abril 21, 2021
Mientras la horrible escena se desarrollaba ante mí, con mis peores pesadillas que amenazaban hacerse realidad, sostuve a mi bebé —nacido apenas unos segundos antes— y me pregunté en silencio cómo sería criar a tres niños pequeños sin su madre.
Media docena de médicos y enfermeras se apresuraron a entrar en la habitación. La sangre se acumulaba bajo mi mujer apenas unos instantes después de dar a luz. El estado de ánimo sombrío, serio y decidido del personal médico me indicaba la gravedad de la situación. [...]
En Su misericordia, Dios escuchó mis oraciones fervientes y preservó a mi esposa. Los médicos y las enfermeras fueron increíbles, y mi mujer se estabilizó y se recuperó. Pero el miedo que sentí en esos momentos fue real, y un ejemplo extremo de los miedos que nos asedian regularmente a lo largo de la vida.
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