abril 28, 2022
Esta es mi oración por ti: Que logres vislumbrar hasta lo más mínimo de la tierna misericordia de nuestro Señor Jesús. Pues una gota de la misericordia del Señor es mejor que un mar del consuelo del mundo. […]
Si tan solo conociéramos a fondo cómo Jesús nos entiende y nos cuida. Si tan solo viéramos la maravilla de Su amor. Los cielos que pinta, las flores que abre, el mundo que arregla solo para nosotros. Las cartas de amor que Él nos ha escrito en la Biblia.
Todo ello son misericordias de Dios.
El mundo nos ofrecerá consuelo en forma de evasión. […] Tratar de llenar nuestro corazón dolorido con [el consuelo del mundo] se asemeja a tratar de llenar un océano con una cuchara. Nunca es suficiente. Así pues, apretamos los puños y seguimos tratando de hallar algo que nos consuele.
Si solo supiéramos cómo dejar de apretar los puños para que pudiéramos extender las manos y tomar las gotas de Su tierna misericordia. Si solo supiéramos cómo soltar el peso de tratar de arreglarlo todo nosotros. Si solo supiéramos cómo detenernos en medio de todo y susurrar: Jesús, ayúdame. Solo un susurro formado en la plenitud de Su nombre lleva todo el poder, misericordia, sabiduría y gracia que necesitamos para enfrentar lo que tenemos delante.
Si solo supiéramos.
Si hoy quieres evadirte por medio de uno de los consuelos del mundo, primero dedica tiempo a pedir a Jesús que te ayude, que te haga ver y te dirija. Hebreos 4:15 y 16 nos recuerda que Él es muy accesible, que Él entiende nuestras dificultades y gentilmente nos ofrece ayuda y esperanza.
«No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos»[1].
En concreto, pídele que te ayude a ver y notar Sus tiernas misericordias. Luego verás que, en efecto, una gota de la misericordia del Señor es mejor que un mar del consuelo temporal del mundo.
Jesús, no quiero pasar otro día persiguiendo cosas que nunca me dejarán satisfecho. En cambio, oro que empiece a ver de verdad lo alto y profundo que es el amor que tienes por mí. Ayúdame a atrapar las tiernas gotas de Tu misericordia y enséñame a aceptar plenamente Tu amor. En el nombre de Jesús, amén. Lysa TerKeurst[2]
«Den gracias al Señor porque Él es bueno, porque para siempre es Su misericordia. Den gracias al Dios de dioses, porque para siempre es Su misericordia. Den gracias al Señor de señores, porque para siempre es Su misericordia»[3].
La palabra que se tradujo como «misericordia», en el idioma original significa amor fiel, firme, duradero. El estribillo «para siempre es Su misericordia»[4] también se tradujo: «Su fiel amor perdura para siempre»[5] y «Su gran amor perdura para siempre»[6]. Misericordia, o amor fiel, es uno de los más destacados atributos del carácter de Dios. Por Su misma naturaleza, Dios manifiesta misericordia incontenible, ilimitada, eterna, incluso a los que no lo merecen: «¿Qué Dios hay como Tú, que perdona la iniquidad y pasa por alto la rebeldía del remanente de Su heredad? No persistirá en Su ira para siempre, porque se complace en la misericordia»[7]. […]
Menos mal, el fiel amor del Señor no depende del capricho de las emociones ni de la valía del beneficiario. La bondad firme de Dios hacia los que ama es propia de Él, de quién es Él: «Dios es amor»[8]. En muchos casos, cuando llegan las pruebas, nos sentimos abandonados por Dios. A veces nuestra desobediencia pecaminosa envuelve nuestro corazón en tal oscuridad que creemos que Dios, sin duda, nos ha rechazado para siempre. Como las personas de la época de Jeremías, nos preguntamos si nuestras penosas circunstancias son prueba de que Dios ya no nos ama y que se acabó Su misericordia hacia nosotros. En momentos así, debemos recordar la promesa de Dios por medio de Jeremías y también dejar que esas palabras nos consuelen: «El Señor es bueno, […] Su amor es eterno» (Jeremías 33:11; NVI).
El Señor perdona a los que se arrepienten y regresan a Él: «Tú, Señor, eres bueno y perdonador; grande es Tu amor por todos los que te invocan»[9]. No toma en cuenta nuestros pecados. Dios permanece fiel porque no puede negar quién es Él[10]. «Compasivo y clemente es el Señor, lento para la ira y grande en misericordia. No luchará con nosotros para siempre, ni para siempre guardará Su enojo. No nos ha tratado según nuestros pecados, ni nos ha pagado conforme a nuestras iniquidades»[11].
La Biblia dice al que se sienta menos merecedor de Su misericordia: «¡El fiel amor del Señor nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan. Grande es Su fidelidad; Sus misericordias son nuevas cada mañana.»[12]
El nuevo pacto que Dios prometió a Israel es nuestro para que lo vivamos hoy por medio de una relación viva y personal con nuestro Señor Jesucristo. Los que confían en el Señor son partícipes de Su amor y misericordia por siempre. Incluso en nuestros momentos más sombríos, cuando parece que se ha perdido toda esperanza, debemos recordar que para siempre es Su misericordia. Tomado de GotQuestions.org[13]
La misericordia de Dios es abundante y permanece para siempre:
Tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan[14].
