septiembre 2, 2022
Eres infinitamente valioso, irremplazable e indispensable (1 Corintios 12:22) debido a que Dios entregó a Su único Hijo para que pudieras reconciliarte con Él, y pagó el incalculable rescate que te otorga un valor infinito. Tu valor no fue producto de la muerte de Jesús en la cruz, sino que se hizo patente por medio de ella. En el Calvario, Dios declaró ante el Cielo, el infierno y toda la tierra que te mereces el regalo de Jesucristo, Su amado Hijo. Si alguna vez fijaras un precio a lo que vales, en la etiqueta tendría que decir «Jesús», porque ese es el precio que Dios pagó por salvarte (V. 1 Corintios 6:19–20; 1 Pedro 1:18–19). Tu valor no lo determina lo que hayas hecho o puedas hacer; no es un valor creado por ti. Eres de gran valor debido a que nuestro amoroso Dios así lo dispuso. La humildad consiste en saber quién eres, quien te creó así y en darle a Dios toda la gloria por ello. Tu valor no puede ser determinado por los demás, ni siquiera por ti mismo. Únicamente el Creador puede determinar el valor de Su creación.
(Leer el artículo [en inglés] aquí.)
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