enero 15, 2024
[He Satisfies Completely]
Elegí Juan 16:32 para nuestra meditación de hoy. Jesús dijo: «Me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo».
Creo que todos los creyentes podemos decir lo mismo. «Pueden dejarme solo, otros me pueden abandonar, pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo».
Hace años comenté que recibimos muchas cartas de personas que se encuentran solas. Principalmente, se sienten agobiadas por dos cuestiones que les pesan más que los problemas, y son la enfermedad y la soledad. El versículo de hoy se refiere a esto último.
Hay quienes nadan en la abundancia y tienen gente a su alrededor y sin embargo viven en la más completa soledad. Hace tiempo conté la historia de un joven que se encontraba en un hotel de Los Ángeles. Pensaba suicidarse, saltar desde una ventana para lanzarse al vacío, pero mientras se dirigía hacia la ventana tropezó con una mesa y tiró al suelo una Biblia. Ésta cayó abierta y el joven, con curiosidad, se agachó para leer lo que decía. Era este mismo versículo: «Me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo».
Su esposa lo había abandonado, igual que sus amigos. Le pareció que ese versículo era un mensaje directo de Jesús para él. Se sentó y tomó la Biblia y leyó una y otra vez esas palabras: «No estoy solo, porque el Padre está conmigo». Luego leyó otras escrituras sobre el Padre. La historia tiene un final feliz: ¡milagrosamente se salvaron su vida y su alma!
Al pensar en eso, recordé un poema:
Cuando te rodee la noche
y lleguen amenazadoras tinieblas y turbión,
pídele a Jesús que se acerque a ti
y te conceda una nueva canción.
Y al afligirte flaquezas, te dará tan bella melodía
que hasta la cantará contigo,
y tomará todas tus piezas rotas
y las mezclará con las Suyas, mi amigo.
Anónimo
Me encanta la parte que dice: «Te dará tan bella melodía que hasta la cantará contigo… y las mezclará con las Suyas». El Señor Jesucristo estará presente en cada aspecto de tu vida. Esa es una promesa. Te guiará y vivirá a través de ti. Fundirá Su vida con la tuya. ¡Qué maravilla! El versículo de hoy, Juan 16:32, es verdadero y podemos invocarlo para nosotros.
La historia de ese joven me recuerda algo que me sucedió hace un tiempo. Mi querido esposo falleció. Al principio me sentía muy sola, aunque no con la clase de soledad que el mundo conoce. Llevábamos 54 años juntos y de repente me faltó su presencia.
Pero como Jesús habita en mi corazón y siempre está ahí, jamás he sentido la soledad que experimenta este mundo. Siempre siento Su presencia.
Cuando un ser querido muere, se crea un vacío en el corazón y en el hogar, y experimentamos soledad. También existe la soledad de los ancianos.
Yo no creo que forzosamente en la vejez uno se sienta más solo que en otras etapas de la vida, después de todo, los jóvenes cuando están lejos de casa y entre desconocidos también sienten añoranza y hasta se enferman por ello. Pero es duro cuando tu cónyuge de toda la vida y muchos de tus amigos han fallecido.
Un día, escribía una carta mientras me encontraba en la lavandería, y escuché a una señora mayor que le contaba algunos incidentes de su vida a la mujer que estaba sentada a su lado. Más tarde le comenté a esa mujer:
—A tu amiga le encantó hablar contigo.
Y me respondió:
—Se siente muy sola y no tiene a nadie con quién conversar. Pensé que haría una buena obra siendo una oyente complaciente. Está tan sola.
A veces, es maravilloso mostrar interés y simplemente escuchar a un alma solitaria.
También existe la soledad del liderazgo. Hay líderes que debido a que son fieles a sus convicciones, reciben burlas y rechazo. Jesús conocía ese rechazo, por eso en Juan 6:66 dice: «Muchos de Sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con Él». Esa es la soledad de la incomprensión.
