Sacrificio de alabanza

mayo 18, 2021

Recopilación

[The Sacrifice of Praise]

Así que ofrezcamos siempre a Dios, por medio de Él, sacrificio de alabanza, es decir fruto de labios que confiesan Su nombre.  Hebreos 13:15

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Cada día tenemos tanto para alabar a Dios, hay gran poder cuando le honramos. La Biblia está llena de ejemplos de alabanza y adoración cuando vemos Su poder en acción, Sus milagros que transforman vidas, relatos impresionantes del enemigo que es paralizado o derrotado; corazones transformados que son atraídos a Dios.

Sin embargo, la realidad es que con demasiada frecuencia los problemas del día a día y las exigencias de la vida pueden desplazar nuestra alabanza y adoración a Dios. En ocasiones es un verdadero sacrificio alabar al Señor. Puede que no tengamos ganas, o que estemos cansados o lidiando con dificultades.

O tal vez pensemos que Dios nos ha defraudado. Nos puede parecer distante, como que no le interesa lo que estamos atravesando o lo que nos preocupa. Es posible que recientemente las dolorosas pérdidas y golpes de la vida nos hayan remecido. Todavía estamos tratando de ponernos de pie y poner los pedazos rotos en su sitio nuevamente.

Lo que puede marcar una gran diferencia es fijar la vista en el Señor, alabarlo cada día sin importar a lo que nos tengamos que enfrentar, y de pronto nos daremos cuenta de que Dios empieza a desbaratar el control que esos problemas tienen sobre nosotros.

Cuando nos sentimos presionados y sobrecargados, hundidos por las preocupaciones y desesperados, Dios nos recuerda que Él es capaz de proveer para todas nuestras necesidades. Promete darnos gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto y alabanza en lugar del espíritu angustiado[1]. Podemos confiar en que Él puede hacer en nosotros y por nosotros lo que jamás podríamos hacer por cuenta propia.

Si hoy te sientes entre la espada y la pared y no le ves una salida a tu situación, Dios te quiere cubrir con mantos de alabanza. Te dará un nombre nuevo y hará que Su Espíritu brote dentro de ti. Dios habita cerca de nosotros cuando lo alabamos. Él vive ahí y es lo que busca, pues habita en las alabanzas de Su pueblo[2].

En esta vida tenemos que tomar decisiones cada día. Podemos elegir vivir absortos en la preocupación y el estrés, en el acelere del ajetreo, concentrados únicamente en lo que nos rodea y sintonizados con la vorágine del mundo. O podemos pedirle a Dios que nos ayude a apartar la vista de todo lo que nos tire para abajo, nuestros problemas, el desorden y las voces del gentío. Podemos alzar la mirada a Él, quien mantiene todo en su sitio y nos sostiene en Sus manos.

Dios desea todo nuestro corazón. Espera que volvamos a Él si nos hemos alejado. Anhela que conozcamos el poder de Su presencia en y a través de nuestra vida. Desea bendecirnos más de lo que podríamos imaginar. Su Espíritu nos impulsa hacia adelante, nos pide que nos acerquemos más a Él.

Que el Señor nos ayude a levantar la vista nuevamente hoy, para recordar Su bondad y poder en nuestra vida, y para que le adoremos y alabemos.  Debbie McDaniel[3]

Un sacrificio que vale la pena

Todo el libro de Hebreos gira en torno a una nueva forma de vida y adoración. Previamente los judíos tenían la carga de cumplir la ley, pero mediante Su sacrificio y resurrección que venció a la muerte, Cristo los liberó de aquellas normas imposibles de cumplir.

Hebreos 13:15 dice: «Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de Él, sacrificio de labios que confiesen Su nombre».

El sacrificio de animales del Antiguo Testamento que en una época fue de agradable fragancia para Dios fue reemplazado por el fruto de labios que confiesan Su nombre en espíritu y en verdad[4].

Un sacrificio es un regalo a Dios que declara que Él es digno, y nosotros no. Y es también, por definición, difícil. Un sacrificio duele, cuesta, requiere esfuerzo, y el sacrifico supremo le costó la vida a Jesucristo, el Mesías. De igual manera, para nosotros, un sacrificio de alabanza no siempre será fácil ni estará exento de esfuerzo, por el contrario será difícil y costoso.

Por las Escrituras sabemos que no solo confesamos el nombre de Dios cuando nos sentimos bien, se ve bien o nos beneficia de alguna manera. Ofrecemos alabanzas siempre, como dice en Hebreos 13:15. Esto significa sin cesar, en toda circunstancia. Como señala Pablo en 1 tesalonicenses 5:18: «Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús».

Es nuestro deber ofrecer «sacrificio de labios que confiesen Su nombre»[5]. Así que estoy aprendiendo a emplear la alabanza como el principio de la alegría en vez de como resultado de ella.

