agosto 18, 2022
Les quiero presentar algo ligeramente distinto: una diversidad de poemas, algunos de factura más reciente y otros más antiguos.
Quizá la poesía no te agrade y no sea lo tuyo. En ese caso, puedes optar por volver la próxima vez. Sin embargo, aun la gente que es poco aficionada a la poesía puede sacar provecho de la hermosa manera en que se pueden exponer unos principios. Y quién sabe, el Señor a lo mejor atrae a una persona para la cual el mensaje expresado en un poema sea exactamente lo que necesita.
La voluntad de Dios nunca te conducirá a un lugar
donde Su gracia no pueda guardarte,
donde Su poder no pueda capacitarte,
donde Sus recursos no puedan satisfacer tus necesidades,
donde Sus fuertes brazos no puedan sostenerte.
La fuerza de Dios nunca te conducirá a un lugar
donde Su amor no pueda envolverte,
donde Sus misericordias no puedan socorrerte,
donde Su paz no pueda disipar tus temores,
donde Su autoridad no prevalezca para ti.
La paz de Dios nunca te conducirá a un lugar
donde Su Palabra no pueda apacentarte,
donde Su presencia no pueda hallarte,
donde Sus milagros no puedan obrar a tu favor,
donde Su compasión no pueda enjugar tus lágrimas.
El amor de Dios nunca te conducirá a un lugar
donde Sus manos no puedan moldearte,
donde Sus huestes no puedan protegerte,
donde Su sabiduría no pueda enseñarte,
donde Su Espíritu no pueda obrar por medio de ti.
Anónimo
*
Hace unos años alguien me dio un libro antiguo titulado Poems with Power to Strengthen the Soul[1] (Poemas con poder para fortalecer el alma). Se publicó hace más de cien años. Me pareció que les gustaría echarles un vistazo a varios de ellos.
¿Encaraste ese apuro que te sobrevino
con corazón alegre y constante?
¿O escondiste tu rostro del sol matutino
con alma temerosa y cobarde?
Un apuro pesa poco o pesa demasiado;
puede incluso acabar en desastre.
Lo que importa no es lo mucho que te haya afectado,
sino con qué actitud lo enfrentaste.
¿Te tocó morder el polvo? Ay, pues qué te importa.
Levántate con cara sonriente.
Haber caído no te hace ser peor persona.
Quedar postrado, eso es lo indecente.
Cuanto más duro caigas, más alto rebotas.
Tómate tus golpes con orgullo.
Lo que importa no es quedar con el ojo en compota,
sino pelear y decir: «No me escurro».
Y aunque te desplomes y expires, ¿qué importaría?
Pues peleaste con todas tus fuerzas.
Si fielmente cumpliste tu misión en la vida,
no se oirán críticas adversas.
La muerte llega furtiva o asalta de frente.
Lo que cuenta no es si has perecido,
si fue rápido o se produjo lentamente;
más bien, si moriste bien curtido.
Edmund Vance Cooke[2]
*
Si nadie enfermara ni entristeciera,
¿qué servicio al mundo prestaríamos?
Si nunca nos tocara una gotera
rara vez seríamos compasivos.
Si nunca el dolor nos afligiera
y consiguiéramos todo deseo,
la esperanza no existiría siquiera,
la vida no tendría ningún trofeo.
Anónimo[3]
*
¿De qué sirve preocuparse,
afanarse o ajetrearse
y frustrar uno el descanso?
Si nuestro Dios nos enseña
—y en ello Él mucho se empeña—
que hay que ser sereno y manso.
Anónimo[4]
*
El siguiente poema aborda el tema de la fe y la confianza tal como lo percibe un incrédulo, para el cual esas cosas son necedades. Así y todo, hasta el incrédulo al final es inducido a sonreír y maravillarse.
A todo él sonreía con un guiño,
porque hacía un sol radiante,
porque dormía como un infante
porque Dios le dio ojos radiantes
para admirar a su pequeño niño;
porque su tierna criatura
hacía diez mil travesuras,
porque el sol en las alturas
le sonreía con cariño.
Sonreía porque un cielo había
encima de su cabeza,
porque roja es la frambuesa,
¡porque el ayer no regresa!
Nunca se preguntó por qué sería
que Dios se equivocó tanto,
por qué padecemos quebranto,
en esta tierra de espanto
bajo este cielo que es una agonía.
Por mucho que bregaba, se alegraba
de que el aire fuera gratis,
de que ella no era versátil
que lo amaba siendo él frágil,
que juntos ¡de tantas dichas gozaban!
Porque crecía lindo el pasto
por la brisa y el chubasco
porque me sobro y me basto
para labrar con la pala y la azada.
Por la vida, hacía sonrisas y guiños.
