diciembre 21, 2023
Un Niño nos ha nacido, Hijo nos ha sido dado, y el principado sobre Su hombro. Se llamará Su nombre «Admirable consejero», «Dios fuerte», «Padre eterno», «Príncipe de paz». Isaías 9:6
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Jesucristo nació en las más viles circunstancias; pero el aire resonaba con los aleluyas de las huestes celestiales. Se alojó en un establo, mas una estrella trajo de muy lejos a distinguidos visitantes para que le rindieran homenaje.
Su nacimiento contradijo las leyes de la vida. Su muerte impugnó las leyes de la muerte.
No poseía trigales ni pesquerías, mas dio de comer a 5.000 comensales, y le sobraron pan y pescado. No caminaba sobre mullidas alfombras, pero anduvo sobre las aguas. No obstante, de todos los milagros que obró, ninguno es tan prodigioso e inexplicable como el amor que nos brinda a ti y a mí. Revista Conéctate
Todos los años espero con ilusión la Navidad. Me fascina cómo las ramas de pino y los lazos rojos transforman los rincones insulsos de una casa en un ambiente maravillosamente acogedor. La música navideña me trae recuerdos de navidades pasadas y me llena de ilusión en esta temporada. Cada año, cuando decoro el árbol, me quedo impresionada de todo lo que ocurrió desde la última vez que decoré el árbol. Sin importar dónde me llevó el año, éste culmina con el gozo que trae esta temporada especial.
De niña mis navidades no fueron tradicionales. No esperábamos regalos ni exigíamos un menú especial. No esperábamos ver nieve o una Navidad blanca. No nos importaba en qué idioma cantábamos nuestros villancicos preferidos. No sabíamos con quién compartiríamos la Navidad. Algunos años teníamos un árbol, otros no. He pasado la Navidad en más de una docena de países: Portugal, Canadá, Hong Kong, Macao, Taiwán, China, Italia, Grecia, Hungría, Polonia, EE.UU., Uganda, Kenia, Tanzania y México.
Algunos de estos países son muy tradicionales en su forma de festejar la Navidad, y otros casi ni la festejan. Algunos la festejaban con tradiciones conocidas para mí, y otros lo hacían de formas totalmente nuevas y desconocidas.
Toda mi vida la Navidad tuvo una característica común: la celebración del cumpleaños de Jesús. Era la temporada en la que recordábamos la gran alegría que inundó el mundo cuando Dios envió a Su Hijo para unir la perfección de Dios con la naturaleza pecaminosa del ser humano. Era la primera vez que la humanidad ya no tenía temor a la muerte. ¡Había llegado la Salvación! Siempre festejábamos Su cumpleaños procurando brindar la Salvación a cuantas persona pudiéramos.
Tengo lindos recuerdos de los encuentros personales que tuve con las personas que conocimos durante las navidades, de las veces en que vi el impacto que tenía el amor de Dios en un corazón solitario acongojado.
Hubo una época en la que yo deseaba que nuestra familia hubiera desarrollado más tradiciones navideñas. Quería que la Navidad conllevara una emoción acogedora familiar con rituales con sentido, eventos y comida rica. Quería que adoptáramos tradiciones que luego pudieran heredar nuestros hijos. Pero ahora lo veo de otra manera. No quiero que la Navidad cada año sea un desempaque de cajas con decoraciones acompañada de eventos predeterminados, intercambios y comida. No quiero una Navidad con expectativas, sino de ilusión.
El nacimiento de Jesús estuvo colmado de eventos inesperados: viajes, pastores, ángeles, soldados. Su vida desafió las tradiciones y las expectativas también, siendo la más impactante la resurrección de entre los muertos. Cada año cuando se acerca la época de Su cumpleaños, en lugar de intentar crear una Navidad de tradiciones, podemos abrirnos a lo que Dios quiera obrar por medio de nosotros.
Tal vez celebremos la Navidad con alguien nuevo. Puede que Dios nos conduzca a compartir la salvación con alguien. Puede que nos topemos con una necesidad inesperada y que esto nos motive a ser muy generosos.
Necesito este mensaje este año debido a unas circunstancias muy difíciles, del tipo que hace que el futuro, en especial el inmediato, no se vea muy halagüeño. ¿Cómo celebrar cuando cada día parece venir envuelto en circunstancias infelices? Pero luego recuerdo el mensaje que el ángel le dio a los pastores:
«No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor» (Lucas 2:10,11).
