febrero 13, 2024
[Mercies Renewed Every Morning]
¡El fiel amor del Señor nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan. Grande es Su fidelidad; Sus misericordias son nuevas cada mañana. Lamentaciones 3:22,23
El libro de Lamentaciones tiene cinco lamentos poéticos sobre la destrucción de Jerusalén, el templo destruido y la situación desdichada del pueblo de Judá. El autor pide a la gente que se vuelva hacia Dios, que se arrepienta y pida misericordia. Lamentaciones 3:23 está en la única sección del libro que ofrece un resquicio de esperanza en medio de la desesperación. Ese pasaje nos recuerda que Su fiel amor es constante ante las pruebas y los amargos pensamientos. Cuando queremos rumiar el pesar y la angustia, se nos dice que pongamos nuestra esperanza en el Señor porque Sus misericordias nunca terminan.
El Salmo 4:8 nos dice que podemos acostarnos y dormir en paz, incluso cuando las preocupaciones den vueltas a nuestro alrededor. Otro salmista escribe que el pesar puede durar por una noche, pero la alegría llega en la mañana. El tema de la mañana se observa en las Escrituras. Jesús se levantó en la mañana a orar. Sofonías 3:5 nos dice que el Señor no falla cada nuevo día. Los nuevos días son nuevas oportunidades para que andemos con fe en la verdad de las misericordias de Dios. […]
Cada mañana nos presenta nuevas oportunidades de un alud del amor, compasión e inquebrantable fidelidad de Dios. Incluso cuando despertamos con turbias nubes de tormenta en el horizonte, de todos modos el sol está detrás de ellas. Es posible que nos perdamos el fulgor del amanecer pero sabemos que está ahí. La misericordia de Dios siempre está disponible para nosotros. Mañana, tarde y noche. Y Dios nos da oportunidades de confiar en que Él actuará en nuestra vida y nos dará Su misericordia en abundancia.
En el Antiguo y en el Nuevo Testamento, podemos ver que la misericordia de Dios fluye desde Su naturaleza indulgente. Revela Su misericordia en la manera en que proveyó el maná para el viaje de los israelitas por el desierto. Lo vemos una vez tras otra en Su protección y liberación de Su pueblo. Se muestra misericordioso cuando es lento para la ira y lleno de amor. La misericordia no es un beneficio basado en nuestros méritos, sino un don de Dios.
En el Nuevo Testamento, Jesús hizo que la misericordia fuera parte esencial de Su ministerio. Cenó con los recaudadores de impuestos, sanó a los enfermos, alivió el hambre, calmó las tormentas, devolvió la vista y resucitó a los muertos. Él es la máxima expresión de la misericordia de Dios hacia nosotros. La misericordia actúa. Es la respuesta que Dios nos da y la respuesta que se espera que demos a otros. Del amor de Dios fluye Su misericordia, la que es Su habilidad para hacer que la humanidad pecadora vuelva a Él. La salvación es el acto misericordioso de Dios de retener el castigo eterno, y es Su gracia que concede el perdón y la vida eterna. La Biblia es la forma en que Dios ha revelado Su corazón misericordioso hacia nosotros. Jessica Van Roekel1
En el Nuevo Testamento, la palabra griega empleada con mayor incidencia es eleos. Se la define como bondad o buena voluntad para con los desdichados y afligidos, junto con el deseo de ayudarlos; de Dios para con los hombres: en general, providencia; la misericordia y clemencia de Dios, que proporciona y ofrece a los hombres salvación por Cristo2 Esta palabra expresa la misericordia de Dios —por la cual envió salvación a la humanidad—, así como Su piedad y compasión, es decir, el que se apiade y sienta pena del sufrimiento ajeno.
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, la misericordia, la piedad y la compasión se aplican con frecuencia a situaciones en que la gente padece angustia, sufrimiento o necesidad. (Mateo 9:36, 20:34).
La Biblia enseña que la misericordia de Dios es abundante y permanece para siempre: «Tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan3(Salmo 86:5). «Grande es hasta los cielos Tu misericordia y hasta las nubes Tu verdad4(Salmo 57:10).
La encarnación es el ejemplo más elocuente de la misericordia que Dios ha dispensado a la humanidad. El que Jesús se hiciera hombre para morir por nuestros pecados y sufrir Él mismo el castigo que legítimamente nos merecíamos es la mayor manifestación del amor y misericordia divinos. Movido por ese amor y misericordia, optó por hacer ese sacrificio a fin de reconciliarnos consigo mismo.
