junio 6, 2022
«En esto se alegran, a pesar de que por ahora, si es necesario, estén afligidos momentáneamente por diversas pruebas, para que la prueba de su fe —más preciosa que el oro que perece, aunque sea probado con fuego— sea hallada digna de alabanza, gloria y honra en la revelación de Jesucristo». 1 Pedro 1:6,7
Te amo entrañablemente y, cuando sufres, Yo también sufro. Estaré muy cerca de ti para darte fuerzas, reconfortarte y rodearte con Mi presencia. Acude a Mí con fervor durante esta temporada, acércate a Mí y deja que te hable. Ábreme el corazón y los oídos a Mí y presta atención a Mi voz que te habla mientras reposas a salvo en Mis brazos.
Aprovecha estos momentos para alabarme por la protección y salud con que te he favorecido y sobre todo por Mi presencia que te ayuda a capear toda tormenta que te depare la vida. Deja que esta experiencia te ablande el corazón por los necesitados, los débiles y los enfermos, y por los que necesitan tus oraciones fervientes cada día. Tómate el tiempo para recordar todos los buenos momentos que has tenido y las muchas cosas buenas que te he concedido, y alábame por todo ello. ¡He hecho que caiga sobre ti una incesante lluvia de bendiciones!
Toda buena dádiva y todo don perfecto provienen de Mi mano. La vida, la salud, la fortaleza, la provisión y la protección que te brindo, y tus talentos, tu capacidad y las labores y servicios que realizas, son todos buenos dones que proceden de Mí y se los concedo a cada persona según cual sea Mi voluntad para cada una de ellas. Esos momentos de debilidad en que no puedes hacer vida normal te traen a la memoria cuánto dependes de Mí para que obre en ti y así poder lograr algo. Alcanzas a ver con más claridad Mi bien y Mi misericordia que te siguen todos los días de tu vida[1].
Las épocas en que padeces dolencias y enfermedades se prestan para la reflexión. Pueden ser temporadas para ponderar tu vida y evaluar tus prioridades… momentos para orar y buscarme en lo tocante al futuro. En cuanto acudas a Mí y me encomiendes todos tus caminos, te hablaré al alma, te guiaré y te enseñaré, de tal manera que esa época de prueba y padecimiento —más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero, se prueba con fuego— sea hallada en alabanza, gloria y honra[2].
«El Señor Dios, el Santo de Israel dice: Solo volviéndose a Mí y confiando en Mí serán salvados. En la quietud y confianza en Mí está su fuerza.» Isaías 30:15[3]
Agradéceme por las condiciones que te obligan a permanecer en quietud. No desperdicies esas horas de sosiego deseando que no existieran, aguardando con impaciencia el día en que puedas retomar tus actividades. Algunas de las obras más grandes de Mi reino se lograron desde el lecho de la enfermedad… En lugar de contrariarte por las limitaciones que impone un cuerpo debilitado, procura averiguar cuál es Mi voluntad para ti en medio de esas mismísimas circunstancias. Las limitaciones pueden ser liberadoras cuando tu mayor deseo es vivir cerca de Mí.
La quietud y la confianza agudizan tu conciencia de Mi presencia contigo. No subestimes estas sencillas formas de servirme. Aunque te sientas segregado de la actividad del mundo, tu serena confianza emite un potente mensaje en las esferas espirituales. Mi fortaleza y Mi poder demuestran mayor eficacia en la debilidad.
Permíteme que te enseñe gratitud. Empieza por reconocer que todo —todas tus posesiones y todo lo que eres— pertenece a Mí. El despuntar de un nuevo día es un regalo de Mi parte que no debes dar por sentado. La Tierra bulle de vida con Mis bendiciones, da vivo testimonio de Mi presencia. Si aminoras tu ritmo de vida, me puedes hallar en todas partes.
Algunos de Mis hijos más queridos se han visto relegados a un lecho de enfermo o han quedado recluidos en cárceles. Otros han aprendido voluntariamente la disciplina de pasar tiempos a solas conmigo. El secreto para estar agradecido es aprender a ver todo desde Mi perspectiva. Mi mundo es tu salón de clases. Mi Palabra es lámpara a tus pies y lumbrera a tu camino[4].