Ese es el gozo global que podemos compartir esta y cada Navidad venidera. Jesús está con nosotros y algo estupendo ocurrirá. Mara Hodler
Cada persona ve la Navidad desde su prisma particular. Para unos es una óptima oportunidad de ganarse un poco de plata; para otros constituye una desdicha en sentido económico, un vórtice por donde gastan lo que luego tardarán meses en recuperar.
Para unos es la temporada más propicia para gozar de la compañía de familiares y amigos, una época en que el amor y el cariño mutuos tienen preeminencia; para otros, la soledad se hace insoportable en esos días, más que en ningún otro período del año. Para unos la Navidad es sinónimo de la calidez y seguridad del hogar y la familia; para otros, en cambio, es un doloroso recordatorio de todo lo que no poseen y probablemente jamás poseerán.
Para unos es ocasión de reflexionar profundamente; para otros, oportunidad de festejar y olvidarse de todo. Algunos se zambullen en un derroche de obsequios para sus seres queridos, esperando a su vez recibir toda una avalancha de regalos; otros, en cambio, se valen de la ocasión para brindarse generosamente a extraños que sufren necesidad sin esperar nada a cambio.
Para unos es un breve escape anual a un mundo de ensueño vestido de luces de colores y adornitos donde todo es alegría y todo está bien; para otros es renovada esperanza de que un día se enmendará el mundo y los hombres de buena voluntad gozarán de auténtica paz en la Tierra.
Para unos el protagonista es un alegre viejito de traje rojo y larga barba blanca, que con unas cuantas carcajadas hace realidad los deseos de los niños; para otros, un niñito nacido en un pesebre, que hará realidad los deseos divinos.
Desde el principio de los tiempos, la humanidad había anhelado algo que llenara y de verdad diera sentido a su vida. ¿Quién hubiera adivinado que ello llegaría disfrazado de un chiquitín nacido en un establo? Sin embargo, así precisamente ocurrió.
Dios veía todos los corazones que había creado y todas las almas que habría de crear, y sabía con exactitud qué necesitaba cada uno. Entonces tomó una parte de Su corazón, creó con ella la solución perfecta y la envió al mundo. Esa solución se llama Jesús.
En la Navidad, los cristianos celebramos el verdadero sentido del día en que Dios amó tanto al mundo que envió a Su único Hijo como el mejor regalo de todos los tiempos (Juan 3:16). La Navidad es una ocasión de unirnos a millones de personas del orbe en la celebración del nacimiento de Cristo y compartir Su amor con los demás, de modo que todos tengan oportunidad de aceptar el regalo de la salvación que nos ofrece Dios. Que Dios te bendiga y haga de ti una bendición para otros durante esta temporada navideña. Keith Phillips
Señor, en una temporada en que todo corazón debería estar feliz, alegre, muchos lidiamos con la pesadumbre de la vida: cargas que nos quitan alegría del calcetín en que se colocan los regalos de Navidad. […]
A los que tienen el corazón azotado por la pena, por relaciones rotas, a los que solo conocen conflicto y confusión en su vida, a los que tienen el cuerpo cansado y que han sido puestos a prueba más allá de su capacidad este año, precioso Salvador, acércalos a Ti. Hazles saber que todavía eres el mismo Jesús que nació de una virgen, no en un hospital, sino en un establo, y que estuvo acostado en un pesebre. Todavía eres el enviado por el Padre celestial, el que no ofreció condenación por nuestros pecados, sino amor y perdón; y fraternidad divina, cotidiana.
Señor, no solo necesitamos Tu paz y alegría; las anhelamos. Prometiste descanso para el cansado, victoria para el que tiene las cicatrices de batalla, paz para el que está preocupado, y acogida para el quebrantado de corazón, no solo en Navidad, sino a diario, todos los años. […]
Tu nombre todavía es «Admirable consejero», «Dios fuerte», «Padre eterno» y «Príncipe de paz». Tus hijos clamamos para llenarnos nuevamente, y por una nueva conciencia de quién eres Tú. Por fe elegimos hacer que en nuestra vida sean una realidad las «buenas noticias de gran gozo» (Lucas 2:10; RVA-2015), de modo que otros nos vean como árboles iluminados de vida, señalando hacia Ti esta Navidad. Sabemos que algún día, toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Tú eres Señor. Además, sabemos que la paz en la Tierra solo puede llegar cuando los corazones encuentren paz contigo.
Sigues siendo nuestro Gozo. Sigues siendo nuestra Paz. Ya no eres un bebé en el pesebre. Eres Señor de señores y Rey de reyes. Y no dejamos de rendirte homenaje como Señor, esta Navidad y siempre. Rebecca Barlow Jordan[1]
Publicado en Áncora en diciembre de 2023.
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