abril 4, 2023
[The Essence of Easter]
No se ensombrezca tu alma,
ni se turbe tu corazón.
Es tiempo de regocijo
por la Resurrección.
De alegrarse conociendo
que al triunfar sobre el sepulcro
al alcance de los humanos
la eternidad Cristo puso.
Ahora que celebramos
Su magnífica victoria,
Él nos haga por la fe
partícipes de Su gloria.
Adaptado por Helen Steiner Rice
*
Si la resurrección de Jesucristo ocurrió en realidad, entonces, en última instancia, Dios va a poner todo en orden. Ya no habrá sufrimiento. Se eliminará el mal. La muerte desaparecerá. Ya no habrá envejecimiento. El cáncer de páncreas no existirá. Ahora bien, si la resurrección de Jesucristo no ocurrió, entonces creo que puede pasar cualquier cosa. Pero si de verdad ocurrió, entonces hay toda la esperanza del mundo.
En el ensayo On Fairy-Stories, de J.R.R. Tolkien, dice que hay anhelos humanos imborrables que solo la fantasía, los cuentos de hadas o la ciencia ficción pueden hablar de ello. Dice que todo ser humano tiene una fascinación con la idea de escapar del tiempo, escapar de la muerte, comunicarse con otros seres vivos, vivir el tiempo suficiente para llevar a cabo sus sueños artísticos y creativos, ser capaz de encontrar un amor que cure perfectamente. Tolkien pregunta: «¿Por qué tenemos esos deseos vehementes?» Y al ser cristiano, piensa que la razón es que en un principio Dios no nos creó para morir. En el fondo, todos sabemos que así debe ser la vida; y si ocurre la resurrección de Jesucristo, entonces todas esas cosas literalmente se harán realidad para nosotros.
Esa es la razón por la que tenemos esta paradoja. Por un lado, la resurrección es algo muy concreto para hablar de ella, como al preguntarnos: «¿Cuál es la prueba de este suceso histórico?» Probablemente el mejor libro sobre este tema en los últimos 100 años es el libro La resurrección del Hijo de Dios, de N.T. Wright.
Sin embargo, si llegamos a aceptarlo, entonces de repente no hay límite a lo que podemos esperar con ilusión. Sé que algunos lectores piensan: «No puedo creer que una persona con más de tres años de educación formal crea eso». Pero yo sí creo. Y estos últimos meses, a medida que nos hemos puesto en contacto con esas grandes partes de nuestra fe, Kathy [mi esposa] y yo, los dos, afirmamos que nunca hemos sido más felices en nuestra vida, aunque vivo bajo la sombra del cáncer.
La Semana Santa nos entrega muerte y resurrección. Por separado no tienen sentido. No puedes tener la alegría de la resurrección a menos que hayas pasado por una muerte, y la muerte sin resurrección es sin esperanza. En esencia, el tema o patrón muerte/resurrección está en el centro de lo que significa llevar una vida cristiana. En realidad, todo en la vida es así. En cualquier clase de sufrimiento, si respondo a ello acudiendo a Dios con fe, el sufrimiento me lleva como un clavo más profundamente al amor de Dios, y eso es lo que el cáncer ha hecho por mí. Creo que lo más importante del cáncer es que la Pascua de Resurrección significa mucho más porque la veo y digo: «Gracias a ella, puedo enfrentar lo que sea». Antes, pensaba en la Semana Santa como una manera optimista, alegre de ver la vida. Y ahora veo que la Pascua de Resurrección es un solvente universal. Puede disolver todo temor, ira y desesperación. La veo más poderosa que nunca. Tim Keller[1]
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Que todo hombre y mujer se cuente entre los inmortales. Que capte la revelación de Jesús en Su resurrección. Que no se limite a decir «Cristo ha resucitado», sino «resucitaré». Phillips Brooks
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Este mensaje tan sencillo transformó el mundo para siempre: «No está aquí, pues ha resucitado».
La Pascua tiene que ver con el sentido de nuestra vida. Con la razón de ser de la humanidad. Con la eternidad.
