Pedid y se os dará

febrero 2, 2021

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[Ask and You Will Receive]

Jesús dijo: «Pedid y se os dará, para que vuestro gozo sea cumplido»[1]. ¿Constituye esto una promesa amplia sin condiciones? En el Sermón del monte, Jesús dice que quien pide recibe, todo el que busca encuentra y a todo el que llama se le abrirá[2]. Pero con este y todos los demás versículos debemos examinar el contexto.

Seguidamente Jesús añade que Dios no dejará de dar buenas cosas a Sus hijos[3]. De manera que esta es una condición a la promesa de «pedid y se os dará»: lo que pidamos debe ser bueno a los ojos de Dios. Dios les dará obsequios beneficiosos a Sus hijos; no nos dará cosas malas o perjudiciales, sin importar cuánto clamemos por ellas. Según Lucas 11:13, el mejor ejemplo de un buen regalo es el Espíritu Santo. Empezamos a ver un doble propósito en la oración: que aumentemos nuestro entendimiento de lo que Dios llama bueno y cultivar dentro de nosotros el deseo por lo que es bueno.

Nuestras oraciones se basan en una relación, tal como señala Jesús en Mateo 7:8. Si un niño le pide algo a su padre que este sabe que es perjudicial, la petición es negada. Puede que el niño se frustre y se ponga triste cuando no obtiene lo que pide, pero debe confiar en su padre. Por otro lado, cuando el niño pide algo que el padre sabe que es bueno para él, el padre se lo dará con gusto porque ama a su hijo.

Hay otra condición para la promesa «pedid y se os dará» en Juan 14:14: «Si algo pidiereis en Mi nombre, Yo lo haré». Aquí, Jesús no les promete a Sus discípulos todo y cualquier cosa que deseen; en cambio, les instruye que pidan «en Mi nombre». Orar en el nombre de Jesús es hacerlo sobre la base de la autoridad de Jesús, pero también incluye orar conforme a la voluntad de Dios, pues Jesús siempre hizo la voluntad de Dios[4]. Esta verdad se señala explícitamente en 1 Juan 5:14: «Si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye». Nuestras peticiones tienen que estar en armonía con la voluntad de Dios.

La promesa de pedid y se os dará, aun con sus condiciones, nunca nos va a decepcionar. Él promete proveer para nuestras necesidades cuando «buscamos primeramente el reino de Dios y su justicia»[5]. Obviamente, lo que deseamos no es siempre lo que necesitamos. Si lo que deseamos no encuadra dentro de la voluntad de Dios, entonces realmente no querremos recibirlo. Dios sabe lo que es bueno para nosotros y Él es fiel y amoroso para decir que no a oraciones egoístas o necias, sin importar cuánto deseemos lo que estamos pidiendo.

Dios siempre nos dará cosas buenas. Nuestro trabajo es entender lo que es bueno, para saber qué pedir. La mente natural no entiende esto. Sin embargo, cuando nos ofrecemos como un «sacrifico vivo» y somos transformados por medio de la renovación de nuestro entendimiento, «podremos comprobar cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta»[6]. Entonces, cuando pidamos en fe lo que nos hace falta, tendremos todo lo que nos haga falta para la vida, la piedad y una plenitud de gozo[7].

Jesús hace énfasis en la fe: «Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis y os vendrá». Los que crean verdaderamente en Dios, serán testigos del asombroso e infinito poder de Dios. No obstante, al comparar escritura con escritura, sabemos que lo que pidamos debe estar en consonancia con la voluntad de Dios. Parte de tener fe es acceder al plan de Dios como la mejor opción. Si pedimos curación y es lo mejor para nosotros, no debemos dudar de que Dios nos va a sanar. Si no nos sana, entonces el no ser sanados es una parte necesaria de un plan mayor, que, a la larga, será para nuestro bien.

Consideremos el Salmo 37:4: «Deléitate asimismo en el Señor, y Él te concederá las peticiones de tu corazón». Esto significa que cuando nos deleitamos en Dios, hallaremos todo lo que deseamos y necesitamos en Él. La clave es que el corazón del que busca se transforma y cuando nos deleitamos en el Señor, los deseos de Dios se vuelven los nuestros. Cuando nuestros deseos coinciden con los de Dios, entonces nuestras oraciones se alinean automáticamente con Su voluntad.

