noviembre 25, 2021
Es fácil estar agradecido cuando todo resulta bien. Sin embargo, el agradecimiento no tiene que estar limitado solo a los buenos tiempos. No solo es posible estar agradecidos en las dificultades, también es provechoso. Las personas agradecidas sobrellevan mejor esas situaciones que las que se quejan. Entonces, ¿cómo llegamos a tener una actitud de agradecimiento cuando la vida es difícil? En la gratitud encontramos algunas pistas.
Alabar a Dios en todo momento. La alabanza hace que dejemos de vernos a nosotros mismos y pongamos nuestra atención en Dios. A pesar de que nuestras circunstancias cambian, Dios nunca cambia, así que siempre podemos alabarlo por ser quien es.
Recordar lo que Dios ha hecho. Recordar algunas cosas que Dios ha hecho puede ser un estímulo para ofrecer gratitud por lo que Dios hace ahora y lo que hará en el futuro.
Siempre ser agradecidos. La voluntad de Dios para nosotros implica agradecer en cualquier circunstancia[1]. Si queremos que nuestra vida sea conforme a la voluntad de Dios para nosotros, seamos agradecidos, ¡siempre!
Confiar en Dios completamente. Puede ser una de las cosas que más cuesta cuando la vida es difícil. Incluso para alguien que tiene una gran fe puede ser un desafío no saber las razones por las que pasa algo, ni por cuánto tiempo es probable que continúe. Sin embargo, Dios nos advierte que no nos apoyemos en nuestro propio entendimiento y nos invita a confiar en Él de todo corazón[2].
Elegir la actitud. Muchas cosas van más allá de nuestro control. Sin embargo, podemos elegir nuestra actitud; es algo que podemos controlar. ¿Por qué no decidir hacerlo hoy?
Pensar antes de quejarse. Una actitud quejumbrosa muy fácilmente puede llegar a ser la respuesta automática a las situaciones que no nos gustan. En cambio, pensemos en una actitud de agradecimiento.
Entender que las actitudes se aprenden. Hace falta tiempo para llegar a tener una actitud de gratitud de manera permanente. Así pues, no te desanimes si no sucede de inmediato.
Tener amistad con personas positivas, alentadoras. Las actitudes son contagiosas y, a veces de manera inconsciente, asumimos lo que otras personas piensan de una situación. Necesitamos rodearnos de personas agradecidas que nos animen a hacer lo mismo.
Disfrutar las bendiciones de Dios. ¿Han tratado de nombrar maneras específicas en que Dios los ha bendecido? Escríbanlo. Tal vez para empezar que sean tres cosas, y luego añadir hasta llegar a diez, veinte, ¡o incluso más! […]
Una actitud de agradecimiento no es negar que existan circunstancias desagradables, ni es una respuesta que solo pueden tener pocas personas. Es una opción. Podemos decidir ser agradecidos y obtener los beneficios relacionados con ello. Florence MacKenzie[3]
Todos sabemos que es de buena educación darle las gracias a quien nos hace un regalo. No obstante, con frecuencia olvidamos agradecerle a nuestro Padre celestial todo lo que nos obsequia cotidianamente. La Biblia nos aconseja que demos gracias en todo, porque esa es la voluntad de Dios[4]. Además, la Escritura nos exhorta: «Entrad por Sus puertas [a la presencia de Dios] con acción de gracias, por Sus atrios con alabanza»[5].
¿Qué regalos nos ha dado Dios? ¡Todo! La vida, nuestra familia, los amigos, el maravilloso mundo en que vivimos. Hasta la dicha más sencilla que experimentamos proviene de Él. Detenernos a reflexionar en todo lo que Dios nos ha obsequiado nos mueve a alabarlo y a ser más agradecidos con Él.
Quizá no sabes exactamente cómo manifestar esa gratitud a Dios y a Su hijo Jesucristo, nuestro Salvador. A lo mejor consideras que te falta elocuencia. No te desanimes. Dios se deleita en oír las sinceras expresiones de agradecimiento que nos brotan del alma, en lenguaje excelso o sencillo, con frases fluidas o entrecortadas, sean muchas o pocas nuestras palabras. Dios ve la alabanza que nos nace del corazón y la traduce en encantadoras melodías.
Imagínate: tienes la capacidad de hacer todos los días una ofrenda de gratitud a Jesús. Es posible que te animes a declarar, como el rey David: «Bendeciré al Señor en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca»[6]. A medida que dediques tiempo a alabar y declarar tu agradecimiento a Dios, irás tomando cada vez mayor conciencia de las magníficas bendiciones —grandes y pequeñas— que el Señor te prodiga todos los días.
