enero 3, 2024
[The Impossible Made Possible]
Llevamos más de 25 años sirviendo a tiempo completo a una comunidad de África. Kenia se ha convertido en nuestro hogar. Hemos tenido altibajos, enfrentamos retos y contratiempos, y disfrutamos de incontables victorias y mucho progreso durante nuestra labor de ayuda.
Sin embargo, cuando el COVID azotó el mundo, las circunstancias extremas pasaron a otro nivel, en especial en las comunidades marginadas en las que trabajamos.
Pedimos en oración regularmente provisión abundante para las necesidades que se presentan, pero durante esta época, la situación económica decreciente que existe en el mundo, y en particular en nuestra región, nos hizo postrarnos de rodillas. El fuerte aumento de la pobreza, hizo que nuestro trabajo pasara a una nueva dimensión.
Y con el aumento constante de gente que contrajo el virus, me empecé a sentir sumamente preocupada, preguntándome cómo íbamos a superar esta crisis. Nuestro trabajo depende del apoyo de simpatizantes, y las restricciones impuestas como resultado de la pandemia crearon un sinnúmero de nuevos desafíos para nuestro pequeño equipo. Nuestro trabajo de ayuda y nuestros programas de divulgación del mensaje en escuelas informales se detuvieron cuando todas las instituciones educativas cerraron indefinidamente. No teníamos ni idea de cómo continuaríamos nuestras actividades, o cómo podríamos recaudar recursos en una economía debilitada.
Nuestra fe estaba siendo sometida a pruebas exhaustivas, por lo que decidimos reunirnos cada mañana para orar fervientemente. Invocar las promesas de la Palabra de Dios cobró un significado más profundo. Depositamos nuestra fe en estos versículos:
«Si permanecen en Mí y Mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá» (Juan 15:7).
«Esta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que, si pedimos cualquier cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido.» (1 Juan 5:14–15.)
Luego llegó el momento de actuar. Compartimos impresiones y testimonios en línea sobre la creciente lucha que enfrentaban los marginados para su supervivencia diaria, con la esperanza de que esta súplica motivara a algunas personas de buen corazón a sentir la motivación de ayudar durante esta época difícil.
Conscientes de que las dificultades económicas no solo afectaban a los pobres, sino también a casi todos los negocios, en especial en nuestro país africano, dudábamos que nuestro intento aparentemente débil de crear conciencia trajera muchos resultados positivos. Pero sabiendo que Dios muchas veces se vale de nuestras dificultades para fortalecer nuestra fe, teníamos la certeza de que todo se resolvería.
Después de recibir varias respuestas diciendo: «Lo siento, no les puedo ayudar», a punto de darnos por vencidos, ocurrió lo casi imposible. Recibimos una llamada de un conocido que casi habíamos olvidado. Nos explicó que quería ayudar a los pobres y que había orado para saber con quién comunicarse. Nos dijo que Dios le había indicado que éramos las personas que mejor utilizaríamos las donaciones con las que quería contribuir.
Gracias a que una persona, en medio de la pandemia, escuchó el clamor pidiendo ayuda, nació un nuevo ministerio. Desde entonces hemos podido proveer raciones de alimentos semanales a cientos de familias necesitadas. Un equipo de voluntarios jóvenes nos ayuda a distribuir cada semana paquetes asistenciales de gran tamaño a personas mayores, discapacitadas y postradas en cama, así como a pacientes con cáncer, tuberculosis y SIDA.
Después del ejemplo de generosidad de este hombre, otros dieron un paso para ayudar de diferentes maneras. Como resultado, las cestas vacías se llenaron, muchas vidas fueron afectadas y la fe en la bondad de Dios se reavivó.
Estas son unas joyas que recopilamos de esta situación «imposible».
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