Dios, por Su amor y misericordia, dispuso un medio por el cual nosotros, que somos pecadores, podemos redimirnos. Su santidad y Su justicia, a la par que Su gracia y Su misericordia —todos ellos atributos que forman parte de Su naturaleza y personalidad, de Su esencia—, obran conjuntamente por Su divino amor para plasmar lo que para el hombre es imposible: expiar nuestros pecados, suprimir la separación que existe entre nosotros y Dios como consecuencia del pecado, de modo que podamos vivir eternamente con Él (Efesios 2:1-8).
No queriendo que ninguno perezca, Dios nos abrió una vía de salvación por medio de Jesús, de manera que mediante la fe en Él nos libramos de morir, de ser castigados por nuestros pecados, de quedar separados de Dios. Ese es el preciado don de nuestro Dios paciente, compasivo y misericordioso. Peter Amsterdam
El amanecer de cada nuevo día podría verse como un símbolo de la luz de Dios que se abre paso en la oscuridad y de Su misericordia que vence nuestros problemas. Cada mañana se manifiesta la gracia de Dios, es un nuevo comienzo en el que debe huir la oscuridad. No necesitamos mirar más allá del aire que respiramos o del sol que nos ilumina, o de la lluvia que cae para alimentar la tierra. Las misericordias de Dios continúan llegándonos por medio de una multitud de manifestaciones.
La misericordia de Dios hacia nosotros no tiene fecha de fecha de vencimiento. Sus misericordias son nuevas cada mañana, ya que son perpetuas y siempre están disponibles para los que tienen necesidad. Tenemos nuestros altibajos, y «aun los muchachos se fatigan y se cansan» (Isaías 40:30), pero Dios es fiel a pesar de todo. Con cada amanecer nos llega una nueva tanda de compasión. La compasión de Dios proviene de un depósito infinito; Sus misericordias nunca se agotan. […]
En Jesucristo tenemos la máxima expresión de la misericordia y la compasión de Dios (ver Mateo 14:14), y Él es «el mismo ayer, hoy y por siempre» (Hebreos 13:8). En efecto, las misericordias de Jesús son «nuevas cada mañana». Gotquestions.org5
La mañana simboliza frescura, nuevos comienzos y esperanza. Al igual que cada nueva mañana trae un nuevo día y la nueva luz aparta la oscuridad de la noche, podemos refrescar nuestra alma de la misma manera. Cada amanecer podemos buscar la luz de la Palabra de Dios para disipar la oscuridad de nuestra vida y dar esperanza a nuestra alma.
A diario podemos alimentarnos del gran amor, misericordia y fidelidad de Dios. Podemos hacerlo con las Escrituras.
«Por la mañana hazme saber de Tu gran amor, porque en ti he puesto mi confianza. Señálame el camino que debo seguir, porque a ti elevo mi alma. […] Enséñame a hacer Tu voluntad, porque Tú eres mi Dios. Que Tu buen Espíritu me guíe por un terreno firme» (Salmo 143:8–10).
«Compasivo y clemente es el Señor, lento para la ira y grande en misericordia. No contenderá para siempre ni para siempre guardará el enojo. No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Pues como la altura de los cielos sobre la tierra, así ha engrandecido Su misericordia sobre los que le temen. Tan lejos como está el oriente del occidente así hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. Como el padre se compadece de los hijos, así se compadece el Señor de los que le temen. Porque Él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo» (Salmo 103:8–14). […]
La Biblia nos dice en Hebreos 2:17 que Jesús es nuestro sumo sacerdote y que es misericordioso. Por medio de Él tenemos acceso a la misericordia de Dios para recibir perdón y todas Sus otras bendiciones.
«Pero Dios, que es rico en misericordia, por Su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados! Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó y nos hizo sentar con Él en las regiones celestiales, para mostrar en los tiempos venideros la incomparable riqueza de Su gracia, que por Su bondad derramó sobre nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe. Esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios y no por obras, para que nadie se jacte» (Efesios 2:4–9).
«Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir la misericordia y encontrar la gracia que nos ayuden oportunamente» (Hebreos 4:16).
Cada mañana tenemos acceso a nuevas misericordias porque está escrito: «Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por siempre»(Hebreos 13:8). Danielle Bernock6
Publicado en Áncora en febrero de 2024.
Copyright © 2024 The Family International