También está la soledad de la derrota, como la que sintió Elías cuando se sentó debajo de un enebro deseando morirse. Se sentía terriblemente solo. Estaba siendo perseguido y rechazado. (Véase 1 Reyes 19:3,4.) Existen muchas otras clases de soledad; y puede sucederle a cualquiera.
Todo ser humano siente un profundo anhelo por ser comprendido, por compartir con alguien sus intereses. Alguien que le ayude a resolver sus problemas y simpatice con él. Alguien que participe de sus éxitos y alegrías, de sus fracasos y tristezas.
Quizás te preguntes de dónde nace ese profundo anhelo, ese intenso deseo de que alguien nos comprenda de veras. Quizás te cuestionas por qué no existe ningún ser humano que te comprenda plenamente, ni logre acceder a lo más recóndito de tu alma, corazón y mente. Parece que siempre hay un lugar al que nadie puede tener acceso sino solo tú.
Y si así es, es porque Dios nos diseñó de esa manera. Él nos creó un alma viviente que tan solo Él puede comprender totalmente y solo con Él se puede disfrutar de la más íntima y plena relación.
Somos Sus obras maestras, ¿y crees que nos dejaría con algún vacío que no pueda llenarse? No. Él tiene en cuenta dicha necesidad. Nos ha provisto de todo lo necesario: alimento para el cuerpo, conocimiento para la mente, amor para el corazón. ¿Permitiría que el alma quedara insatisfecha? Piénsalo por unos instantes. ¿Dejaría Dios que el alma del ser humano quedara insatisfecha? Por supuesto que no.
Existe un remedio para ese anhelo por comprensión total y absoluta, y eso forma parte crucial del plan divino. El Señor sabía que cuando el hombre descubriera que la comprensión y el amor humano son insuficientes, entonces acudiría a la comprensión y al amor divino cuando no la encuentre en ninguna otra parte. Dios mismo es la respuesta, solo Él satisface de verdad. Solo Él mitiga ese anhelo. Dale una oportunidad.
Dios te creó para Sí mismo, y no podrás desembarazarte de esa soledad hasta que le permitas que llene tu vida. Cuando lo haga, jamás volverás a sentir esa clase de soledad. Él sabía que sentirte aislado e incomprendido te acercaría a Él. Solo Dios puede saciar el alma. La Palabra dice: «Mi porción es el Señor». (Lamentaciones 3:24). Y Dios te hizo así, de manera que solo Él sacie tu alma. Satisfará cada anhelo de tu corazón. ¡Es verdad!
Millones de personas dan testimonio de que, hasta que no conocieron a Jesús, no descubrieron la satisfacción total. Dios es lo bastante grande para llenar el alma y darnos la más completa, ideal y perfecta amistad. Ese vacío que sientes, esa carencia, es el clamor de tu alma por tu Creador.
Y a los creyentes les digo, la Palabra de Dios es veraz. Si te sientes solo, acércate a la Porción que satisface: «Mi porción es el Señor». Cuentas con las espléndidas promesas de la Biblia, con Dios mismo que las respalda con todo Su Poder, verdad y amor.
A los que no lo conocen aún, les animo a que lo inviten a su corazón solitario. Y así podrán decir como Jesús: «No estoy solo, porque el Padre está conmigo» (Juan 16:32). Él es tu Padre celestial, ¿por qué no le entregas tu corazón solitario?
Esa es la manera en que hace que te acerques. Es una manifestación de Su amor y Su anhelo de ti. Te ama y te desea. Ansía disfrutar de tu compañía. Si te haces amigo de Jesús ahora mismo, nunca más volverás a sentir esa angustiosa soledad.
Dale una oportunidad al Señor. Invítalo a entrar en tu corazón y disfrutarás de la maravillosa compañía que te ofrece. Abre tu corazón y entrégale tu vida, para que Él entre y colme ese vacío que sientes.
Texto adaptado de la transcripción de un programa de Momentos de meditación. Publicado en Áncora en enero de 2024.
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