mayo 5, 2021
2:40 a.m. Los números rojos resplandecen en medio de la oscuridad de la habitación, desafiándome para que siguiera durmiendo. Mientras doy vueltas en la cama y trato de acomodarme, mi mente hace clic como si el gallo acabara de cantar. De inmediato, se me disparan los pensamientos. Pienso en cuál será el horario de la semana para compartir el vehículo o cuándo encontraré el momento para finalizar cierta tarea, o hago memoria de una conversación difícil que sostuve. Al final quedo agotada y a la vez frustrada. ¿Acaso Dios no envía el sueño a sus amados? ¿Por qué siempre me cuesta levantarme?
(Leer el artículo [en inglés] aquí.)
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