junio 14, 2022
Hace relativamente poco descubrí que no fue un libro de gestión y dirección el que me introdujo al diálogo interno, sino la Biblia. Ha estado ahí siempre; yo simplemente no me había dado cuenta. En una reunión de oración matinal en la que participé recientemente descubrí que el salmista exclamaba «Oh, alma mía» y comprendí que en las mismísimas páginas de la Escritura, inspiradas por Dios, el autor bíblico se hablaba a sí mismo. Investigando más descubrí que en numerosas ocasiones los redactores de la Biblia componían palabras dirigidas a su propia alma.
Quizá la gran diferencia entre la conversación interior que promueven los maestros de la autoayuda y los ejemplos bíblicos reside en el móvil que la anima. Es evidente que lo que estimula el diálogo interno en las Escrituras es la gloria de Dios y la salud espiritual del alma. […]
En los Salmos 42 y 43 David se habla a sí mismo tres veces básicamente con las mismas palabras. Muy posiblemente esas palabras se escribieron cuando se encontraba exiliado luego de la traición de su hijo Absalón. Está lejos de casa y al filo de la desesperación. Se dice a sí mismo: «¿Por qué te abates, alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún he de alabarlo, ¡salvación mía y Dios mío!»[1]
David se pregunta a sí mismo a qué se deben el desaliento y la ofuscación que inundan su alma. Se insta a poner su esperanza en Dios, lo que deriva en que su alma tribute alabanzas a Dios por poder siempre contar con Su auxilio. El resto de los Salmos 42 y 43 contiene los anhelos de liberación expresados por David, sus clamores de socorro y su reafirmada certeza en la promesa y el carácter de Dios.
En el Salmo 103 David una vez más se dirige a su propia alma en estos términos: «Bendice, oh alma mía, al Señor. Bendiga todo mi ser Su santo nombre. Bendice, oh alma mía, al Señor y no olvides ninguno de Sus beneficios»[2].
En esta oportunidad David ordena a su alma que concentre la atención en el santo nombre de Dios con toda fibra de su ser. Se exige a sí mismo recordar los favores de Dios. A tono con su monólogo interior, repasa entonces algunas de las razones por las que es necesario enfocarse en ello y escribe así acerca de las obras de Dios: «Él es quien perdona todas tus maldades, el que sana todas tus dolencias, el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias, el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila»[3]. […]
Estos ejemplos bíblicos de diálogo o conversación interior manifiestan la determinación de cumplir su cometido optando por la gratitud, la adoración, la confianza y la oración. David escribió: «Bendiga todo mi ser Su santo nombre»[4]. Daniel Henderson[5]
Cierto día, recién iniciada mi carrera, me oí pronunciar las siguientes palabras mientras me golpeaba la cabeza: «Qué estúpida soy». Era la primera vez que oía en voz alta ese monólogo interior negativo, pese a que llevaba años repitiéndomelo mentalmente. Necesitaba nuevas palabras que orientaran mi vida. […]
El hábito que había adquirido de hablarme desfavorablemente a mí misma desató el poder de la muerte en mi vida. ¡Y no cobré plena conciencia del dominio que tenía sobre mí hasta que empecé a sentir los efectos revitalizadores de combatirlo con la verdad! Proverbios 18:21 dice: «La muerte y la vida están en poder de la lengua; el que la ama, comerá de sus frutos».
Cuando ensayamos esa plática interior negativa comemos el fruto de esas palabras como una profecía indefectible. Si lo pensamos, lo pronunciaremos. Expresarlo con palabras es darle vida. ¡Qué horror! ¡Yo no quiero comerme las palabras que empleo para hablar de mí misma! ¿Has examinado tú tu propia conversación interna?
La mejor manera de combatir las pláticas interiores negativas es sustituyéndolas por lo que yo llamo diálogo con Dios.Dialogar con Dios es reconocer que quizás eres débil, pero que en Él lo encuentras todo: Fuerzas, aguante y aceptación. El diálogo con Dios es lo que Dios mismo te diría si le preguntaras qué opinión tiene de ti.
¡Cada vez que oigo que mi boca arroja un monólogo negativo sobre mí misma me detengo y lo sustituyo por el diálogo con Dios!
Monólogo interior negativo: No valgo nada. Diálogo con Dios: Debo valer mucho si Jesús pagó por mí el precio de Su vida[6].
Monólogo interior negativo: Mi futuro no pinta nada bueno. Diálogo con Dios: ¡Antes de nacer Dios ya me conocía y tenía una esperanza y un futuro para mí![7]
Monólogo interior negativo: Soy insignificante. Diálogo con Dios: Dios conoce hasta el último cabello de mi cabeza[8].
Pronunciar fielmente las palabras de Dios en lugar de mis palabras negativas resguardará mi corazón. ¡Ha incrementado mi reserva de amor de manera que tengo más amor para entregar! ¡Dios ha sanado mis heridas más profundas, y desea sanar las tuyas! Sheri Yates[9]
Mucho antes de la aparición de la sicología Dios dijo que nuestros pensamientos determinan nuestros sentimientos y estos, nuestras acciones. Si deseas transformar tu vida debes controlar tu modo de pensar.
