Una esperanza que es inquebrantable

noviembre 30, 2021

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[A Hope That Is Unshakable]

«Tenemos como ancla del alma, una esperanza segura y firme, y que penetra hasta detrás del velo, adonde Jesús entró por nosotros como precursor».  Hebreos 6:19–20[1]

Los héroes de la Biblia provenían de todas las profesiones y condiciones sociales: gobernantes, sirvientes, maestros, doctores. Había hombres, mujeres, solteros y casados. Sin embargo, los unió un común denominador: edificaron su vida en las promesas de Dios.

Debido a las promesas de Dios, Noé creyó en la lluvia antes de que existiera la palabra «lluvia». Por las promesas de Dios, Abraham dejó atrás un buen hogar por uno que no había visto. Debido a las promesas de Dios, Josué dirigió a dos millones de personas por territorio enemigo. Por las promesas de Dios, David golpeó a un gigante y lo hizo caer. Pedro se levantó de las cenizas del remordimiento y Pablo encontró una gracia por la que valía la pena morir. […]

Desde el primer capítulo, la Biblia defiende la fiabilidad de Dios. Nueve veces se repite en el texto: «dijo Dios». Y sin excepción, después de que Dios hablaba, sucedía algo. Ocurría algo maravilloso. Por orden de Dios, se hizo la luz, la tierra, las playas y los animales. […] El lector se queda con una conclusión: la palabra de Dios es segura. […]

¿Te hace falta algo de esperanza inquebrantable? Si es así, no eres el único. Vivimos en tiempos de desesperanza. […] Nunca antes hemos sido más cultos. Tenemos instrumentos tecnológicos que nuestros padres no podrían haber soñado. Estamos saturados de entretenimiento y esparcimiento. Sin embargo, más personas que nunca organizan su propia muerte. ¿Cómo puede ser eso?

Entre las respuestas debe estar esta: la gente muere por falta de esperanza. El secularismo extrae la esperanza de la sociedad. Reduce el mundo a unas pocas décadas entre el nacimiento y el coche fúnebre. Muchas personas piensan que este mundo es lo mejor que hay y seamos realistas, no es tan bueno.

Sin embargo, las personas de la promesa tienen una ventaja. Deciden reflexionar, proclamar y elevar en oración las promesas de Dios. […] Pasan la vida por el tamiz de las promesas de Dios. Cuando surgen los problemas, se dicen a sí mismas: «Pero Dios dijo…» Cuando las dificultades amenazan, buscan pasajes de las Escrituras y dicen: «Creo que Dios dijo algo sobre esto». Cuando consuelan a otros, tienden a preguntar: «¿Conoces la promesa de Dios sobre este tema?» […]

Según Pedro, las promesas de Dios no solo son grandes; son magníficas. No solo son valiosas; son preciosas[2]. Colgárselas alrededor del cuello es adornarse con las joyas más finas del universo. Por medio de esas grandes y preciosas promesas podemos ser partícipes de la naturaleza de Dios. Nos llevan a una nueva realidad, a un entorno santo. Son las señales que nos guían a fin de que nos alejemos del pantano tóxico y que entremos al aire limpio del Cielo. […]

Edificamos nuestra vida en las promesas de Dios. Debido a que Su Palabra es inquebrantable, también lo es nuestra esperanza. No nos apoyamos sobre los problemas ni el dolor de la vida. Nos apoyamos en las grandes y preciosas promesas de Dios.  Max Lucado[3]

Esperanza inquebrantable

Si tu vida está anclada en la Palabra de Dios, no tienes que ponerte nervioso en los momentos de estrés.

En un mundo que enfrenta tiempos de incertidumbre, ahora más que nunca el pueblo de Dios necesita esperanza. Sin embargo, la esperanza puede ser difícil de encontrar cuando la vida parece derrumbarse y que estalla un infierno a tu alrededor, en particular al enfrentar presiones económicas, conflictos familiares y otras situaciones estresantes.

La Biblia dice que llegará un día cuando ocurrirá la remoción de todo lo que pueda ser movible, de modo que «permanezca lo inconmovible»[4]. Creo que actualmente vivimos esa agitación, y apenas está empezando.

Así pues, ¿qué significa eso para nosotros? Significa que debemos hallar la esperanza de Dios en medio de las temporadas tormentosas y estresantes de la vida. Gracias a Dios, Él nos ofrece un ancla fiable, que nos asegura la victoria: «Tenemos como ancla del alma, una esperanza segura y firme, y que penetra hasta detrás del velo»[5]. Notemos que nuestra ancla de esperanza debe entrar a la presencia del Señor «detrás del velo». […]

El apóstol Pablo señaló que debido a esa clase de esperanza, basada en las promesas de Dios, «no desmayamos […] no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas»[6]. Así pues, si hoy tienes estrés, detente un momento para ver más allá de las preocupaciones y sufrimiento de este mundo. En cambio, pon la mirada en Jesús, pues Él es el autor y consumador de nuestra fe[7].

