hizo que Sadrac, Mesac y Abed-nego enfrentaran el horno de fuego sin miedo (Daniel 3). La confianza en Dios hizo que Esteban se plantase sin miedo frente a sus asesinos (Hechos 7). Confiar en Dios es rehusar ceder ante el miedo. Incluso en los momentos más oscuros, podemos confiar en que Dios puede arreglar la situación. Esta confianza viene de conocer a Dios y saber que Él es bueno. GotQuestions.org3
*
Un ángel se apareció al gentío que se había reunido frente a la tumba vacía de Jesús y ¿saben que fue lo primero que les dijo?
No teman.
En realidad, es el mandato más recurrente en toda la Biblia… se repite 365 veces.
¡Es un mandamiento para no temer los 365 días del año!
Es más fácil decirlo que hacerlo, pues el miedo se manifiesta en forma de ansiedad, preocupación o incluso de enojo.
Entonces, ¿cómo podemos estar seguros de que podemos vivir sin miedo por causa de la resurrección?
Porque conocemos estas cinco verdades:
Pero no todos son conscientes de estas cinco verdades. […]
Por eso, den a conocer las Buenas Nuevas a tantas personas como sea posible. Rick Warren4
*
Hace algunos años leí un relato que decía más o menos así:
Un grupo de científicos y botánicos exploraban remotas regiones de los Alpes buscando nuevas especies de flores. Cierto día notaron con los binoculares una flor de rara belleza cuyo valor para la ciencia era incalculable. Pero se encontraba en lo profundo de una quebrada con precipicios a ambos lados. Para conseguir la flor tendríamos que ayudar a alguien a descender por el precipicio con una soga.
Un curioso jovencito observaba de cerca y los científicos le dijeron que le pagarían bien si estaba dispuesto a que lo bajaran por el precipicio para conseguir la mencionada flor.
El muchacho echó una buena mirada al profundo precipicio y dijo: «Regreso en un momento». Al poco tiempo regresó seguido de un hombre de pelo canoso. Acercándose al botánico, el joven dijo: «Bajaré por el precipicio y traeré esa flor para ustedes siempre y cuando este hombre sostenga la soga. Es mi padre.»
Toda su certeza se basaba en el hecho de que su padre era de confianza. ¿No es esto aún más cierto para nosotros como cristianos? Our Daily Bread5
*
Dios de toda consolación, me encanta cuando me susurras: «No temas, porque Yo estoy contigo. No desmayes, porque Yo soy tu Dios». Estas amorosas palabras son como una abrigada frazada a mi alrededor, que me brinda refugio en contra del frío del miedo y el desaliento.
Cuando me acechan las dificultades, recuérdame que me aferre a Tu mano con firmeza y que permanezca en comunicación contigo. Puedo confiar y no temer porque Tú eres mi fortaleza y mi canción. Tu poderosa presencia siempre está conmigo: ¡Jamás enfrento nada solo! Me siento agradecido de que hayas prometido fortalecerme y ayudarme.
Tu poderosa mano me sostiene en las buenas y en las malas. Cuando todo va bien en mi vida, puede que no esté tan atento a Tu fiel Presencia. Pero cuando ando por el valle de sombra de muerte, soy profundamente consciente de cuánto te necesito. En esos momentos, lo que me sostiene es aferrarme a Tu mano, y así puedo avanzar paso a paso.
Mientras busco soportar la adversidad dependiendo confiadamente de Ti, por favor, bendíceme con paz y alegría en Tu Presencia.
En Tu precioso nombre, Jesús, amén. Sarah Young6
Publicado en Áncora en marzo de 2024.
1 A la amígdala cerebral se la conoce como el asiento de las emociones.
2 Ver Jeremías 29:11; Romanos 8:28.
4 Pastors.com.
5 https://www.sermonsearch.com/sermon-illustrations/6796/boy-trusted-his-father, https://www.sermonsearch.com/sermon-illustrations/6795/because-youre-my-dad
6 Sarah Young, Jesus Listens (Thomas Nelson, 2021).
Copyright © 2024 The Family International