Vive donde están tus pies

noviembre 2, 2021

Recopilación

[Be Where Your Feet Are]

He intentado ser alguien importante desde que tengo uso de razón. Me he esmerado en hacer lo que sea que pueda darme un sentido de importancia: ante otras personas, ante el mundo, ante Dios. Me obligaba a trabajar hasta el cansancio para alcanzar metas cada vez más altas y demostrar mi valía ante el mundo.

Hace tres años, empaque todas mis pertenencias, dije adiós a mi ciudad natal en Connecticut y conduje catorce horas hacia el sur para volver a empezar en Atlanta, Georgia.

Pasaron seis meses en Atlanta cuando todo ese afán llegó de repente a su fin. Recuerdo que me encontraba una noche en la cafetería que más me gustaba de esa ciudad. Se estaba haciendo tarde. Solo quedaban unos pocos de comensales. Pero yo me sentaba ahí casi todas las tardes para trabajar hasta entrada la noche. Hacía lo que fuera para no echar raíces en aquella ciudad.

Estaba conversando con el dueño de la cafetería sobre algún tema trivial. Al darse vuelta para volver detrás de la barra, me miró fijamente por unos momentos.

—Sabes —me dijo—. Tengo curiosidad.

—¿En serio? —respondí. Me preguntaba qué diría a continuación.

—Sí —afirmó, seguido de una pausa—. Me pregunto quién te recoge en el aeropuerto. Eso es todo.

Tuve que contener las lágrimas en ese momento. Fue como si aquellas palabras hubieran derribado el grueso, aunque débil muro de valentía que procuraba levantar y me dijera: Puedo ver quién eres. Sabía que necesitaba relacionarme. Todos lo necesitamos. Sabía que no estaba echando raíces ni haciendo la ardua y santa labor de estar presente en lo que estaba delante de mí. Me escondía de Dios y de las personas, mientras esperaba la oportunidad de salir corriendo a un nuevo destino.

En aquel momento sentí que Dios estaba sentado a mi lado en aquella cafetería. Sentí que me susurraba: Deja de luchar todo el tiempo. Deja de perseguir. Vive el ahora. Yo te guiaré a cada momento.

El versículo de hoy me recuerda la promesa que me hace Dios: «Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos»[1].

Me encanta la imagen que evoca ese versículo. Me gusta mucho saber que Dios quiere indicarme el camino a seguir. Él no solo me vigilará, sino que fijará Sus amorosos ojos en mí. Él quiere lo mejor para mí, pero yo debo dar el primer paso: depositar mi confianza en Él.

Eso es lo más difícil para mí. A veces creo que lo más fácil sería confiar en mí misma o en mi futuro. Prefiero no invertir en la esperanza, sino fijar la mirada en las cosas que puedo controlar o que al menos siento que puedo controlar. Pero me pierdo la vida misma cuando no vivo en el presente que Dios me ha preparado. Me pierdo tantas cosas. Él tiene una misión todos los días para mí, y eso importa mucho.

Vive donde están tus pies.

Esa frase se volvió como un mantra de todos los días.

Y sigue siendo mi mantra, porque requiere de mucha práctica. «Vive donde están tus pies» es un recordatorio constante, una manera de decirme a mí misma: Oye, mira a tu alrededor. No te preocupes por el futuro ni te desveles por el pasado. Dios quiere enseñarte algo. El día de hoy es importante. Lo que está pasando es importante.

Cuando abandono las distracciones, Dios siempre me muestra los momentos que ha preparado especialmente para mí. Me están esperando. Lo único que debo hacer es vivirlos.  Hannah Brencher[2]

*

Algunas de las frases más sencillas pueden tener un significado importante, si solo se reflexiona en ellas. Mi entrenador favorito suele repetir una y otra vez: «Vive donde están tus pies». Por supuesto que, en el mundo de los deportes, eso significa vivir en el presente. Si a un jugador no le sale bien una jugada, él le dice una y otra vez que no puede dejar que esa mala jugada lo distraiga al punto de cometer otro error en la siguiente jugada. Cada partido se compone de muchas jugadas. En cierto sentido, cada jugada es un partido distinto. Los jugadores deben realizar cada jugada de manera individual. Primero deben ganar la primera jugada. Luego la siguiente. Deben jugar cada partido una jugada a la vez. Jugar en el momento. Vivir donde están sus pies.

Del mismo modo, es un mensaje importante para cada uno de nosotros. Vivamos una jugada a la vez. La vida se divide en muchos días. El salmista nos invita a contarlos[3]. Nos conviene vivir la vida un día a la vez. Y esmerarnos por triunfar cada día. No podemos permitir que el pasado arruine el presente. De igual manera, preocuparnos por el mañana también puede ser un detrimento para el día de hoy.

El apóstol Pablo cometió muchos errores en los que podía seguir rumiando. No cabe duda que recordaba los días en que persiguió al pueblo de Dios. Sin embargo, escribió a la iglesia de Filipos: «Olvidando ciertamente lo que queda atrás […]»[4]. Me parece que Pablo habría aprobado la idea de «Vivir donde están tus pies».

Por otra parte, Santiago nos urge a tener cuidado al hacer planes para el futuro. En Santiago 4:13 leemos: «¡Vamos ahora!, los que decís: “Hoy y mañana iremos a tal ciudad, estaremos allá un año, negociaremos y ganaremos” cuando no sabéis lo que será mañana». También creo que a Santiago le habría gustado la idea de «Vivir donde están tus pies».

El punto es vivir un día a la vez. No se puede cambiar el pasado. Todos hemos cometido errores. Pero la sangre de Jesucristo puede perdonar los pecados que cometimos ayer. Es más, según Jeremías 31:34, Dios ni siquiera los recuerda.

Procuremos vivir cada día de la mejor manera posible. Vive hoy donde están tus pies.  Glenn Taylor[5]

*

Los Proverbios dicen sabiamente: «No te jactes del día de mañana, porque no sabes qué dará de sí el día»[6]. Más bien haz como David, que dijo: «En Dios nos gloriaremos todo el tiempo y para siempre alabaremos Tu nombre»[7]. Ahí está la clave. Puedes hacer planes para el día de mañana, pero también puede que ese mañana nunca llegue. De modo que alaba a Dios y disfruta del tiempo que tienes. Ese principio no solo se aplica al mañana entendido como el día siguiente; el mañana puede ser también la próxima hora o incluso el próximo minuto. El presente es tuyo; el futuro, en cambio, no te lo garantiza nadie. Por eso, más te vale disfrutar del momento, que en realidad es lo único que tienes asegurado.

Eres libre, pues, para disfrutar del tiempo de que dispones. Si no lo disfrutas ahora, se te pasará la oportunidad. Podrás rememorar los buenos tiempos o deplorar los malos. Podrás recordar con nostalgia lo mucho que disfrutaste en determinado momento, o lamentarte de haberlo desaprovechado. En todo caso, la única oportunidad que tienes para disfrutar del presente es ahora, este instante. ¡Aprovéchalo! ¡Aprovecha el día! ¡Disfruta de la alegría!  Jesús

Publicado en Áncora en noviembre de 2021.


[1] Salmo 32:8.

[2] https://proverbs31.org/read/devotions/full-post/2018/05/29/be-where-your-feet-are.

[3] Salmo 90:12.

[4] Filipenses 3:13.

[5] http://taylorstudies.com/be-where-your-feet-are.

[6] Proverbios 27:1.

[7] Salmo 44:8.

 

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