Discernir las señales de los tiempos

octubre 23, 2023

Peter Amsterdam

[Discerning the Signs of the Times]

Sin duda, en los últimos tiempos hemos sido testigos de lo que ha representado un «tiempo de angustia» para mucha gente alrededor del mundo. En ciertos aspectos ha sido a un nivel sin precedentes dada la tecnología moderna que nos permite ver cómo se producen los acontecimientos en tiempo real por todo el orbe. Hemos presenciado conflictos relacionados con el racismo, la discriminación y la arbitrariedad; cuestionamientos a la autoridad y la violencia; corrupción en las altas esferas, e interrogantes sobre los límites entre la libertad individual y las responsabilidades civiles. No cabe duda de que en muchos aspectos vivimos en tiempos angustiosos.

Naturalmente, es importante recordar que cada generación ha experimentado su singular conjunto de adversidades, conflictos y dificultades inherentes a su desarrollo. Una mirada a la Historia nos revela que ese esquema se repite continuamente. Eso a los cristianos no nos sorprende, pues sabemos que vivimos en un mundo imperfecto luego de la caída y que el pecado es una realidad que cada generación debe afrontar, el cual se manifiesta en males como la pobreza, la opresión, la guerra y la inhumanidad. En ese sentido, se escribió en Eclesiastés: «¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará, pues nada hay nuevo debajo del sol» (Eclesiastés 1:9). No nos sorprende el estado del mundo, ya que conocemos la causa: la relación fracturada que tiene la humanidad con Dios y los efectos de esa fractura.

No obstante, para nosotros los cristianos, nuestra última esperanza no radica en este mundo ni en sus sistemas políticos, por cuanto somos conscientes de su temporalidad y carácter pasajero. Nos consideramos entre los descritos en Hebreos, que no tenemos ciudad permanente en esta Tierra, sino que anhelamos «una patria mejor, es decir, la patria celestial» (Hebreos 11:16). Esperamos ansiosamente la Segunda Venida de Cristo, cuando se enmendará todo dolor, sufrimiento, males e injusticia y «la tierra estará llena del conocimiento del Señor, como las aguas cubren el mar» (Isaías 11:9). Han transcurrido ya cerca de 2.000 años desde que Juan escribió al final del libro del Apocalipsis: «Amén. ¡Ven, Señor Jesús!» Desde entonces los creyentes se han hecho eco de este sentimiento y continúan haciéndolo el día de hoy.

Muchos cristianos han tratado de entender la pertinencia que tienen los sucesos de actualidad y la cultura contemporánea en relación con el cronograma de la Segunda Venida de Jesús. ¿Son las circunstancias actuales del mundo —entre ellas, la tecnología moderna, la globalización, la difusión del evangelio a gran escala, el tránsito hacia economías sintéticas y monedas digitales internacionales— señales de que ya hemos entrado o estamos entrando en los últimos siete años que precederán a la Segunda Venida de Jesucristo? ¿Cómo podemos interpretar los hechos de actualidad en conexión con el tiempo del fin y qué conclusiones podemos sacar?

Las respuestas a estos interrogantes deben obtenerse ante todo de la Escritura y de lo que la Biblia enseña acumulativamente sobre el periodo que conduce de inmediato a la Segunda Venida de Jesús. Claro que los detalles exactos de cómo se concretarán estos acontecimientos no son tan minuciosos como quisiéramos; aunque la Biblia sí nos proporciona un esquema claro de lo que podemos esperar que ocurra. De forma conjunta se conocen como las «señales de los tiempos». Repasemos algunas de ellas.

Señales de los tiempos

«Oirán de guerras y de rumores de guerras. Miren que no los turben, porque es necesario que esto acontezca; pero todavía no es el fin. Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá hambre y terremotos por todas partes. Pues todas estas cosas son principio de dolores» (Mateo 24:6-8). La versión en el evangelio de Lucas incluye también pestilencias en la lista de señales (Lucas 21:11).

Una rápida mirada a la historia nos revela que el «principio de dolores» de parto ya se venía produciendo desde los tiempos de Cristo, mencionados en la Biblia como los postreros días para describir el periodo de tiempo que abarca desde la primera hasta la segunda venida de Cristo (1 Juan 2:18). Ha habido guerras y rumores de guerra, aunque en algunos periodos de la Historia en mucha mayor proporción que en la actualidad, como por ejemplo durante las guerras mundiales de la primera mitad del siglo XX. Ha habido y continúan habiendo hambres, pestilencias y terremotos. Según Jesús todo esto es apenas el principio de dolores.