Grande es hasta los cielos Tu misericordia y hasta las nubes Tu verdad[15].
Aclamad al Señor, porque Él es bueno; porque Su misericordia es eterna[16].
Cantaban, alabando y dando gracias al Señor, y decían: «Porque Él es bueno, porque para siempre es Su misericordia sobre Israel»[17].
Dios es misericordioso con los que lo aman:
Conoce, pues, que el Señor, tu Dios, es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan Sus mandamientos, hasta por mil generaciones[18].
Su misericordia es de generación en generación a los que le temen[19].
También es misericordioso con los que no lo aman:
Bueno es el Señor para con todos, y Sus misericordias sobre todas Sus obras[20].
Amad, pues, a vuestros enemigos, haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque Él es benigno para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso[21].
Aun cuando nos hemos rebelado contra ti, Tú, Señor nuestro, eres un Dios compasivo y perdonador[22].
Dios, por Su amor y misericordia, dispuso un medio por el cual nosotros, que somos pecadores, podemos redimirnos. Su santidad y Su justicia, a la par que Su gracia y Su misericordia ―todos ellos atributos que forman parte de Su naturaleza y personalidad, de Su esencia―, obran conjuntamente por Su divino amor para plasmar lo que para el hombre es imposible: expiar nuestros pecados, suprimir la separación que existe entre nosotros y Dios como consecuencia del pecado, de modo que podamos vivir eternamente con Él.
Reproduzco las siguientes frases del teólogo Karl Barth, que expresan espléndidamente que el amor, la misericordia y la gracia de Dios emanan de Su naturaleza y de Su ser.
La misericordia de Dios reside en Su disposición para simpatizar con la angustia de otro ser, disposición que surge de Su más íntima naturaleza y se trasluce en todo Su ser y todo Su hacer[23].
El amor y la gracia divinos no son relaciones estrictamente matemáticas o mecánicas; tienen su verdadero asiento y origen en el movimiento del corazón de Dios[24].
No queriendo que ninguno perezca, Dios nos abrió una vía de salvación por medio de Jesús, de manera que mediante la fe en Él nos libramos de morir, de ser castigados por nuestros pecados, de quedar separados de Dios. Ese es el preciado don de nuestro Dios paciente, compasivo y misericordioso. Peter Amsterdam
*
Yo te corono de favores y misericordias. Necesitas muchísimas de estas bendiciones y Yo me deleito en proporcionártelas. Tu trabajo es abrirme tu corazón por completo, reconocer —ante ti y ante Mí— la gran necesidad que tienes. Mucha gente teme enfrentar su necesidad, porque dudan que alguien les podría dar todo lo que les hace falta. Esto es verdad desde la dimensión humana. Sin embargo, tengo reservas infinitas de bendiciones para Mis hijos. Además, Mi misericordia y bondad son un regalo eterno, porque con amor eterno te he amado. ¡Estoy comprometido contigo!
Todos Mis hijos necesitan misericordia —un trato compasivo— y tú no eres la excepción. Te ofrezco múltiples misericordias, y lo hago con ternura. Así pues, ven a Mí cuando te sientas débil y vulnerable. Ábreme tu corazón y descansa en Mi presencia. Recuerda que eres parte de la realeza redimida, te he comprado con Mi propia sangre. Mantente inmóvil —con dignidad y confianza—, mientras te corono de favores y misericordias. Jesús[25]
Publicado en Áncora en abril de 2022.
[1] Hebreos 4:15,16 (NVI).
[2] Lysa TerKeurst, Embraced (Thomas Nelson, 2018).
[3] Salmo 136:1-3 (NBLA).
[4] RVR1960 y RVR1995.
[5] NTV.
[6] NVI.
[7] Miqueas 7:18 (NBLA).
[8] 1 Juan 4:8, 16.
[9] Salmo 86:5; v. también 1 Juan 1:9 (NVI).
[10] 2 Timoteo 2:13.
[11] Salmo 103:8-10 (NBLA).
[12] Lamentaciones 3:22,23 (NTV).
[13] https://www.gotquestions.org/His-mercy-endures-forever.html.
[14] Salmo 86:5 (a menos que se indique otra cosa, los versículos citados proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995).
[15] Salmo 57:10.
[16] 1 Crónicas 16:34.
[17] Esdras 3:11.
[18] Deuteronomio 7:9.
[19] Lucas 1:50.
[20] Salmo 145:9.
[21] Lucas 6:35,36.
[22] Daniel 9:9 (NVI).
[23] Barth, Karl: The Doctrine of the Word of God, Vol.1, Part 2, (Hendrickson Publishers, Peabody, 2010), p. 369.
[24] Barth, Karl: The Doctrine of the Word of God, Vol.1, Part 2, p. 370.
[25] Sarah Young, Jesus Today (Thomas Nelson, 2012).
Copyright © 2024 The Family International