«Bueno me es haber sido afligido para que aprenda Tus leyes. Mejor me es la ley que procede de Tu boca que miles de piezas de oro y plata». Salmo 119:71,72
Hay ocasiones en que te sientes tan débil que careces del vigor para esforzarte espiritualmente por buscar respuestas en Mi Palabra. Pero siempre puedes oír Mi voz en tu interior. Siempre puedes alzar el corazón a Mí y consolarte con Mis Palabras. Aun cuando no te sientas capaz de articular una oración, Mi Espíritu te ayudará, intercederá por ti con gemidos tan insondables que no se podrían expresar con palabras[5].
Hay muchos casos en que Yo me valgo de esos momentos en que Mis hijos sufren enfermedades para hacer ajustes en su vida espiritual. Cuando enfrentas un trastorno de salud, te toca ir más despacio. Te impide seguir como siempre. Te motiva a hacer examen de conciencia y comprobar si estás haciendo lo que más me agrada. Haces inventario para determinar si has dado preferencia a los ratos que dedicas a Mí. Te recuerda que debes reevaluar tu escala de prioridades.
Puedes aprovechar las temporadas de enfermedad para simplemente recostarte en Mis brazos y reposar en Mi amor. Algunos de los momentos más entrañables que tienes conmigo los experimentarás de ese modo.
La enfermedad te ayuda a tomar cierta distancia de tu trabajo. A veces es preciso poner el trabajo completamente en pausa; otras, basta con aminorar la marcha. Eso te recuerda que no eres indispensable. Cuando no puedes hacer tanto como de costumbre, ello te ayuda a pasar revista a tu escala de prioridades y recordar las cosas que sí tienen real importancia.
Las dolencias y enfermedades te enseñan humildad, pues te recuerdan lo débil que eres. El hecho de que alguien te atienda te hace más humilde, y eso también es una buena experiencia. Te lleva a apreciar a la gente de tu entorno que cuida de ti. Te motiva a valorar más la buena salud de que gozas normalmente y te inspira más compasión por otras personas que padecen afecciones. Además, cada vez que oras por ti, te insta a orar más por otros. Cobras conciencia de la importancia de la oración.
Te ayuda a estrechar tu relación con quienes te rodean y te lleva a depender de las oraciones y el amor que te ofrecen los demás. Con frecuencia sales de la experiencia con una perspectiva más clara y más acorde con la Mía, y una escala más acertada de prioridades. Todo ello es saludable para tu espíritu.
Cada vez que permito una enfermedad o dolencia, ten la certeza de que la haré redundar en tu bien. Busca las bendiciones, los beneficios y las enseñanzas que puedes sacar de ello, a fin de fortalecerte en fe y propiciar que se cumplan Mis designios.
«Cuando hayan padecido por un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, quien los ha llamado a Su eterna gloria en Cristo Jesús, Él mismo los restaurará, los afirmará, los fortalecerá y los establecerá». 1 Pedro 5:10
Amado Mío, amada Mía, esta leve tribulación momentánea produce en ti un cada más más excelente y eterno peso de gloria[6]. Confía en que todo lo que experimentas cooperará para tu bien merced al inmenso amor que abrigo por ti. Hasta me valdré de este padecimiento para que de tu vida brote una dulzura que me glorifique.
No te desanimes ni te preocupes pensando que estoy enojado contigo; ¡todo lo contrario! Estoy muy orgulloso de ti. Gracias por ofrecerte a ser una vasija de amor a través de la cual pueda Yo verter. Mis vasijas son frágiles y defectuosas de por sí, pero tan llenas de amor a Mí que no les importa regresar una y otra vez al torno del alfarero para que las vuelva a modelar conforme a Mi voluntad.
Estas afecciones son de corta duración. Pronto el tiempo no será más y te desprenderás de estos pesos de la carne. ¡Gozarás de gran libertad!
Gracias por aceptar ser Mi instrumento, útil en Mis manos, y mantenerte cerca de Mi corazón. Gracias por soportar estas penalidades a fin de conocer la fuerza de la debilidad. Sé que esta enseñanza es mucho más valiosa para ti y que la humildad que te infundirá esta temporada de debilidad es mucho más importante que todo lo que realizarías si gozaras de plena salud.
Cuando te recuperes, se reforzará tu dependencia de Mí. Regocíjate, pues, incluso en tus momentos de salud desmejorada.
Publicado por primera vez en marzo de 2001, salvo las partes en que se indica otra cosa. Adaptado y publicado de nuevo en junio de 2022.
[1] Salmo 23:6.
[2] 1 Pedro 1:7.
[3] NBV.
[4] Young, Sarah, Jesus Calling (Thomas Nelson, 2010).
[5] Romanos 8:26.
[6] 2 Corintios 4:17.
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