octubre 3, 2023
La esencia de la vida cristiana es manifestar el amor de Dios a las personas que Él a diario pone en nuestro camino. Refiriéndose a ello, el apóstol Pablo llegó a decir: «El amor de Cristo nos apremia» (2 Corintios 5:14). Sean cuales sean las vías concretas que Dios nos indique para transmitir Su amor en nuestra parte del planeta, Él nos ha llamado a ser «la luz del mundo» y pide que «brille [nuestra] luz delante de todos, para que ellos puedan ver [nuestras] buenas obras y alaben a [nuestro] Padre que está en el Cielo» (Mateo 5:14, 16).
A lo largo de los siglos, desde los albores del cristianismo, han sido muchas las ocasiones en que los cristianos fueron considerados una fuerza positiva en sus respectivas colectividades, y de esa manera dieron a conocer su mensaje. Incluso cuando las otras personas no adoptaban la fe cristiana ni comprendían la religión que profesaban ellos, incluso cuando la sociedad los persiguió y los difamó, sus gestos amables y sus buenas obras claramente brillaron ante todos y suscitaron en la gente el deseo de entender qué los hacía destacarse tanto del resto. El apóstol Pedro nos aleccionó en ese sentido: «Mantengan entre los incrédulos una conducta tan ejemplar que, aunque los acusen de hacer el mal, ellos observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios» (1 Pedro 2:12).
Si cada uno de nosotros procura tender la mano a sus vecinos y ofrecer asistencia —de índole espiritual, práctica o de ambos tipos— a las personas con las que Dios hace que entre en contacto, si nos esforzamos por manifestar el amor de Dios a los demás y mejorar su calidad de vida en la medida de nuestras posibilidades, ese buen ejemplo cundirá y será como una luz «sobre el candelero» (Mateo 5:15).
Al salir al encuentro de nuestros vecinos y traducir nuestra fe en acciones tangibles que expresen nuestro amor y preocupación por los demás, damos vivo ejemplo del amor de Dios. Aunque no dispongamos de mucho tiempo ni de grandes recursos, podemos brindar apoyo a la comunidad y tomar la iniciativa de satisfacer determinadas necesidades, mostrándonos solidarios dentro de lo posible e interesándonos por el bienestar y la calidad de vida de los demás. Al obrar así, llevamos a la práctica el amor de Dios. Peter Ámsterdam
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Resulta inevitable para los cristianos ser una buena influencia en el mundo cuando siguen la guía del Espíritu Santo y obedecen a Cristo. Es parecido a la manera en que la sal sazona la comida y la cambia para bien. Donde hay contiendas, debemos ser pacificadores; donde hay lamento, debemos ser ministros de Cristo para curar las heridas; y donde hay odio, debemos dar ejemplo del amor de Dios en Cristo, devolviendo bien por mal (Lucas 6:35).
En la analogía de la luz del mundo, las buenas obras de los seguidores de Cristo deben ser un faro que todos puedan ver. «Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero para que alumbre a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mateo 5:14-16). […] La presencia de los cristianos en el mundo debe ser una luz en las tinieblas, no solo en el sentido de que la verdad de la Palabra de Dios ilumina la oscuridad en el corazón del hombre pecaminoso (Juan 1:1-10), sino también en el sentido de que nuestras buenas obras deben ser evidentes ante el mundo entero. […]
El estado de sal y luz emana de forma natural de la humilde obediencia del cristiano a los mandamientos de Cristo. Es solo cuando nos apartamos del estilo de vida designado por Dios de auténtico discipulado que las diferencias entre nosotros y el resto del mundo se vuelven borrosas y nuestro testimonio se empaña. Únicamente al mantenernos concentrados en Cristo y obedientes a Él podemos seguir siendo sal y luz para el mundo. GotQuestions.org[1]
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La verdad bíblica es que tanto tú como yo hemos sido llamados a «estar siempre preparados para presentar defensa […] ante todo el que nos demande razón de la esperanza que hay en nosotros» (1 Pedro 3:15). Se nos ha ordenado iluminar las tinieblas con nuestra luz (Mateo 5:14-16) y seguir el ejemplo de nuestro Señor al buscar a quienes necesitan la verdad bíblica, en vez de esperar a que vengan a nosotros (Marcos 1:39).
De la misma manera que el apóstol Pablo abordó aspectos culturales y espirituales de su era (cf. Hechos 17:16-31), nosotros también debemos hacerlo. Sus preguntas siguen siendo relevantes: «¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?» (Romanos 10:14).
Quienes obedecemos la gran misión del Señor no podemos darnos el lujo de alejarnos de la sociedad luego de recibir a Cristo (Mateo 28:18-20). Aunque los encuentros culturales pueden ser incómodos y nuestros oponentes en ese ámbito son de lo más rencorosos, le debemos a todos los que se cruzan con nosotros el privilegio de conocer la verdad que cambió nuestra vida (cf. Romanos 1:14).
En ese sentido, somos misioneros culturales, no guerreros culturales. Los guerreros combaten a un enemigo que consideran equivocado y buscan aplastar a sus adversarios. Los misioneros saben que no son mejores que las personas a las que sirven y buscan compartir las buenas nuevas que han recibido.
Al escoger la segunda opción, no debemos perder nunca de vista el hecho de que las buenas nuevas son en verdad buenas. Henri Nouwen afirmó: «La alegría no procede de predicciones optimistas sobre el estado del mundo. No depende de los altibajos de las circunstancias de nuestra vida. La alegría se fundamenta en el conocimiento espiritual de que, si bien el mundo en que vivimos está envuelto en tinieblas, Dios ha vencido al mundo. Jesús no pudo decirlo más claro: “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, Yo he vencido al mundo”.
»La sorpresa no es que, de manera inesperada, todo salga mejor de lo esperado. Nada que ver. Lo que sorprende es que la luz de Dios es más real que la oscuridad, que la verdad de Dios es más potente que las mentiras del mundo, y que el amor de Dios ha vencido a la muerte.»
¿Las personas que conozcas hoy verán esa luz, escucharán esa verdad y sentirán ese amor por medio de ti? Jim Dennison[2]
Publicado en Ancora en octubre de 2023.
[1] https://www.gotquestions.org/salt-and-light.html
[2] The Daily Article (16 de diciembre de 2022).
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