Uno continuamente se habla a sí mismo, sin interrupción. ¡Tu mente te está hablando! En este instante te estás hablando a ti mismo. […] Lo malo es que muchos somos como Job, que dice: «Mi boca me condena y resulto culpable»[10]. En otras palabras: «Todo lo que digo me desdeña». Si tienes los rasgos típicos de la raza humana, tú eres tu peor crítico.
Nos pasamos la vida desdeñándonos. Entramos en una sala sonriendo, mas por dentro pensamos: «Soy gordo. Soy bruto. Soy feo. ¡Y siempre llego tarde!»
Dios quiere que dejemos de despreciarnos. Cuando te desprecias a ti mismo, ¿a quién desprecias en realidad? Cuando dices: «Soy gordo. Soy bruto. Soy feo. No sirvo para nada. No tengo condiciones», al que realmente señalas es al Creador que te formó. Cuando dices: «Dios, no valgo nada. No sirvo para nada. Soy un inútil», lo que estás diciendo es: «Dios, conmigo la pifiaste». Por eso indica Dios que no es bueno menospreciarte.
¿Cómo se elimina el diálogo interno negativo para llegar a ser una persona más segura de sí misma? La Biblia enseña el principio de la sustitución: «Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo. […] Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza[11]. Es decir, no pienses en todas esas flaquezas que te caracterizan. Enfócate en lo que Dios quiere que seas y en lo que Él quiere hacer en tu vida.
No hay mejor manera de aumentar tu confianza que empezar a creer lo que Dios dice de ti. Cuando leo la Biblia, capítulo por capítulo, y encuentro un versículo que me habla, lo anoto en una tarjeta, me lo aprendo de memoria y luego se lo reafirmo a Dios: «Padre, te agradezco que soy valioso; que soy relevante; que soy perdonable; que soy capaz». Dale vía libre a Dios para que renueve tu mente, ya que «tu corazón [pensamientos] determinan el rumbo de tu vida»[12].
No conozco mejor antídoto para la baja autoestima —o para lidiar con tus dolores, hábitos, manías y complejos— que leer todos los días la Palabra de Dios. Estúdiala, memorízala, medita en ella y aplícala a tu vida. ¿Te autodisciplinas en tus ratos de silencio diarios con Dios? Rick Warren[13]
Durante un curso de asesoramiento que tomé hace poco, todos los asistentes investigamos el tema del diálogo interno negativo. Enseguida se hizo patente que esa mala costumbre empaña nuestros éxitos, sofoca grandes ideas en su etapa de gestación e influye en nuestras reacciones y en nuestra perspectiva de diversas situaciones en las que nos vemos envueltos.
La negatividad —que se manifiesta en forma de lamentos por oportunidades perdidas, resentimientos, comparaciones desfavorables con los demás, celos y hasta pequeñas frases como: «¡Qué torpe soy!», «¿Cómo pude ser tan tonto?» o «¿Cómo le voy a caer bien a alguien?»— es al parecer muy común.
Me decidí a cambiar mi forma de pensar y tomar mayor conciencia de los mensajes que me pasan por la cabeza. A continuación, algunas de las estrategias que estoy aprendiendo y tratando de poner en práctica:
Cuando aparezca un mensaje negativo, cámbialo por uno positivo. «Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: Regocijaos.»[14]
Cuando te enfrentes a un obstáculo o a malas noticias, pídele a Dios una solución e imagínate todo el bien que Él puede hacer que surja hasta de una situación complicada. «Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien»[15].
Cuando todo aparentemente ande mal, recuerda que en toda situación siempre hay un rayito de esperanza, y una luz al final de cada túnel. «Aunque caí, me levantaré; aunque more en tinieblas, el Señor será mi luz»[16].
Cuando la situación te rebase, ocupa tu mente pensando en la bondad y el amor que Dios abriga por ti. «Porque Yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza»[17]. Iris Richard
Publicado en Áncora en junio de 2022. Leído por Gabriel García Valdivieso.
[1] Salmo 42:5,11; 43:5.
[2] Salmo 103:1,2.
[3] Salmo 103:3–5.
[4] Salmo 103:1.
[5] https://www.strategicrenewal.com/biblical-self-talk.
[6] 1 Pedro 2:24.
[7] Jeremías 29:11.
[8] Lucas 12:6,7.
[9] https://finds.life.church/self-talk-struggle-real-make-count.
[10] Job 9:20 (TLA).
[11] Filipenses 4:8 (NTV).
[12] Proverbios 4:23 (NTV).
[13] https://www.danielplan.com/healthyhabits/selftalk.
[14] Filipenses 4:4.
[15] Romanos 8:28.
[16] Miqueas 7:8.
[17] Jeremías 29:11 (NVI).
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