noviembre 14, 2022
«No ha hecho con nosotros conforme a nuestras maldades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados, porque, como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció Su misericordia sobre los que lo temen. Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. Como el padre se compadece de los hijos, se compadece el Señor de los que lo temen.» Salmo 103:10-13[1]
He oído tu oración y el lamento de tu corazón. Recuerda que todos han pecado y están destituidos de Mi gloria. No hay justo, ni aun uno[2]. Pero cuanto está lejos el oriente del occidente, así alejo de ti tus rebeliones[3].
Cuando te contemplas en un espejo, ves defectos, faltas y fracasos. Pero Yo veo la belleza de una persona que ha elegido dar la vida en servicio a Mí por amor. Te amo a pesar de tus faltas y fracasos. Miro más allá de tus defectos y partes menos agraciadas para reconocer la belleza de tu corazón que se entrega a Mí y tu pasión por vivir tu vida por Mí.
No puedes comprender la profundidad del amor que siento por ti, así que debes confiar en Mí y descansar en Mi amor. Confía en Mi amor, en los cuidados que te prodigo y en Mis promesas para ti. No temas, porque Yo estoy contigo. No desmayes, porque siempre te ayudaré y sustentaré con la diestra de Mi justicia[4]. Te orientaré y te mostraré el camino correcto[5]. Te dirigiré en Mi voluntad y a Mi tiempo y a Mi manera, así que confía en Mí con todo el corazón y reconóceme en todos tus caminos[6].
Amada Mía, Yo conozco tu corazón, conozco tu condición, y te amo y acepto tal como eres. Eres una vasija creada por Mí. Te amo y estoy complacido con tu amor y devoción. Tu amor no es perfecto, pues ningún amor es perfecto, salvo el Mío. Pero te amo con un amor eterno. Eres Mi amada y Me complace tu dedicación y el amor que sientes por Mí y por otros. Claro que puedes seguir mejorando y progresando, pero recuerda que lo sé todo de ti: cada pensamiento, cada palabra, cada acción, y que te amo por la eternidad.
Te amo con amor perfecto, que echa fuera el temor, si solamente te acercas a Mí. Tus temores disminuirán y sentirás Mi perfecta paz al acercarte a Mí, porque Mi perfecto amor echará fuera el temor. Esta es la victoria que vencerá al mundo: tu fe. Te he llamado, escogido y ordenado, y con cada día que pasa te acercas más a ese día perfecto.
Todos han hecho algo que les pesa, y es posible que tú hayas hecho algo de lo que estés muy arrepentido. Te duele y te cuesta superar ese espíritu de pena o remordimiento por errores del pasado. Te gustaría dar marcha atrás y cambiar las cosas, volver a vivir la experiencia y no cometer las mismas equivocaciones. Repasas esas escenas y fallas del pasado y el remordimiento y la pena te embargan, desaniman y condenan.
Pero Yo no te condeno, Mi amor. Yo no me fijo en el pasado ni en los errores de otro tiempo. No los recuerdo para reprochártelos. Cuando te miro no tengo condenación en los ojos. Si se buscó el perdón y se concedió, el remordimiento, la tristeza y el dolor deben quedar atrás. De lo contrario, estas cosas impedirán que fluya Mi amor en tu vida.
No debes dejar que el pesar, la culpa y la condenación dominen o agobien tu vida. No tienes más que pedir perdón y permitir que se te perdone. Una vez hecho eso, no hay motivo para sentirse apenado. Ello no quiere decir que no hayas hecho aquello de lo que te arrepientes, pero no debes continuar con esa actitud de pesadumbre.
Yo ya no recuerdo tus pecados ni te los reprocho, Mi amor. Los olvido y borro de Mi memoria porque te amo. Mi Espíritu es alentador y estimulante, y te anima a seguirme por nuevos senderos de amor. He oído tus oraciones y perdonado todos tus pecados. Acepta Mi perdón y líbrate de la culpabilidad. Acepta el poder limpiador de Mi sangre, que lava todo pecado. Te amo.
Has superado muchas de las pruebas más difíciles de la vida. Has sobrevivido e incluso prosperado gracias a las cosas que se te presentaron en el camino. A veces, sin embargo, te preguntas si aprovechaste la vida tanto como hubieras debido; desearías tener algo más que mostrar. Yo, sin embargo, no pongo la mirada en el pasado. Miro tu presente y tu futuro.
Quiero que seas feliz, pero primero debes despojarte de tus remordimientos y pesares por cosas pasadas. No caigas en la trampa de la pesadumbre pensando que fracasaste o te quedaste corto y que por ende no mereces ser feliz ni sentirte satisfecho, ni ahora ni nunca. ¡Eso no es cierto!
Puedo ayudarte a confiar en Mí para el pasado, mientras aguardas con ilusión un futuro lleno de amor en Mi presencia, libre del remordimiento y el pesar. ¿Qué podría ser más hermoso?
Amado, regocíjate, porque Mi sacrificio en la cruz absolvió todas tus culpas: pasadas, presentes y futuras. No hay condenación para quienes están en Mí. Tu estado sin culpa alguna como seguidor Mío es un buen motivo para alegrarte cada día de tu vida.
El mayor problema del hombre, desde la Caída en el Huerto del Edén, ha sido el pecado. El sacrificio de Mi muerte fue la solución a ese terrible problema. En verdad que el Evangelio es la mejor noticia imaginable: Yo tomé tu pecado —me hice pecado por ti— y te ofrecí Mi perfecta justicia. ¡Es una transacción impresionante y para siempre!
Quiero que aprendas a disfrutar más plenamente tu condición libre de culpa en Mi reino. […] Te invito a vivir con júbilo y a regocijarte en el glorioso privilegio de pertenecerme a Mí por la eternidad. Esa es tu verdadera identidad. Hace que cada momento de tu vida cobre sentido. Regocíjate sabiendo quién eres en realidad: un amado hijo de Dios.
Regocíjate al saber que te he vestido con ropajes de salvación. Ese manto de justicia es tuyo, ¡ahora y para siempre! Mi perfecta justicia no te puede ser arrebatada, porque Yo soy tu Salvador. Dicho de otro modo, no tienes que vivir con temor a enfrentar tus pecados o a tener que lidiar con ellos. Cuando te das cuenta de que has pecado, confiésalo y recibe Mi perdón en su completa medida.
También es esencial que te perdones a ti mismo. El odio por uno mismo no me complace, y no es sano para ti. Te insto a mirarme muchas veces a Mí por cada vez que examinas tus pecados o fracasos. Yo soy el mejor antídoto para el veneno del autodesprecio.
Puesto que ya eres precioso a Mis ojos, no tienes que demostrar tu valía al procurar ser lo bastante bueno. Yo viví una vida perfecta en representación tuya, porque sabía que tú no podrías hacerlo. Ahora quiero que vivas en la gloriosa libertad de ser Mi seguidor totalmente perdonado. Recuerda que no hay condenación para quienes me pertenecen[7].
Publicado en Áncora en noviembre de 2022.
[1] Versión Reina-Valera.
[2] Romanos 3:23, 10.
[3] Salmos 103:12.
[4] Isaías 41:10.
[5] Salmo 23:3.
[6] Proverbios 3:5-6.
[7] Sarah Young, Jesús siempre (Thomas Nelson, 2017).
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