agosto 9, 2021
Nuestro versículo para esta mañana es este hermoso, Salmo 50:15: «Invócame en el día de la angustia; te libraré y tú me honrarás».
Me pregunto si alguna vez se han visto lejos de casa, entre extraños, y de pronto se encuentran sin dinero debido a alguna emergencia inesperada. Eso mismo me ocurrió la primera vez que asistí a la Universidad del Sur lejos de casa. No conocía a nadie. Me preocupé tanto que no podía dormir. Estaba aterrada.
Repentinamente pensé: «¡Eh, debería escribirle a mi papá!» Es verdad que debí de haber tenido más cuidado y debí tener suficiente, pero él me va a entender. Qué alivio sentí al tomar esa decisión. «Le pediré a mi padre. Ya me ha ayudado antes muchas veces y seguro que esta vez no va a ser una excepción».
Durante los días que demoró en llegar mi carta a su destino y luego en llegar la respuesta, tuve una seguridad y una paz perfectas. Había solicitado una ayuda adicional y sabía que me iba a llegar. Y así fue.
¿Le has pedido alguna vez a Dios una ayuda adicional? De eso quiero hablarles. Muchos de ustedes, al igual que yo, no tenemos en la actualidad un padre terrenal al que podamos recurrir, pero tenemos un Padre celestial cuyo poder y riqueza son ilimitados para proveer para cada una de nuestras necesidades. Me pregunto por qué dudamos a la hora de invocar Su ayuda.
Él sabe que tenemos emergencias repentinas que debemos atender, situaciones que no podemos enfrentar con nuestra propia fuerza, y por eso provee esta ayuda extra. Él dice: «Invócame en el día de la angustia; te libraré y tú me honrarás». Todos hemos conocido esos días; se presentó una dificultad repentina y nos fallaron las fuerzas y recursos. Buscamos ayuda a nuestro alrededor pero no había salida. Pero luego alzamos la vista y pensamos en esa ayuda extra en el día de la angustia.
Sabemos lo que es contar con Su ayuda y Su fuerza de día en día, dependemos de ello y estamos agradecidos. Pero Dios está hablando de algo que va más allá de eso. Se trata de algo extra, algo extraordinario, fuerzas adicionales para cuando no quedan fuerzas. Sabiduría extra cuando la necesidad es grande; mayor provisión cuando hay una mayor necesidad; gracia extra para sobrellevar la tensión; y amor extra para tratar con esa persona difícil de amar.
Nos volvemos a nuestro Padre celestial y, al igual que un amoroso padre, nos brinda la ayuda extra. Es una dispensación especial de lo que necesitemos en ese aprieto particular en el que nos encontramos.
Este tiempo de angustia también se conoce en la Palabra de Dios como tiempo de necesidad. La Palabra de Dios dice que si nuestro corazón no nos reprende, tenemos confianza para acercarnos al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro[1]. Si no estamos bien con Dios, nuestro corazón nos condena; simplemente no tenemos confianza para pedir Su ayuda.
El mundo ofrece unas recetas muy curiosas en tiempos de angustia, unos remedios muy raros. El otro día oí por la radio: «Aleja tus problemas bailando». También he oído sobre alejar los problemas sonriendo, pero esa fue una nueva. La canción dice: «No pares de sonreír». Pero, ¿cómo va uno a sonreír cuando no hay motivo para sonreír? ¿Y cómo vas a alejar tus problemas bailando?
Otros dicen: «Cuando tengas problemas, no mires hacia abajo, mira hacia arriba». Pero no te dicen qué mirar. Leí otro que decía así: «Cuando estés en un aprieto, busca cada día algo lindo y no dejes de hacerlo ni un solo día, de lo contrario no funciona». La verdad es que eso es como apoyarse en una caña cascada cuando uno se encuentra en un grave aprieto. Aquí les paso otra: «Cuando estés en un aprieto, haz algo por los demás cada día. Ese es el secreto. Solo inténtalo, da resultado». Yo creo en hacer algo por los demás cada día, pero la verdad es que eso no te va a sacar del apuro cuando te encuentres en medio de un problema serio.