¿Verdad que es estupendo saber que por medio de tu adoración y alabanzas se eleva tu corazón hacia el Cielo y puedes llegar ante Su presencia en cualquier momento? María Fontaine
El corazón agradecido ve cada día como un regalo. Las personas agradecidas se concentran más en los privilegios que tienen que en lo que les falta. Hace poco asistí a un banquete donde se regaló una casa a un soldado a quien habían herido en el campo de batalla. Quedó muy emocionado y agradecido. Subió al estrado con dificultad, pues solo tenía una pierna buena, y abrazó al presentador efusivamente, diciéndole: ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias!» Luego abrazó al guitarrista del conjunto musical y a una señora que estaba en la primera fila. Agradeció al mesero, a los otros soldados que estaban allí; y luego volvió a dar las gracias al presentador. ¡Antes de despedirse esa noche me dio las gracias también a mí! Y yo no había hecho nada.
¿No deberíamos estar igualmente agradecidos? Jesús nos construye una casa[7]. Nuestro título de propiedad es tan seguro como el de ese soldado. Es más, Jesús nos curó de lepra. El pecado había ulcerado nuestra alma y embotado nuestros sentidos. Sin embargo, el Hombre del camino nos dijo que habíamos sido sanados ¡y así fue!
El corazón agradecido es como un imán que durante el día recoge razones para el agradecimiento. Cada noche brillan muchísimos diamantes en el terciopelo del cielo. «Dios: gracias». Un milagro hace que tus ojos lean estas palabras y que tu cerebro las procese. «Gracias, Dios». A diario, tus pulmones inhalan y exhalan once mil litros de aire. En el transcurso de tu vida, tu corazón palpitará unos tres mil millones de veces. Tu cerebro es de verdad un generador eléctrico. «Gracias, Dios».
Por la mermelada en el pan tostado y por la leche en el cereal. Por la frazada que nos cubre, el chiste que nos hace reír y el calor del sol que nos hace recordar el amor de Dios. Por los miles de aviones que no se cayeron hoy. […] «Gracias, Señor».
La gratitud nos ayuda a pasar por las dificultades. Reflexionar sobre las bendiciones es enumerar los logros de Dios. Enumerar los logros de Dios es descubrir Su corazón. Descubrir Su corazón es conocer no solo buenos dones, sino al Buen Dador. La gratitud siempre nos deja mirando a Dios y nos aleja del temor. Hace con la ansiedad lo que el sol con la neblina matutina en los valles: la disipa.
Únete a las filas del diez por ciento que ofrece a Dios una gran ovación. «Den gracias por todo a Dios el Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo»[8]. Max Lucado[9]
Me sirvió de estímulo leer algunas anécdotas que puso una amiga mía en su blog en Internet sobre alabar a Dios por Su bondad. Me motivó a hacer una pausa.
En general, soy agradecido. Pongo relatos incentivadores en mi blog, o bien, a los amigos y familiares les cuento por correo electrónico lo bueno que me pasa. Sin embargo, después de tantos años, no estaba acostumbrado a alabar a Dios en tal medida que lo hiciera incluso por las malas experiencias. Tampoco tenía la costumbre de centrar mis pensamientos en lo bueno ni alabar a Dios en medio de la adversidad.
Pero después de que leí lo que escribió mi amiga en su bitácora, me vinieron a la memoria detalles de cada día —un sándwich, una ducha, un atardecer, un amigo que me dirigió palabras de aliento, una caminata—, todos fueron sucesos dignos de gratitud.
Antes siempre esperaba que me ocurriera algo sobresaliente para quedar eufórico entre alabanzas. Digamos, por ejemplo, la primera vez que viajé en avión o el día en que conozca a mi futura esposa, o sea padre. Pero esperaría mucho tiempo y me perdería muchas oportunidades de expresar agradecimiento, cuando podría y debería estar agradecido a Dios por las bendiciones cotidianas.
Me dirán que del dicho al hecho hay gran trecho, pero me di cuenta de que en efecto podría tomar la decisión de adoptar una actitud de gratitud.
Espero recordar lo que he dicho cuando me encuentre en los embotellamientos, o cuando llueva a cántaros o cuando la persona a la que intente transmitir el mensaje de amor de Dios no esté lista para aceptarlo en el momento. Todos esos fastidios cotidianos no van a controlar mi actitud. En esos casos también puedo alegrarme y estar contento procurando ver la bondad de Dios, dar gracias en todo y optar por alabar a Dios por un día más de vida. Bryan Whyte
Publicado en Áncora en noviembre de 2021.
[1] 1 Tesalonicenses 5:18.
[2] Proverbios 3:5.
[3] https://justbetweenus.org/everyday-life/faith-and-feelings/an-attitude-of-gratitude.
[4] 1 Tesalonicenses 5:18.
[5] Salmo 100:4.
[6] Salmo 34:1.
[7] Juan 14:2.
[8] Efesios 5:20 (NTV).
[9] https://www.faithgateway.com/attitude-gratitude/#.YKeazaEpBPY.
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