Al discernir las señales de los tiempos, necesitamos considerarlas acumulativamente, es decir todas ellas y no solo una aislada. Dichas señales figuran a lo largo del Nuevo Testamento y de la profecía bíblica, principalmente en los libros de Daniel y del Apocalipsis, así como en Mateo 24, 1ª y 2ª a los Tesalonicenses.

Sin embargo, la Biblia describe algunas claras señales que presenciaremos y por las cuales sabremos que el fin está «a las puertas» (Mateo 24:33). Entre otras cosas la Biblia nos dice que veremos lo siguiente:

Cuando llegan a nuestros oídos diversas interpretaciones sobre sucesos y circunstancias de actualidad, o que ciertos acontecimientos políticos o sistemas monetarios sin dinero en efectivo indican que ya estamos viviendo los últimos siete años, esas cosas pueden suscitar inquietud. Al examinar interpretaciones de esa índole, nuestro primer paso debiera ser confrontarlas con lo que la Escritura nos dice sobre el periodo que desembocará en la Segunda Venida de Jesús. Es necesario que miremos los pormenores de una señal en particular que se describe en la Biblia. Por ejemplo, ¿qué dice la Escritura sobre la marca de la bestia? ¿Es posible que ya se haya establecido en secreto?

Según los datos que nos aporta la Escritura, la marca de la bestia se instituye después del quiebre del pacto y está vinculada a la aceptación del Anticristo y su régimen y al culto de su persona (Apocalipsis 13:11-18). ¿Hemos presenciado ya las señales que precederían a la marca de la bestia, a saber: la revelación del «hombre de iniquidad» [el Anticristo] que «se alzará contra todo lo que se llama Dios» y «se sentará en el templo de Dios haciéndose pasar por Dios»? (2 Tesalonicenses 2:3,4.)

Leemos en Apocalipsis 14:9-11: «Si alguno adora a la bestia y a su imagen y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios». Por lo que deducimos de los pasajes bíblicos acerca de recibir la marca de la bestia, claramente esta está vinculada a la adoración de la bestia y el culto a su imagen.

¿Puede llegar a administrarse la marca de la bestia cuando el Anticristo no se ha manifestado todavía, su reino aún no es visible y las personas no enfrentan una decisión de adorar al Anticristo al recibir su marca? Esas son las preguntas que nos debemos plantear al considerar distintas teorías e interpretaciones. Es preciso que estudiemos y sopesemos las Escrituras para asegurarnos de ser como el obrero «que maneja con precisión la palabra de verdad» (2 Timoteo 2:15).

Cómo prepararse

Es incuestionable que cada día que pasa el mundo se acerca más al retorno de Jesús. Los cristianos aguardamos ese triunfal suceso con ansiosa expectación y queremos estar preparados para ello. ¿Experimentaremos Su Segunda Venida en el curso de nuestra vida? No podremos saberlo hasta que veamos el cumplimiento de las señales definitivas que Jesús y otros nos anunciaron en la Biblia.

¿Qué clase de preparación nos atañe entonces a los que somos seguidores de Jesús? En Mateo 24, luego de describir lo que afrontarán Sus seguidores durante esos últimos días, Jesús dice a Sus discípulos: «Estén preparados también ustedes, porque a la hora que no piensen, vendrá el Hijo del Hombre». Luego Jesús, como respondiendo a la pregunta no expresada por ellos sobre cómo vivir en constante estado de alerta, prosigue diciendo:

«¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, lo halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes lo pondrá» (Mateo 24:45-47).

Jesús reencauza la conversación y la centra en la fidelidad con esa alusión al siervo fiel y prudente que ha quedado a cargo de la casa del amo y cumple diligentemente con su obligación. El siervo ignora cuándo volverá su señor, pero eso no le preocupa; se concentra en ser fiel a su cargo. Cuando el señor regrese, ese siervo será favorecido.

Ojalá todos seamos fieles en vivir tomando como modelo la Palabra de Dios, en seguirlo de cerca y en anunciar las buenas nuevas de la salvación por medio de la fe en Jesucristo a cuantas personas podamos. Ya sea que vivamos o no para llegar a presenciar los últimos siete años de la historia del mundo, lo que en última instancia cuenta es cómo nos conducimos durante el tiempo de vida que Dios nos dé en la Tierra.

Se nos insta a amar a Dios, amar al prójimo, dar a conocer el evangelio, poner todo de nuestra parte para vivir de acuerdo con las enseñanzas de Jesús y transmitírselas a otros. Si somos perseverantes en cumplir estas cosas, podemos tener la seguridad de que estaremos preparados para lo que venga.

Publicado por primera vez en mayo de 2021. Adaptado y publicado de nuevo en noviembre de 2023.

 

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