Estas son anclas extrañas para tiempos tormentosos. Recuerdo cuando era una completa inválida y vivía en incredulidad. Alguien que incluso tenía menos fe que yo me decía: «Aférrate, solo aférrate». Pero el problema era ese, que no tenía nada a que aferrarme. Qué anclas tan frágiles nos ofrece el mundo. Nos ofrece elementos frágiles para apoyarnos.
Pero gracias a Dios que el cristiano no solo cuenta con algo en que apoyarse, ¡el cristiano tiene a Alguien en quien apoyarse! En el Salmo 46:1, la Palabra de Dios nos dice: «[Dios es] nuestro pronto auxilio en las tribulaciones». Jesús siempre está presente, siempre listo para cumplir Su promesa. Hebreos 13:5 y 6, dice: «Porque Él dijo: No te desampararé, ni te dejaré, de manera que podemos decir confiadamente: el Señor es mi ayudador».
¿Cuentas con un ancla de ese calibre para tiempos tormentosos? ¿Tienes a alguien como Jesús que te ama y a quien puedas aferrarte? ¿Alguien que te pueda librar, librar por completo de la tribulación como dice ese versículo?
El otro día le decía a un joven: «Hijo, algún día te vas a encontrar con el Señor, ¿por qué no hablas con Él ahora?» Luego le conté la historia que sigue:
Un día mi auto quedó varado en una carretera solitaria. Yo estaba bastante preocupada, cuando de pronto recordé que no muy lejos vivía una antigua amiga, y digo antigua porque había descuidado esa amistad. Yo la admiraba y la quería mucho, y tenía muchas ganas de verla a ella y a su familia, pero no me atreví a ir a la puerta de su casa y pedirle ayuda porque yo había descuidado esa amistad durante tanto tiempo. Me quedé sentada en el auto tratando de armarme de valor, pero no fui a su casa en busca de ayuda.
Cuando uno descuida al Señor, descuida la lectura de la Biblia, no hace tiempo para orar; es muy difícil invocar al Señor en el día de la angustia.
Algún día vas a necesitar al Señor, vas a necesitarlo con apremio. Necesitas entablar amistad con Él ahora mismo, ponerte en contacto con Él hoy. Algún día querrás escribir a casa pidiendo una ayuda extra. Pídele ahora mismo que perdone tu descuido. Él te perdonará y restaurará el gozo de tu salvación.
El siguiente versículo es para la persona que esté pasando por una tribulación, lo cual es similar a una noche terrible: «El Señor será refugio para el tiempo de angustia» (Salmo 9:9). ¿Acudirás a ese refugio? No lo pospongas, no trates de arreglártelas y llevar tus cargas por tu cuenta. Él te quiere librar en tu tiempo de angustia.
Les dejo un pequeño poema en las dulces palabras de esta canción para los que tienen el corazón afligido:
Vuélvete a Jesús en tu desdicha,
tu mejor amigo es el Señor.
Lo hallarás muy cerca, a tu lado,
para darte paz y bendición.
Estribillo:
Dile todo lo que sientes.
Vuélvete al Señor, dale todo tu dolor.
Dile todos tus problemas;
borrará tus penas con Su amor.
Para toda pena hay un consuelo,
Él puede aliviar cualquier dolor.
Es el mismo hoy y por los siglos,
a Sus hijos nunca defraudó.
Él se compadece cuando sufres,
cuando tu alma llora te da paz.
Todo lo resuelve con ternura,
solo en Él reposo encontrarás.
A. H. Ackley, 1933
Recuerda: Dios sigue en el trono y la oración cambia las cosas.
Texto adaptado de una transcripción del programa Momentos de meditación. Publicado en Áncora en agosto de 2021.
[1] 1 Juan 3:21; Hebreos 4:16.
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