Veía la cosa futura
sin pánico ni amargura
y en la noche sin premura
dormía apaciblemente como un niño.
Y lo tildaban de loco
por tener feliz el coco,
siempre alegre con lo poco,
y al mirarlo sonreían con cariño.
Samuel Ellsworth Kiser[5]
*
Encontré el siguiente poema al mismo tiempo en que me enteré de que un amigo había sufrido un grave accidente. El Señor me indicó que se lo enviara. Mi amigo me contestó reconociendo que el Señor le había hablado a través del poema. Expresó que le había llegado en un momento inmejorable, puesto que ahora logra identificarse con su mensaje, algo que antes no hubiera podido.
El poema originariamente se compuso en el siglo XVIII. Hay discrepancias en torno a quién es el autor. A fines del siglo XIX aparecieron varias versiones actualizadas de autores anónimos. Esta versión contiene una hermosa ilustración de cómo Jesús, por medio de lo que sufrió, labró un camino para Sus seguidores.
A lo mejor tú estás pasando por cosas que no entiendes. No aciertas a comprender por qué Dios permitió que te pasaran esas cosas casi insoportables. Quizá te sientas como el hombre del poema que levanta «sus manos suplicantes». Puede ser que a ti también te esté adiestrando y destilando Dios, o que hayas sido purificado por los fuegos. Dios, sin embargo, nos ha dado en Jesús un ejemplo vivo de superación y victoria.
Cuando Dios tiene que adiestrar a un hombre,
destilar a un hombre,
realizar a un hombre…
cuando Dios para bien debe moldear a un hombre
para que cumpla la función más noble,
Él lo machaca y lo hiere
con duros golpes para que se regenere
y así forjar a un hombre tan grande y tan audaz,
que mueva a todos a alabar el accionar divino:
«¡Vean cómo obra Dios, observen Sus caminos!»
Conforme Dios acepta a un hombre
y majestuosamente elige a un hombre,
va depurando su greda
para que a Su más sublime voluntad acceda.
Cuando Dios por amor aquilata a un hombre
y arrebata a un hombre,
y pone en situación ingrata a un hombre,
mientras su corazón destrozado llora,
y sus manos suplicantes extiende,
hasta que por fin comprende,
los designios divinos que por gracia trascienden.
Cuando Dios esculpe, golpea y forma a un hombre
con mano y herramienta y un plan acorde
hasta que se dobla, pero no se rompe y se divide,
y el bien divino ese hombre realizar decide,
sabiendo perfectamente de qué se trata.
Toma entonces una acción inmediata
para descubrir en Dios Su brillantez de plata.
Cuando Dios quiere agarrar a un hombre
y zarandear a un hombre
y despertar a un hombre…
siempre que Dios quiere moldear a un hombre
que grandes gestas ha de cumplir,
le da forma en mente y alma,
un corazón grande y vigoroso le implanta.
Con pruebas de amor lo aprieta,
con empresas difíciles lo reta,
con mano amorosa deshace su anatomía
mientras una misión sagrada le confía
y lo unge con sabiduría.
Sin importar lo que le acaezca,
Dios hará que el camino se le esclarezca.
Dios amolda hombres conforme a Su Hijo,
el perfecto, retratado en el crucifijo,
que nos guía
y tiene supremacía.
Él corrió la carrera,
va despacio o acelera,
para enseñarnos por gracia lo que Él quiera,
para que pregonemos Su historia
y lo sigamos hasta la gloria.
Su plan es estupendo, benévolo.
Infunde fe al incrédulo.
Anduvo por la senda que nosotros recorremos,
sufrió lo que sufrimos hasta los extremos.
Dios lo envió para restituirnos,
para requerirnos,
para dirigirnos,
y con pies desgarrados y sangrantes,
Su espíritu impasible sigue avante
con todas Sus fuerzas supremas pujantes,
abriendo nuevos y magníficos caminos
con Sus poderes que son divinos.
¡Ay, la crisis! ¡Ay, el grito!
¡Que llamó a nuestro Líder del infinito!
Cuando la gente salvación necesita,
una nación celestial Él suscita.
Así Dios revela Su plan con Su nombre,
porque en Él hallamos… ¡al Hombre!
Anónimo
Artículo publicado anteriormente en junio de 2019. Pasajes seleccionados y publicados de nuevo en agosto de 2022.
[1] Mudge, James, ed., Poems with Power to Strengthen the Soul (New York: Abingdon Press, 1907).
[2] A menos que se indique otra cosa todas las poesías de este artículo provienen del libro Poems with Power to Strengthen the Soul. Página 5.
[3] Mudge, Poems with Power, 114.
[4] Mudge, Poems with Power, 94.
[5] Mudge, Poems with Power, 140.
Copyright © 2024 The Family International