noviembre 3, 2021
Ojos que no ven, corazón que no siente. Tal aseveración suena vulgar. No intento ser hiriente. No obstante, es un hecho: las relaciones y rutinas humanas pueden llegar a ser «poco memorables». Con el correr del tiempo muchas de nuestras relaciones se deterioran a consecuencia de que «ojos que no ven, corazón que no siente». Ciertamente, puede ser algo duro y desalentador. Más de una vez nos hemos decepcionado al descubrir que algunas amistades que considerábamos auténticas, sólidas y duraderas se volvieron distantes, superficiales y finalmente inexistentes. No obstante, con el Señor, eso nunca sucede.
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