Y, como dice este versículo, podemos hacerlo todo por medio de Él. Por medio de Jesús, podemos ver reflejado el inmenso amor de nuestro maravilloso Dios, quien tiene todo en la palma de Su mano y con una sola palabra hace Su voluntad. Por medio de Jesús, nuestro mediador, tenemos acceso al Padre a fin de darle la alabanza que corresponde[6].

Nehemías dice: «El gozo del Señor es vuestra fortaleza»[7]. A través de la alabanza disfrutamos de Dios, ¡imagínense! La alabanza nos ubica en el lugar de donde brota el gozo, donde deberíamos fijar la vista, y el resultado es nuestra fortaleza. Ya sea por medio de la oración, la meditación en la Palabra de Dios, la alabanza o dando gracias, podemos alzar nuestras manos cansadas cuando cuesta, sobre todo cuando cuesta, y decir: «¡Santo, santo, santo es el Señor!»[8]  Amy Dunham[9]

Un corazón de alabanza

Recuerdo que de niña me sentía agradecida por las cosas que me proporcionaban una gratificación inmediata. Si recibía algo que deseaba me ponía contenta, estaba feliz. De lo contrario, no. Era así de simple; me sentía agradecida por las cosas buenas. El versículo que dice: «Den gracias en todo»[10] es uno que todavía estoy aprendiendo a aplicar en mi vida. Expresar gratitud cuando ocurren cosas que no deseo, cuando me decepciono o me siento abatida, no es algo que me resulte natural en absoluto.

Sin embargo, a lo largo de nuestra vida viviremos momentos difíciles y tendremos días malos, más allá de quiénes seamos o en qué creamos. Así es la naturaleza de la vida. Pero lo hermoso de creer y tener fe en Dios es que, si bien Dios no siempre nos rescata de los problemas, sí nos da —cada vez— la fuerza para encararlos, sortearlos y resolverlos por medio de nuestra fe. El apóstol Pablo fue un tremendo ejemplo de gratitud y alabanza a Dios ante dificultades y adversidades extremas.

Estas son algunas de las cosas más destacadas de las dificultades que sufrió Pablo, que están documentadas en el libro de los Hechos:

Pero a pesar de todos los retos y sufrimiento, Pablo pudo decir: «He aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación»[11], y: «Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús»[12].

Es bastante fácil estar agradecido cuando las cosas van bien y sin dificultades, pero es durante esos momentos en que parece que se desata el infierno o que debemos enfrentar problema tras problema que estar agradecidos es lo último que queremos hacer, y probablemente lo más difícil de hacer. Pero si aprendemos a alabar a Dios incluso cuando las cosas se ponen difíciles, veremos que Él a cambio nos da la fortaleza para enfrentar y hasta abrazar esas dificultades, confiando en que Dios producirá algo bueno de todo ello[13].

El versículo que dice que Dios habita en las alabanzas de Su pueblo[14] es un recordatorio de que cuando estoy agradecida, estoy reconociendo que Dios habita en mí, y por Su gracia y fortaleza Él da el poder para vencer lo que sea y «ser más que vencedores por medio de Aquel que nos amó»[15].

Una palabra de alabanza que se suele utilizar es engrandecer. Por ejemplo, el Salmo 34:3 dice: «Engrandeced al Señor conmigo, y exaltemos a una Su nombre». Cuando uno apunta con una lupa a algún objeto, hace que se vea más grande. En realidad, no cambia el tamaño del objeto en sí, pero hace que cambie nuestra percepción del mismo: lo vemos más grande y más prominente. Esa es una ilustración apropiada de lo que sucede cuando alabamos a Dios. Nuestra percepción de Él y Su presencia en nuestra vida se expande. Y si nuestra visión está más enfocada en Dios y Su poder y amor por nosotros, nos ayuda a poner en perspectiva las pequeñas preocupaciones y problemas de cada día.

Como lo expresó una vez la escritora Melody Beattie: «La gratitud le abre la puerta a la plenitud de la vida. Hace que lo que tenemos sea suficiente, y más. Convierte la negación en aceptación, el caos en orden, la confusión en claridad. Puede convertir una comida en un festín, una casa en un hogar, un extraño en un amigo. La gratitud hace que nuestro pasado tenga sentido, nos trae paz en el presente y crea visión de futuro.»  Daveen Donnelly

Publicado en Áncora en mayo de 2021.


[1] Isaías 61:3.

[2] Salmo 22:3.

[3] https://www.ibelieve.com/faith/what-does-it-mean-to-offer-god-a-sacrifice-of-praise-worshiping-in-the-tough-times-of-life.html.

[4] Levítico 23:18; Juan 4:24.

[5] Hebreos 13:15.

[6] 1 Timoteo 2:5.

[7] Nehemías 8:10.

[8] Isaías 6:3.

[9] https://unlockingthebible.org/2018/03/a-sacrifice-of-praise.

[10] 1 Tesalonicenses 5:18.

[11] Filipenses 4:11.

[12] 1 Tesalonicenses 5:18.

[13] Romanos 8:28.

[14] Salmo 22:3.

[15] Romanos 8:37.

 

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