Consuelo en tiempos difíciles

julio 27, 2021

Recopilación

[Comfort in Difficult Times]

En ocasiones, Dios permite el sufrimiento para consolar a otros mediante nuestra vida y testimonio. Jesús dijo que el sufrimiento del hombre ciego en Juan 9 se presentaba «para que las obras de Dios se manifiesten en él»[1].

Dios puede obrar en nuestra vida mediante el sufrimiento para que nuestro ejemplo en la adversidad sea una inspiración para otros. Quienes soportan adversidades se solidarizan y se identifican con mayor facilidad con quienes también sufren. Consolamos a otros en la medida en que somos consolados. «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios»[2].  Billy Graham[3]

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Cuando se atraviesan pruebas de fuego propias y se descubre que Dios en verdad cumple Su Palabra, se tiene ayuda real que ofrecer a otros. Se tiene experiencia de primera mano en la gracia auxiliadora y el diseño significativo de Dios. Él nos ha protegido pese al dolor, nos ha transformado en conformidad a Su imagen. […] Lo que se siente de Dios, se puede ofrecer en mayor medida a otros. Se adquiere la ternura y claridad necesarias para ayudar a santificar el profundo dolor de otras personas.  David Powlison[4]

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Cierta vez, había un hombre que caminaba en un frío día de invierno. De pronto, resbaló sobre una capa de hielo y ¡paf! El golpe lo tomó por sorpresa. Estaba tendido en el suelo, con frío, mojado, humillado y al parecer completamente solo. Se había herido el codo y sangraba bastante. Quería que se lo tragara la tierra. Su primera reacción fue de vergüenza por lo sucedido y preguntarse si alguien lo habría visto caerse de manera tan torpe. Pero de repente se dio cuenta de que un extraño se había agachado a su lado y lo tomaba del brazo para ayudarle a ponerse en pie. Se sintió incómodo por la situación. Sin embargo, el extraño no pensaba en eso en absoluto. Todo lo contrario, en lo único que pensaba era en demostrar amor y compasión mientras se aseguraba de que el hombre estaba bien. Sabía que lo estaba pasando mal y se acercó para echarle una mano y ayudarle a sanar sus heridas. […]

Tenemos el enorme privilegio como hermanos y hermanas en Cristo de acercarnos a los miembros de nuestra familia que la están pasando mal y mostrarles el amor de Dios. ¡Eso me encanta! Podemos participar en demostrarles las cosas grandes y poderosas que nuestro Señor y Consolador puede ofrecer. Tenemos el honor de mostrar a las almas que sufren y luchan que son mucho más que el pronóstico que llevan consigo. Son los amados hijos e hijas de nuestro Perfeccionador de la fe, Jesucristo.

Es verdad que no podemos resolver el problema, pero sí podemos agacharnos en amor, tomar a esas personas del brazo, ayudarlas a levantarse, consolarlas y ser un amigo en las dificultades.  Rodney Holmstrom[5]

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«El Dios de todo consuelo.» En Dios encontramos todos los consuelos. Sin importar lo que necesitemos para superar la aflicción, Dios tiene el consuelo que precisamos y está más que preparado para ofrecérnoslo. Pueden tener la absoluta confianza y certeza de que Él nos dará lo que necesitamos si lo pedimos en Su presencia. ¡Estoy seguro de que ese pensamiento puede levantar el ánimo de todo el que soporta las tribulaciones de este enorme y terrible yermo! Dios es el Dios de todo consuelo. No de cierta medida de consuelo, sino de todo consuelo. Si el lector necesita todos los consuelos que alguna vez han sido ofrecidos a la Humanidad, debe saber que Dios los tiene reservados y se los ofrecerá. Si existe algún consuelo para el pueblo de Dios que sufre enfermedad, prisión, necesidad o depresión, el Dios de todo consuelo puede ofrecerlo en la medida que se necesite.  Charles Spurgeon[6]

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Hace varios años estuve muy enferma de cáncer. Cuando me recuperaba, Jesús me dijo que me daría un ángel consolador que me hiciera compañía. Jamás vi su rostro, pero durante muchos largos días y solitarias noches, cuando el dolor arreciaba, sentí su presencia. Me daba la impresión de que me recostaba en el regazo de ese ángel, y de que me abrazaba y me acariciaba la cabeza como una tierna madre. Me envolvía en un aura suave y cálida que me proporcionaba una paz maravillosa. Pese al dolor, esa muestra de cariño del Cielo me sobrecogía y me llenaba de gratitud.

Ahora estoy segura de que los ángeles no andan muy lejos de nosotros, de que no están flotando en las nubes. Están aquí, a nuestro alrededor, día y noche, para servirnos, ayudarnos, consolarlos y protegernos. Puede que no los vea, pero tengo la certeza de su cercanía.

El día en que reciba mi galardón celestial sabré que no me lo he ganado sola, sino que en mi lucha de fe conté con la ayuda de «una gran nube de testigos»[7], las tropas invisibles del Cielo. En ese día de gloria quiero conocer a mi ángel consolador que me acompañó y me animó cuando desfallecía. Ese día le daré las gracias cara a cara.  Misty Kay

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Algún día tu vasija terrenal desaparecerá, como todo lo que está en la Tierra. Por eso, alza la vista por encima de lo natural, por encima de las circunstancias y condiciones difíciles que te asedian o que rodean a tus seres queridos. Fija la mirada en Mí y encontrarás el consuelo, la gracia y la fe que necesitas.

Cuando alces la vista, verás que cambia la perspectiva. Lo que de verdad importa tomará una nueva dimensión y lo temporal empezará a desaparecer.

Entonces tendrás la capacidad y la fortaleza para consolar a otros con el mismo consuelo que has recibido. En ese momento tendrás el nivel de fe y confianza que, pese a que tú o tus seres queridos sean llamados a caminar por el valle de la sombra de muerte, no temerás mal alguno, porque Yo estaré contigo. Tu fe estará cimentada firmemente en Mí.  Palabras de Jesús

Publicado en Áncora en julio de 2021.


[1] Juan 9:3.

[2] 2 Corintios 1:3-4.

[3] https://www.sermonsearch.com/sermon-illustrations/6392/reasons-for-human-suffering/.

[4] «El sufrimiento y la soberanía de Dios» (Editorial Portavoz, 2008).

[5] https://pastors.com/comforting-them-with-love.

[6] Transmitido por Spurgeon en el Tabernáculo Metropolitano, Newington, Reino Unido, 15 de junio de 1882.

[7] Hebreos 12:1.

 

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