Esta esperanza inquebrantable debe ser una realidad en nuestra vida, no solo una bonita teoría religiosa. Una persona que de verdad confía en el Señor tendrá Su perfecta paz, incluso en los tiempos difíciles, «Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado»[8].

¿Verdad que esas son buenas noticias? Sea lo que sea que enfrentes, puedes decir como David: «Al Señor he puesto continuamente delante de mí; porque está a mi diestra, permaneceré firme»[9]. […]

Jesús ofrece esperanza al que no la tiene. Él es nuestra fuerza y confianza, nuestra Roca en momentos de angustia. Aunque Él nunca dijo que la vida sería fácil, nos dio esta gran promesa: «Confíen en Mí, permanecerán inconmovibles y seguros, con una gran paz. En este mundo impío tendrán dificultades. ¡Pero, ánimo! Yo he vencido al mundo»[10].

Cuando lleguen las tormentas de la vida, ¡esta es una magnífica ancla para nosotros!  Ben Cerullo[11]

Todo saldrá bien

Meditar en Jesús y aprender a hacer pausas y a calmarnos en Su presencia, independientemente de las circunstancias en que nos encontremos, pase lo que pase a nuestro alrededor, es lo que nos faculta para alabarlo en todo y a través de todo, aun cuando nos enfrentemos a situaciones aparentemente imposibles. Los frutos de la alabanza tienen raíces que han aprendido a descansar en Jesús, como presenta perfectamente este poema de Giles Fletcher (escrito en 1588):

Hay una calma que conoce quien confía,
que aplaca penas y melancolías.
Hay una paz que invade el interior
cuando el temporal ruge alrededor.
Hay una luz que brilla bella y pura
cuando el peligro acecha en la hora oscura.
Con fe, alabanza y ruego uno se calma.
La paz aun en la tempestad se alcanza.
Y esa luz, del Cielo mismo emana.

Una persona cuya ancla se mantuvo firme a pesar de todas las tribulaciones que tuvo en la vida y que casi la hundieron, del sufrimiento que soportó y de las tormentas que amenazaron con extinguir su luz, fue Fanny Crosby. Fue una poetisa norteamericana que se quedó ciega cuando tenía seis semanas de vida debido a un tratamiento médico erróneo. Antes de irse con el Señor a los noventa y cinco años, compuso más de ocho mil himnos evangélicos. Millones de personas se han conmovido con la belleza de las palabras que fluían de su pluma.

Fanny tenía todas las excusas del mundo para darse por vencida. Pero en lugar de abandonar, decidió tratar de verle el lado bueno a cada situación, paso a paso y día a día, y descubrió que podía vivir contenta. La canción de Fanny llamada Todo bien saldrá es un buen ejemplo de esto, como expresan magníficamente estas estrofas:

Tú sigue orando con tesón
en medio del pesar.
Valiente sé, confía en Él,
que no te dejará.

Recuerda cómo te auxilió
en toda adversidad.
Si a tu oración no respondió,
a Su tiempo lo hará.

Tú sigue orando sin cesar
aun en la tribulación.
Si perseveras, vencerás.
Verás tu fe en acción.

Tú sigue orando sin cejar
y has de prevalecer.
«Recibiréis lo que pedís».
Promesa siempre fiel.

Aférrate a la roca, pues,
y así no caerás.
Muy pronto brillará el sol
y todo bien saldrá.

«“Recibiréis lo que pedís”. Promesa siempre fiel». La oración de intercesión es una parte fundamental para poder descansar en el Señor. Si reposamos plenamente en el Señor, tenemos que haberle dado a conocer nuestras peticiones y dejar en Sus manos nuestras preocupaciones. Por eso podemos descansar. Por eso podemos tener un espíritu apacible y la tranquilidad de que todo se arreglará, de que todo bien saldrá. Dicho de otro modo, Dios se encargará de todo. ¿Para qué preocuparse?

Cuando depositamos en el Señor toda nuestra ansiedad y nuestras preocupaciones, sabiendo que Él cuida de nosotros[12], podemos orar en silencio, mirando hacia arriba, a Su rostro. Es como abrir suavemente una puerta y hacerse presente ante Dios, escuchar Su voz tierna y apacible en nuestro corazón y disfrutar de la maravilla de Su amor en silencio.  María Fontaine

Publicado en Áncora en noviembre de 2021. Leído por Gabriel García Valdivieso.


[1] NBLA.

[2] 2 Pedro 1:4.

[3] Max Lucado, Unshakable Hope (Thomas Nelson, 2018).

[4] Hebreos 12:27,28 (NVI).

[5] Hebreos 6:19 (NBLA).

[6] 2 Corintios 4:16-18 (RVR 1995).

[7] Hebreos 12:2.

[8] Isaías 26:3 (RVR 1995).

[9] Salmo 16:8 (NBLA).

[10] Juan 16:33 (Traducción de la versión MSG).

[11] https://inspiration.org/christian-articles/unshakeable-hope.

[12] 1 Pedro 5:7.

 

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