enero 11, 2023
Quiero compartir algo que he estado pasando últimamente.
Después de un chequeo de salud de rutina, me diagnosticaron un tipo de cáncer de próstata agresivo. Después de una biopsia, el cáncer se clasificó en nivel 9, y las puntuaciones de 9 y 10 son las más peligrosas y las más propensas a propagarse. También tengo un número muy alto del PSA, de casi 20. En su conjunto se trata de un repentino diagnóstico de cáncer en etapa 3. En este momento en el que estoy escribiendo, aún no sé si el cáncer se ha extendido a otras partes de mi cuerpo.
Esto tuvo un impacto muy repentino e inesperado para mí. A decir verdad, había estado viviendo bajo la falsa suposición de que me quedaba mucho tiempo porque me sentía bastante saludable. Como dice el dicho: «¡No estaba listo para esto!»
Enfrentar este repentino diagnóstico me hizo recapacitar sobre mi vida.
Me pregunté, si me fuera a morir pronto, ¿qué sentido tuvo mi vida? ¿Tuvo algún sentido para los demás?
Estar de repente en esta situación me hace reflexionar mucho. Me di cuenta de que cuando me hago este tipo de preguntas, es tristemente natural preguntarla desde el punto de vista de cómo me ven los demás. Estamos demasiado acostumbrados a buscar la aprobación de los demás. Sé que a mí me pasa.
Y cuando no somos «exitosos» a los ojos del mundo, por ejemplo en el aspecto económico, mi reacción automática es considerarme un «perdedor» y pensar que mi vida ha sido un desperdicio o un fracaso.
Este es quizás el peor sentimiento que una persona podría tener, saber que te puedes morir pronto y sentir que no has hecho nada valioso o duradero con tu vida. ¡Sentir que tu vida no deja un «pronunciamiento» claro es horrible!
Me fui a la cama en estado de pánico, devastado, profundamente triste y sintiéndome totalmente solo.
A la mañana siguiente, me desperté e inmediatamente comencé a orar, y me di cuenta de que esta visión de mi vida crea una carga muy pesada e innecesaria. Después de una oración profunda, me di cuenta de una cosa: Dios ama a Sus hijos como somos y Dios nos ama más de lo que nos amamos a nosotros mismos. Dios nos ve de una manera completamente diferente a como nos ve el mundo e incluso a como nos vemos a nosotros mismos.
Nuestra vida, vista a través del prisma amoroso de Dios, es muy hermosa y tenemos mucho que agradecer, sin importar cuál sea nuestra posición en este mundo.
Desde la perspectiva de Dios, fuimos creados por Su amor, y somos amados incondicionalmente. No tenemos que aceptar que «no tuvimos importancia» o «no causamos un impacto en el mundo». Desde la perspectiva amorosa de Dios, es imposible que nuestra vida no tenga importancia. Dios nos creó, nuestra vida tiene importancia. ¡Somos un milagro de Dios!
Después de hacer la oración, dejar de lado esa carga fue un gran alivio, y decidir estar en la presencia amorosa de Dios durante el tiempo que me queda en este mundo. Estar en Su presencia es suficiente. Es más que suficiente.
El mundo, la Internet y las redes sociales nunca te lo dirán. Pero lo estoy enfrentando ahora mismo con un cáncer muy agresivo en mi cuerpo. Y me di cuenta de esta verdad. Lo único que tenemos que hacer es estar en la presencia de Jesús y todo está bien y nuestra vida tiene verdadero sentido para nosotros y para los que nos rodean para siempre.
En el amor de Cristo, no hay fracaso, y en realidad no hay éxito según el concepto que tenemos del éxito. Cristo es lo único que importa... y eso no tiene relación alguna con este mundo y sus alabanzas o rechazos.
«El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.» (1 Juan 2:17).
«Tenemos una vida, y pronto pasará, lo que hagas por Cristo, solo eso durará» (C. T. Studd).
Es un sentimiento muy hermoso al enfrentar una situación como esta. Si de verdad estoy en la presencia de Cristo, eso automáticamente creará un impacto en el mundo.
«He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí.» (Gálatas 2:20.)
Ahora entiendo que no debo darle importancia a la opinión que tiene el mundo de mi vida, y a cómo veo yo mi vida y si ha tenido sentido o no. En cierto modo, eso es puro egocentrismo. Ahora entiendo que Jesús merece el reconocimiento de todo y solo espero haber sido un fiel siervo de nuestro Señor, y haber conservado una relación con Jesús estrecha en las buenas y en las malas. Puedo sentirme en paz sabiendo que hice todo lo posible para ser un buen siervo, amar a Jesús y estar agradecido con Él por todas mis bendiciones.
Por supuesto que me he quedado corto. Pero he hecho lo mejor que he podido. Eso es lo único que puedo decir acerca de mi vida, que solo espero servir a Jesús, y el resto no tiene la menor importancia.
Dejemos de lado la necesidad de causar «impacto» a nivel personal y concentrémonos en amar y servir y permanecer en la presencia de Cristo, y todo estará bien y nuestra vida será bendecida. No importa lo que hayamos logrado o no, todavía estamos bendecidos y en paz en Cristo.
Una sensación muy hermosa, una sensación liberadora. Nos liberamos de la carga.
Pase lo que pase, he descubierto que el verdadero sentido de mi vida es «amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas […] [y] amar a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más importante que estos». (Marcos 12:30–31). Eso es lo que elijo hacer con el tiempo que me queda.
Sí, tengo un repentino diagnóstico de cáncer, pero también tengo paz, gracias a la asombrosa gracia, misericordia y amor de Cristo.
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