Muchas veces nos olvidamos de ello en el ajetreo diario. Nos enfrascamos en diversas ocupaciones y afanes y nos dejamos consumir y dirigir totalmente por las presiones e influencias del mundo que nos rodea; no solo somos incapaces de liberarnos, sino que tampoco somos conscientes de que estamos cautivos.
La Pascua de Resurrección se llama así por la de Jesús y por la nuestra.
La idea de resucitar es rechazada por los santones intelectuales. Aseveran que con la muerte termina todo y haría falta un milagro para resucitar a un muerto, y según ellos los milagros no existen.
Si un milagro es un hecho sensible superior al orden natural que trasciende la capacidad de la ciencia para explicarlo, tal vez podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que cada uno de nosotros es un milagro viviente, así como todo lo que vemos, oímos y tocamos.
Anhelamos ser comprendidos, y un instinto innato nos impulsa hacia la patria celestial de donde salimos. Ay, si hubiera un punto de referencia, un lugar filosófico donde pudiéramos detenernos, dar un paso atrás y alejarnos de nosotros mismos, un mirador desde el que pudiéramos vernos a nosotros mismos con claridad, con la perspectiva de toda la creación y de la eternidad.
El cristiano ha encontrado ese lugar, y el gozo de tal hallazgo le ilumina el rostro. Desde esa perspectiva, ve que todo el sentido de su vida debe resolverse, cumplirse y comprenderse no solo en función de su existencia terrenal, sino de la eternidad.
Esa es la esencia de la Pascua. Por toda la creación resuenan estas palabras: «No está aquí, pues ha resucitado». Linda Bowles
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La resurrección le da sentido y dirección a mi vida. También me da la oportunidad de empezar de nuevo, cualesquiera que sean mis circunstancias. Robert Flatt
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En Semana Santa recordamos el mayor sacrificio de la Historia, el mayor obsequio que se haya hecho jamás, el más espléndido de los favores que se haya concedido a la especie humana. Primero Dios se hizo hombre y descendió a la Tierra. Fue Jesús un carpintero pobre, de humilde cuna. En su edad adulta se dedicó a predicar, a enseñar y a sanar enfermos, con lo que reunió un grupo de seguidores.
No obstante, tal como Él sabía que iba a ocurrir, los adversarios del amor y la verdad que pregonaba lo mataron clavándolo a una cruz, una de las formas de ejecución más crueles que quepa imaginar. Hasta murió dando ejemplo del amor que predicaba, al perdonar a los que le daban muerte y consolar al ladrón arrepentido que moría también crucificado a Su lado. Tres días después, al resucitar, demostró que era Dios.
En esta época del año celebramos Su triunfo sobre el pecado y la muerte, y Su adquisición de la vida eterna para todos los que lo reciben a Él. Es la conmemoración de Su muerte en la cruz para la redención de todos los que aceptan Su sacrificio, y por Su resurrección a la vida desde la muerte, que venció a la muerte y el sepulcro.
Por ser humanos y estar llenos de imperfecciones, no merecemos estar en presencia de Dios, el cual es perfecto en todo sentido. Con un amor que sobrepasa nuestro entendimiento, Jesús asumió el castigo que nos correspondía a nosotros por nuestros pecados y, cuando pendía del madero, dijo: «Consumado es». Había terminado Su misión. Había tomado el peso de nuestros pecados. A partir de ese momento podíamos acogernos al perdón de Dios y asimismo emprender una vida nueva. Jesús fue directo a la raíz de todos los padecimientos, pesares y horrores causados por los pecados humanos y pagó el precio por nuestro perdón. De ese modo allanó el camino para que estuviéramos con Él en el Cielo por la eternidad. Solo tenemos que creer y aceptar el regalo que nos ofrece: Su perdón y salvación. Chloe West
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Jesús le contestó: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque muera, vivirá, y todo el que vive y cree en Mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?» Juan 11:25,26
Publicado en Áncora en abril de 2023.
[1] https://www.nytimes.com/2022/04/10/opinion/timothy-keller-cancer-easter.html
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