Fidelidad de Dios

mayo 17, 2023

Dennis Edwards

[God’s Faithfulness]

Tenemos un Dios fiel en Dios el Padre, Dios el Hijo (Jesús) y Dios el Espíritu Santo. La palabra fiel significa ser constante en afecto o lealtad, ser leal, como un amigo fiel; no defraudar la confianza depositada en promesas o en el cumplimiento de obligaciones, ser diligente, como un empleado o empleador fiel; darse con certeza, estar sujeto a obligaciones, como una promesa fiel; mantenerse exacto a los hechos, a un estándar o a un original, como una copia fiel[1].

Por lo tanto, la fidelidad es tener lealtad e integridad duraderas en las relaciones, no defraudar la confianza en la palabra o los compromisos adquiridos y ser dedicado y resuelto en el cumplimiento del deber[2].

La palabra hebrea emuna se traduce como «fidelidad» en el Antiguo Testamento. Significa firmeza, constancia, lealtad y confiabilidad. En ocasiones también se traduce como «verdad». La palabra griega pistos se traduce como «fiel», «fidelidad» o «creyente» en el Nuevo Testamento. Otros usos son «seguro» y «verdadero». Esta palabra se usa tanto para describir la fidelidad de los seguidores de Dios hacia Él y de Él hacia ellos[3].

¿Cómo usamos nosotros la palabra fiel? Algunos ejemplos son: ser fiel a nuestra palabra, a nuestros compromisos, al trabajo, a nuestra familia o pareja y con nuestros amigos.

Si lo pensamos, todo el Antiguo Testamento es un registro de la fidelidad de Dios a Su Palabra y en el cumplimiento de Sus promesas. Desde el tercer capítulo de Génesis, Dios prometió enviar a la mujer una «descendencia» que conquistaría a la serpiente (Génesis 3:15). Sin embargo, unos 1500 años después, la maldad del hombre fue tal que Dios tuvo que destruir Su creación con un diluvio universal. Pese a ello, fue fiel a Su palabra al salvar a un pequeño grupo de personas con las que con toda seguridad cumpliría Su promesa. Dios salvó a Noé y a su familia, y continuó obrando mediante el linaje de Sem, uno de los hijos de Noé.

Unos 1000 a 1500 años después, Dios volvió a ser fiel a Su promesa y llamó a Abram de la corrupta civilización de su tiempo. Dios prometió cumplir en él la Descendencia Prometida (Génesis 15:1-6). La Biblia afirma que Dios hizo un pacto, una promesa o un firme acuerdo con Abram, en el que ofreció la Tierra Prometida a sus descendientes (Génesis 15:18). Más tarde, aunque ni Abram ni Sara creyeron al principio en la palabra de Dios, Él fue fiel y cumplió Su promesa (Génesis 17:15-22).

El libro de Hebreos explica que Sara juzgó a Dios como fiel en el cumplimiento de Su promesa. «Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido» (Hebreos 11:11). Aunque Abraham y Sara dudaron al principio, llegaron a creer en que Dios es fiel a Su palabra y capaz de hacer lo que parece imposible. ¡No hay nada imposible para el Señor! «¡Oh Señor! He aquí que Tú has hecho el cielo y la tierra con Tu gran poder y con Tu brazo extendido. Nada hay que sea difícil para Ti. Yo soy el Señor, Dios de todo mortal. ¿Habrá alguna cosa difícil para Mí?» (Jeremías 32:17, 27). «Jesús los miró y les dijo: —Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible» (Mateo 19:26). «Porque ninguna cosa será imposible para Dios» (Lucas 1:37).

Podemos ver que Dios fue fiel a Su palabra en todo el Antiguo Testamento. Él fue verdadero y confiable. Cumplió Sus promesas una y otra vez. «No ha faltado ni una sola de todas las bendiciones que el Señor, vuestro Dios, os había dicho; todas se os han cumplido, no ha faltado ninguna de ellas» (Josué 23:14).

