diciembre 22, 2022
Algo que siempre me ha encantado de la Navidad es escuchar y cantar los hermosos villancicos que se han compuesto a lo largo de los siglos. Muchos de ellos son obras maestras de la música y me conmueve en gran medida la belleza de su poesía y el poder de su propósito.
Lo que me llamó la atención en medio de la rima y la repetición, es que entregan mensajes convincentes y llenos de matices. Hablan de verdades profundas acerca de Jesús, Su encarnación, misión, propósito y poder, además de Su amor y sacrificio por la humanidad. No solo dan un testimonio contundente del Salvador y de la salvación, sino que además, para quienes lo seguimos a Él, son un recordatorio de las profundas verdades de nuestras creencias.
A medida que leía la letra de esos villancicos estupendos, pensé en la manera magistral en que los compositores unieron las palabras y los ritmos para explicar lo que significa Cristo y la Navidad. Por siglos esos villancicos han narrado a varias generaciones el nacimiento de quien dejó el Cielo para traer salvación. Nos recuerdan, como lo hicieron a nuestros ancestros espirituales, la importancia de que este día —el nacimiento de Cristo—, festejemos a Jesús, el hijo de Dios que vivió entre nosotros y dio Su vida por nosotros a fin de que vivamos para siempre. En esos bellos villancicos está incorporada la verdad de lo que Dios ha hecho para llevar salvación a la humanidad.
He seleccionado algunas frases o estrofas que me han impresionado más de villancicos que presentan varios aspectos del mensaje de quién es Jesús, que haya nacido de una virgen, de la salvación, la gracia, la redención, el nuevo nacimiento, la resurrección y otros fundamentos de nuestra fe. Espero que los conmueva como a mí me conmovió el poder de su mensaje y el amor que nuestro Salvador, Jesús, tiene por cada uno de nosotros.
Adeste, fideles (Venid, fieles todos) escrita a mediados del siglo XVIII, habla de que la Palabra de Dios cobra vida y toma la forma de un hombre terrenal que entiende y se compadece de la fragilidad humana. Esta frase lo expresa bien: «Del Padre Eterno, Verbo hecho carne». Jesús, el verbo que existe antes de la encarnación, la Palabra de Dios, «renunció a lo que era Suyo y tomó naturaleza de siervo. Haciéndose como todos los hombres y presentándose como un hombre cualquiera, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, hasta la muerte en la cruz» (Filipenses 2:7-8).
En este bello villancico también se reafirman verdades expresadas en el credo niceno, una de las principales declaraciones de fe del cristianismo, lo que incluye frases que expresan que Jesús no es una creación de Dios, sino que es igual al Padre.
Dios de Dios, luz de luz
gestado en las entrañas de una mujer,
Dios verdadero, engendrado, no creado.
Venid, adoremos, venid, adoremos,
venid, adoremos al Señor.
Noche de paz, noche de amor, compuesta originalmente en alemán por Joseph Mohr en 1818. En una estrofa habla de Jesús, la luz del mundo, y en otra dice que es nuestro buen redentor, que trae la redención de Dios a la humanidad.
Noche de paz, noche de amor.
Ved que bello resplandor
luce en el rostro del Niño Jesús.
En el pesebre del mundo la luz.
Astro de eterno fulgor.
Esa estrofa refleja lo que Jesús dijo de sí mismo, además de lo que el apóstol Juan informa en el cuarto Evangelio, que Jesús es la luz del mundo. «Yo he venido como una luz para brillar en este mundo de oscuridad, a fin de que todos los que pongan su confianza en Mí no queden más en la oscuridad. Yo soy la luz del mundo» (Juan 12:46; 8:12).
En la versión en inglés de este villancico habla del amanecer de la gracia redentora, el regalo de la gracia divina que nos redime de los pecados. «Dios es tan rico en gracia y bondad que compró nuestra libertad con la sangre de Su Hijo y perdonó nuestros pecados. Él desbordó Su bondad sobre nosotros» (Efesios 1:7,8).
Villancico compuesto en 1865. El autor es William Chatterton Dix. ¿Qué niño es este? habla de Jesús como Dios encarnado, el Rey de reyes, que sin embargo nació pobre y en una situación humilde. Representa de manera magnífica la Palabra de Dios que ruega por los pecadores. En la versión en inglés el villancico también habla de la muerte que Él estuvo dispuesto a sufrir por amor a todos nosotros.
¿Por qué en humilde establo así
el niño es hoy nacido?
Por todo injusto pecador
Su amor ha florecido.
Él es el Cristo, el rey.
Pastores y ángeles cantan:
«Venid, venid a Él,
al hijo de María».
Incienso, mirra y oro le dan;
por todo el mundo anunciad,
que es Rey de reyes y salvación
a todos nos trae con Su amor.
Don, don de Dios es Él,
arrulla la Virgen al Bebé.
Ved, ved Jesús nació,
el Hijo de María.
