noviembre 1, 2021
«Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado». Apocalipsis 21:4[1]
Aunque en la Tierra hay lágrimas y quebranto en tu corazón cuando fallece un ser querido, en el Cielo hay gozo porque este hijo Mío está en Mis brazos, perfectamente feliz y sano. Aquí lo cobijo, enjugo sus lágrimas y le prodigo Mi gran amor.
Dentro de poco tiempo volverás a estar con él. Hasta entonces, aférrate con fuerza a Mi mano y permíteme que te consuele. Recuerda que esa persona a quien tanto quieres y a quien ya no puedes ver se encuentra ahora en un lugar mejor. Se halla en Mi presencia, donde ha quedado libre de todo dolor, pena y molestia; y ahora disfruta de Mi amor sin ninguna restricción.
Te resultaría imposible imaginar el amor, la alegría y la libertad que tiene ahora en la dimensión celestial; pero en Mi Palabra puedes encontrar un anticipo, una vislumbre del Cielo y sus portentos. Ven a Mis brazos y permite que enjugue tus lágrimas. Permite que alivie tu dolor y sane tu corazón partido. Déjame sostenerte durante esta temporada de duelo. Ven, hallarás grato alivio en Mi presencia, así como lo encontró tu ser querido.
«Si vivimos, para el Señor vivimos; y, si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos». Romanos 14:8[2]
Tu ser querido no se ha desvanecido como polvo en el viento; se ha trasladado a otro sitio, a otra existencia. El amor que abriga por ti es igual de firme que siempre. Los recuerdos de lo que vivieron juntos permanecen igual de vivos en su pensamiento, y los valora aún más. El dolor que ambos soportaron todavía persiste también, solo que ahora él entiende mucho mejor su propósito, y ve que cada hilo en el tapiz de sus experiencias terrenales se ha entretejido para crear el bello tapiz de su vida.
Sé que es difícil aceptar que en esta vida ya no disfrutarás de su compañía. Debes convencerte de que el fin de su existencia terrenal no significa tu fin. Él aún vive, solo que en otra dimensión. Todavía cumple el propósito para el que fue creado, y tú debes hacer lo mismo.
Cuando te llegue la hora de pasar de las sombras a la luz lo entenderás mejor. Conocerás todo por completo, tal como ahora eres conocido completamente[3]. Entonces el amor al que tuviste que renunciar volverá a estar contigo. Será el comienzo de una nueva y maravillosa vida de amor que tú y él disfrutarán por la eternidad.
«Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en Mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en Mí no morirá jamás». Juan 11:25,26[4]
No has perdido a tu amada para siempre. Ingresó en otra dimensión. Es como si hubiera salido de viaje antes que tú, y un día te unirás a ella en ese nuevo mundo. Es un mundo bellísimo, lleno de amor, belleza, alegría y risas, paz y abundancia.
Aunque sé que tienes el corazón quebrantado y que la echas mucho de menos, regocíjate al saber que ella se ha librado del dolor y ha hallado perfecto amor y paz en Mí. Si bien durante un tiempo tendrás que transitar sin ella por el camino de la vida, a raíz de esta separación tu reencuentro con ella en el Cielo será aún más dulce.
El amor no muere cuando un alma pasa de la Tierra al más allá. El amor perdura para siempre[5]. Une corazones y trasciende los límites que separan ambos mundos. Su amor es un tesoro que nunca perderás; y lo mismo el Mío. Consolaré tu corazón y te concederé paz hasta el día en que concluya tu viaje y vuelvas a encontrarte en los brazos de tu amada.
«Hermanos, no queremos que ignoren lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que no se entristezcan como esos otros que no tienen esperanza. ¿Acaso no creemos que Jesús murió y resucitó? Así también Dios resucitará con Jesús a los que han muerto en unión con Él». 1 Tesalonicenses 4:13,14[6]
La muerte de tu ser querido fue algo repentino y no tuviste oportunidad de prepararte ni de despedirte. Entiendo tu angustia. Conozco el pesar que te embarga, y se me quiebra el corazón.
Sé que es duro perder a una persona amada y es natural acongojarse por esa pérdida. Aunque tengas fe en que está sana y salva en el Cielo, y aunque tengas la seguridad de que está conmigo en su hogar eterno, y de que Yo velo por ella, igual sientes la pérdida. No obstante, anhelo consolarte y llenaré de amor y de perfecta paz ese vacío que sientes; paz que rebasa toda lógica, paz que sobrepasa tus emociones, paz que resulta absurda según tu forma habitual de analizar las cosas, pero que al mismo tiempo es increíblemente eficaz y consoladora.
La Biblia habla de la «paz que sobrepasa todo entendimiento»[7]. Ese es el consuelo que solo Yo te ofrezco. Aun cuando tengas sobrados motivos para sumirte en el pesar y la desesperación, puedo derramar sobre tu espíritu Mi bálsamo sanador. Puedo recoger los trozos de tu corazón partido y volverlos a unir.
Nunca dejarás de amar ni de echar de menos a esa persona, pero nunca debes dejarte abatir por la soledad ni por la desesperanza, ni pensar que nadie te ama, pues estoy a tu lado. He prometido que nunca te dejaré, que nunca te abandonaré, y Mi amor por ti es eterno.
«El Dios eterno es tu refugio; por siempre te sostiene entre Sus brazos». Deuteronomio 33:27[8]
Tu amada, que ya dejó esta vida, se encuentra a salvo en Mis brazos y en su morada celestial. Está feliz y libre de preocupaciones, pues se libró del dolor que desgastaba su cuerpo terrenal. Está joven otra vez, en la flor de la vida. Siento mucho que la eches de menos, pero era el momento de que volviera a casa. Estaba lista y quería venir a unirse conmigo.
Ahora entiende lo que antes no lograba comprender. Ha sido favorecida con una medida mayor de Mi amor y se siente más segura en él que nunca. Recuerda su vida en la tierra y el tiempo que pasaron juntos, y ve que todo fue para bien. Nada la alegraría más a ella que ver que de verdad te regocijas por la vida de ella —que fue un regalo—y el amor y fe que compartieron, libre de remordimientos.
«Ahora están tristes, pero cuando vuelva a verlos se alegrarán, y nadie les va a quitar esa alegría». Juan 16:22[9]
Nada los separará de Mi amor. Ni lo alto, ni lo profundo, ni la vida, ni la muerte los separará de Mi amor[10]. Por inconsolable que sea el sufrimiento, los sostendré firmemente, pues Mis manos pueden llegar a los más profundos abismos y levantarlos.
Encomiéndenme a su bienamado, déjenlo a Mi cuidado. Su ser querido está a salvo en Mis brazos, en el reino eterno. Nada hará que disminuya el regalo de este entrañable amor que les he dado.
Sé lo doloroso que es decir adiós a su ser querido. Conozco el dolor que experimentan, pues Mi Padre y Yo también nos separamos por un tiempo. Pero estén seguros de que es apenas por un momento. Pasará en un abrir y cerrar de ojos, ¡y tendrán la eternidad para estar juntos!
El adorable regalo de amor que les hice es para siempre, y he preparado para ustedes un lugar por la eternidad: su hogar eterno[11].
Publicado en Áncora en noviembre de 2021.
[1] NBLA.
[2] NVI.
[3] 1 Corintios 13:12.
[4] NVI.
[5] 1 Corintios 13:13.
[6] NVI.
[7] Filipenses 4:7.
[8] NVI.
[9] NVI.
[10] Romanos 8:38,39.
[11] Juan 14:3.
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