julio 19, 2021
En Lamentaciones capítulo 3 encontramos la Palabra para esta meditación. Y es allí donde uno encuentra las palabras de una canción que se oye mucho hoy en día: «¡Grande es Tu fidelidad!»
Jeremías dice: «Esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré. Por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron Sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es Tu fidelidad. Mi porción es el Señor, dijo mi alma, por tanto, en Él esperaré. Bueno es el Señor a los que en Él esperan, al alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor»[1].
Entonces, no es de maravillarse que cantemos:
Grande es Tu fidelidad, oh Dios, Padre mío,
en Ti no hay sombra de variación,
Tú no cambias, Tu compasión no falla,
como eres, siempre serás.
¡Grande es Tu fidelidad!
Tus misericordias nuevas son cada mañana.
Todo lo que nos hace falta, Tu mano provee,
grande es Tu fidelidad, Señor, para conmigo[2].
Noten lo que dijo: «Esto recapacitaré en mi corazón». Es muy valioso esperar y recapacitar en la fidelidad que nos ha mostrado el Señor en el pasado. Me encanta el versículo que dice: «Por tanto, el Señor nos ayudó»[3]. Si meditas en la fidelidad que te ha mostrado antes el Señor, verás cómo el temor huye de ti y andarás en victoria, a la luz de lo que dice en ese versículo de Hebreos 13: «Porque Él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: “el Señor es mi ayudador, no temeré”»[4].
De manera que en este caso el profeta hace que su meditación gire en torno a las veces en que el Señor no lo defraudó y dice: «Esto recapacitaré en mi corazón; esto recapacitaré en mi corazón».
En los versículos que siguen dice que esperará serenamente la salvación del Señor y tranquiliza su corazón con la seguridad de que los recursos de Dios no se van a acabar en hora de grandes pruebas o tribulaciones. Dice: «El Señor no desecha para siempre», que aunque permita el dolor, «se compadece según la multitud de Sus misericordias. Porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres»[5].
Luego nuevamente habla de la fidelidad de Dios en los maravillosos versículos del Salmo 119, empezando por el versículo 73:
«Tus manos me hicieron y formaron; hazme entender, y aprenderé Tus mandamientos. Los que te temen me verán, y se alegrarán. Porque en Tu Palabra he esperado. Conozco, oh Señor, que Tus juicios son justos, y que conforme a Tu fidelidad me afligiste. Sea ahora Tu misericordia para consolarme, conforme a lo que has dicho a Tu siervo. Vengan a mí Tus misericordias para que viva, porque Tu ley es mi delicia»[6].
Luego en el mismo salmo, David dice: «Vivifícame conforme a Tu misericordia, y guardaré los testimonios de Tu boca. Para siempre, oh Señor, permanece Tu Palabra en los cielos. De generación en generación es Tu fidelidad. Tú afirmaste la tierra, y subsiste. Por Tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy, pues todas ellas te sirven. Si Tu ley no hubiese sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera perecido. Nunca jamás me olvidaré de Tus mandamientos, porque con ellos me has vivificado»[7].
Dice: «Desfallece mi alma por Tu salvación, mas espero en Tu Palabra. Desfallecieron mis ojos por Tu Palabra, diciendo, ¿cuándo me consolarás? Porque estoy como el odre al humo; pero no he olvidado Tus estatutos»[8]. Tomen nota especialmente de este versículo: «De generación en generación es Tu fidelidad»[9]. Es estupendo cuando uno lee una y otra vez acerca de Su fidelidad, a lo largo y ancho de Su Palabra.
Vayamos al Salmo 36, empezando por el versículo 5: «Señor, hasta los cielos llega Tu misericordia, y Tu fidelidad alcanza hasta las nubes. Tu justicia es como los montes de Dios, Tus juicios abismo grande. Oh, Señor, al hombre y al animal conservas. ¡Cuán preciosa, oh Dios, es Tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de Tus alas»[10].
¡Qué manera de describir la gran fidelidad del Señor! En especial el versículo 5: «Señor, hasta los cielos llega Tu misericordia, y Tu fidelidad alcanza hasta las nubes». En este versículo se puede observar que David, al igual que el profeta Jeremías, encuentra persecución y decepción de parte de sus enemigos y clama en esta maravillosa oración.
Jeremías exaltaba la fidelidad del Señor y ahora David se eleva en el Espíritu hasta clamar él también: «Grande es Tu fidelidad» y continúa así hasta explotar en un: «Tu fidelidad alcanza hasta las nubes».
El momento de la gran prueba debería ser también un momento de iluminación divina, al descubrir con total seguridad que los recursos de Dios son suficientes y no fallan para cada necesidad que uno pueda tener debido a Su gran fidelidad.
En verano o en invierno, en primavera y en la cosecha,
con el sol, la luna y las estrellas en su curso allá arriba,
seamos testigos junto con toda la creación,
de Tu gran fidelidad, misericordia y amor.
¡Grande es Tu fidelidad! ¡Grande es Tu fidelidad!
Tu fidelidad se renueva cada mañana,
Tu mano ha provisto para todas mis necesidades,
Señor, grande es Tu fidelidad para conmigo.
Y ahora, para cerrar, en el Salmo 89, David se explaya elocuentemente acerca de la fidelidad del Señor y exclama: «El Señor es nuestro escudo, ¡he puesto el socorro sobre uno que es poderoso! Las misericordias del Señor cantaré perpetuamente; de generación en generación haré notoria Tu fidelidad con mi boca»[11].
Dices: «En ocasiones he sido tan infiel que no puedo tener la fe y la confianza de que el Señor me va a ayudar». Sin embargo, Dios todavía perdona. Limpia y restaura. Acude a Él hoy mismo y confiésate. Él te ama y anhela fraternizar nuevamente contigo. Él no te ha dado la espalda: eres tú el que le ha dado la espalda a Él, y si te das la vuelta, recuerda lo que Él dice: «No te fallaré». Y en Timoteo dice: «Aunque seamos infieles, Él permanece fiel»[12].
Él ha prometido hacerte notoria Su fidelidad, porque Él sigue en el trono y la oración cambia las cosas. ¡Grande es Su fidelidad!
Radiodifusión original de Momentos de Meditación (hacia finales de los 50 y principios de los 60), de Virginia Brandt Berg. Publicado de nuevo en Áncora en julio de 2021.
[1] Lamentaciones 3:21–26.
[2] Adaptado de «Grande es Tu fidelidad», de Thomas Obadiah Chisholm, 1923.
[3] 1 Samuel 7:12.
[4] Hebreos 13:5–6.
[5] Lamentaciones 3:31–33.
[6] Salmo 119:73–77.
[7] Salmo 119:88–93.
[8] Salmo 119:81–83.
[9] Salmo 119:90.
[10] Salmo 36:5–7.
[11] Salmo 89:18–19, 1.
[12] 1 Crónicas 28:20; 2 Timoteo 2:13.
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