Dios cumplirá lo que ha prometido. Él no puede mentir. Lo que ha dicho, lo hará realidad. «Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. ¿Acaso dice y no hace? ¿Acaso promete y no cumple?» (Números 23:19). «Porque Yo, el Señor, no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos» (Malaquías 3:6). ¿Por qué no fueron consumidos? Porque la fidelidad, misericordia, verdad y paciencia de Dios se extienden por siempre. «Que por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron Sus misericordias; nuevas son cada mañana. ¡Grande es Tu fidelidad!» (Lamentaciones 3:22-23). Las promesas de Dios son inquebrantables. Él cumplirá Sus promesas a nosotros, igual que en épocas de nuestros antepasados.

El Salmo 89 hace eco de esa misma premisa: «Las misericordias del Señor cantaré perpetuamente; de generación en generación haré notoria Tu fidelidad con mi boca. Dije: “Para siempre será edificada la misericordia; en los cielos mismos afirmarás Tu fidelidad”» (Salmo 89:1-2). «De generación en generación es Tu fidelidad; Tú afirmaste la tierra, y subsiste» (Salmo 119:90). La fidelidad de Dios continúa para siempre, incluso hoy en día.

El Nuevo Testamento también hace hincapié en ello. «Que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser —espíritu, alma y cuerpo— sea guardado irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará» (1 Tesalonicenses 5:23-24). Aquí vemos al apóstol Pablo orando por sus seguidores y animándolos a creer en que Dios cumplirá Sus promesas. «Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Filipenses 1:6).

«Palabra fiel es ésta: si somos muertos con Él, también viviremos con Él; si sufrimos, también reinaremos con Él; si lo negamos, Él también nos negará; si somos infieles, Él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo» (2 Timoteo 2:11-13). Existe una diferencia entre no creer y dudar. O entre negar o serle infiel al Señor. Abraham y Sara dudaron. Pedro dudó. Tomás dudó. Los demás apóstoles dudaron, pero superaron sus recelos, porque Dios fue fiel. Jesús oró e intercedió por Sus discípulos y por nosotros. «No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. Pero no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en Mí por la palabra de ellos» (Juan 17:15, 20). Dios los mantuvo a salvo conforme a Su Palabra, y nos mantendrá a nosotros también a salvo.

Recordemos la fidelidad de Dios. Él ha prometido guardarnos hasta el fin. Nuestra parte consiste en esforzarnos por creer Sus promesas, obedecer Su voz y confiar en Él mientras hacemos frente a las dificultades en nuestra vida. En 1 Corintios 10:13, Él dice: «No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser probados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la prueba la salida, para que podáis soportarla».

Dios nos protegerá de caer y nos presenta sin falta ante Él mismo, porque tenemos a Jesús, que es llamado Fiel y Verdadero. En Apocalipsis 19:11, se describe a Jesús de la siguiente manera: «Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco. El que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea».

También tenemos en nosotros al Espíritu Santo, que nos da el poder para vencer y convertirnos en «más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (Romanos 8:37). «Echa sobre el Señor tu carga y Él te sostendrá; no dejará para siempre caído al justo» (Salmo 55:22). Él nos sustentará porque es fiel. Es inquebrantable. Es firme. Es fiable. Es verdadero. Si hacemos nuestra parte, Él hará la Suya y evitará que caigamos. «A aquel que es poderoso para guardaros sin caída y presentaros sin mancha delante de Su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y poder, ahora y por todos los siglos» (Judas 1:24-25).

«Fiel es el que os llama, el cual también lo hará» (1 Tesalonicenses 5:24). «Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo» (Filipenses 1:6). «Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos» (Hebreos 13:8).


[1] https://www.merriam-webster.com/dictionary/faithful

[2] «25 versículos de la Biblia sobre la fidelidad de Dios», 17 de enero de 2022. https://chasingvibrance.com/25-bible-verses-about-gods-faithfulness

[3] Ibid.

 

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