En otra versión dice: «Traed ofrendas en Su honor el rey como el labriego, al Rey de reyes, Salvador, un trono levantemos». Llama a todos, labriego o rey, rico o pobre, a fin de que Jesús sea parte de su vida y eso se lleva a cabo al acercarse a Él y recibir la salvación. Eso nos recuerda que cuando abrimos el corazón a Jesús, lo ponemos a Él en un trono en nuestro interior.
Charles Wesley, hermano del famoso predicador y evangelista John Wesley, compuso Oíd un son en alta esfera en 1739. La música original era solemne; un siglo después Felix Mendelssohn hizo una revisión y dejó el villancico con el ritmo alegre y hermoso que tiene en la actualidad. El mensaje de reconciliación con Dios, la paz que trajo el Príncipe de Paz, el regocijo por que Jesús es el Mesías, el Rey, le dan a este villancico un significado profundo.
Oíd un son en alta esfera: «¡En los cielos gloria a Dios!
¡Al mortal paz en la tierra!», canta la celeste voz.
Con los cielos alabemos, al eterno Rey cantemos,
a Jesús que es nuestro bien, con el coro de Belén.
Canta la celeste voz: «¡En los cielos gloria a Dios!»
En la versión en inglés, este villancico habla de que Dios y los pecadores se reconcilian: «Pues a Dios, en toda Su plenitud, le agradó vivir en Cristo, y por medio de Él, Dios reconcilió consigo todas las cosas. Hizo la paz con todo lo que existe en el cielo y en la tierra, por medio de la sangre de Cristo en la cruz. Eso los incluye a ustedes, que antes estaban lejos de Dios. Eran sus enemigos, estaban separados de Él por sus malos pensamientos y acciones; pero ahora Él los reconcilió consigo mediante la muerte de Cristo en Su cuerpo físico. Como resultado, los ha trasladado a Su propia presencia, y ahora ustedes son santos, libres de culpa, y pueden presentarse delante de Él sin ninguna falta» (Colosenses 1:19-22).
Príncipe de paz eterna, gloria a Ti, a Ti Jesús.
Entregando el alma tierna, Tú nos traes vida y luz.
Has tu Majestad dejado, y buscarnos te has dignado;
para darnos el vivir, a la muerte quieres ir.
Canta la celeste voz: «¡En los cielos gloria a Dios!»
En este villancico se proclama a Jesús como el Príncipe de Paz. «Pues nos ha nacido un niño, un hijo se nos ha dado; el gobierno descansará sobre Sus hombros, y será llamado: Consejero Maravilloso, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz» (Isaías 9:6).
Tanto la letra como la melodía de Noche gloriosa conmueven hondamente. Explica con claridad el mensaje de esperanza, el que está a disposición de todo el que cree en Jesús y el efecto que Su vida tiene en quienes llegan a conocerlo. En la actualidad, generalmente se cantan solo dos estrofas que contienen mensajes que dejan huella, tales como:
Yacía el mundo sumido en el pecado,
al llegar Él puso fin al dolor.
Nos enseñó a amarnos como hermanos
y nos legó el evangelio de paz.
Llegará el día en que Él reine soberano
y así por fin la opresión cesará.
Además de dos estrofas y el estribillo que se cantan normalmente, en inglés hay otra estrofa que rara vez se canta, contiene una alegoría conmovedora acerca de consuelo en épocas difíciles.
El Rey de reyes yace en un humilde pesebre,
¡será nuestro Amigo en todos nuestros padecimientos!
Sabe lo que necesitamos y conoce nuestra debilidad.
Contemplen a su Rey; arrodíllense delante de Él con humildad.
(Traducción directa de la versión inglesa.)
Jesús siempre nos apoya. En la travesía de la vida, en pruebas y padecimientos, Él está presente. Como dice el villancico, Jesús es nuestro Amigo. No desconoce nuestras debilidades. Lo sabe todo de nosotros: lo bueno, lo malo y lo feo. Nos ama a pesar de cómo somos. Nos ama porque Él es amor. Quiere ser parte de nuestra vida; y no solo en nuestras dificultades —cuando clamamos a Él al encontrarnos en necesidad—, sino también en nuestros momentos de alegría y felicidad, cuando estamos agradecidos por todo lo que tenemos y celebramos nuestros logros y los de familiares y amigos.
En Navidad recordamos Su nacimiento, y es un momento estupendo del año para pensar en Él y en todo lo que ha hecho por nosotros. Sin embargo, lo que ha hecho por nosotros va más allá de la temporada navideña; afecta nuestra vida cotidiana. Él es parte integral de nuestra vida; tenemos una relación personal con Jesús. Quiere ser parte de todo lo que hacemos —y Él puede serlo— a diario, tanto como se lo permitamos.
A medida que cantamos villancicos este año, es un momento estupendo para reflexionar en lo que significan, en lo que Jesús ha hecho, en el amor que Él ha dado y en el gran amor que tiene por nosotros y por nuestros congéneres, y que el año próximo, sigamos con esas reflexiones y amor. Ámenlo, amen a Sus creaciones, sean agradecidos por todo lo que Él ha hecho. Él los ama muchísimo. Que tengan una estupenda Navidad en Cristo.
Publicado por primera vez en diciembre de 2013. Texto adaptado y publicado de nuevo en diciembre de 2022.
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