Entre las oraciones más importantes en la vida del cristiano están: «Enséñame a amarte sobre todas las cosas» y «Haz que mis deseos sean los Tuyos». Cuando sinceramente deseamos a Dios, cuando sentimos pasión por ver Su voluntad llevada a cabo en este mundo y cuando pedimos aquello que glorifica a Dios, Él está más que deseoso de darnos cualquier cosa que le pidamos. A veces las cosas que glorifican a Dios son placenteras: como un matrimonio o un hijo. En ocasiones son difíciles: un fracaso que nos humilla o una debilidad física que nos vuelva más dependientes de Dios[8]. Sin embargo, cuando oramos según Su voluntad, con la autoridad de Jesús, con persistencia, desinteresadamente y con fe, recibiremos lo que nos hace falta.  Tomado de gotquestions.org[9]

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La Biblia nos anima a orar con fervor y a tener fe en que Dios no solo escucha nuestras oraciones, sino que también las responde. Jesús dijo: «Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis»[10].

Pero esto no significa que, por mucho que oremos, Dios nos va a dar todo lo que queramos. Si tienes hijos, ¿acaso les das todo lo que piden, por mucho que insistan? Por supuesto que no. Tienes más prudencia y experiencia que ellos y sabes que no necesitan todo lo que desean. Es más, sabes que algunas de las cosas que exigen podrían hacerles daño. Los amas y, porque los amas, a veces les tienes que decir que no.

En un modo mucho mayor, Dios sabe qué es lo que más nos conviene y, como nos ama, a veces nos dice que no o que esperemos. En más de una ocasión le pedí a Dios que hiciera algo de lo que yo estaba convencido que era bueno y quedé decepcionado cuando no ocurrió. Pero después comprendí que no había sido la voluntad de Dios y estaba agradecido de que me dijera que no. La Biblia dice: «Si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye»[11].  Billy Graham[12]

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Hebreos 11:6 dice: «Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios» —y eso es lo que hacemos cuando oramos— «crea que Él existe y que recompensa a los que lo buscan.»

Muchas personas han lidiado con esta pregunta: ¿Cómo puedo orar con fe si no estoy totalmente seguro de que lo que pido está en conformidad con la voluntad de Dios? El motivo por el que batallamos es porque nuestra fe está fuera lugar. Pensamos que de algún modo debemos elevar nuestra fe al lugar donde Dios responda la oración. Pero ese no es el caso. El objeto de nuestra fe es Dios mismo, no nuestra fe.

Cuando no tenemos fe, decimos una de dos cosas: que Dios no puede responder nuestra oración o que Dios no va a contestar nuestra oración. Si decimos que no puede, cuestionamos la soberanía y el poder de Dios. Si decimos que no va a contestar, cuestionamos Su bondad. Orar con fe significa que creemos que Dios puede y creemos que Dios lo hará, siempre que esté en línea con Su gloria, porque Dios es bueno.

Debemos creer que Él existe, que es… Dios Todopoderoso.  Que no está limitado por nada que se nos pueda ocurrir. Y luego debemos creer que Él recompensa a quienes le buscan y creen que Él es bueno.  Jerry Bridges[13]

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La oración no es una simple entrega a contemplaciones piadosas que no producen sino un efecto subconsciente en la persona. La oración es algo sumamente práctico, tan real como las comunicaciones telefónicas. El que contesta en el otro extremo de la línea —Dios mismo— nos dice: «Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá»[14]. Cuando pedimos algo en oración, ése es el momento de creer, de esperar en fe y recibir conforme a la voluntad de Dios. «Esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.»[15]

«La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve»[16]. La fe consiste en creer que Dios va a responder aunque todavía no se evidencie esa respuesta o incluso si la respuesta no es exactamente lo que esperábamos. Lo que cuenta no es lo que nosotros pensemos, sino lo que Dios piensa. No es lo que nosotros sintamos, sino lo que Dios determine.  Virginia Brandt Berg

Publicado en Áncora en febrero de 2021. Leído por Gabriel García Valdivieso.


[1] Juan 16:24. Versículos similares se encuentran en Mateo 7:7; 21:22; Marcos 11:24; Lucas 11:9; y Juan 15:7.

[2] Mateo 7:7–8.

[3] Mateo 7:11.

[4] Juan 6:38.

[5] Mateo 6:33.

[6] Romanos 12:1–2.

[7] Juan 16:24.

[8] V. 2 Corintios 12:7.

[9] https://www.gotquestions.org/ask-and-you-shall-receive.html.

[10] Mateo 21:22.

[11] 1 Juan 5:14.

[12] https://www.kansascity.com/living/liv-columns-blogs/billy-graham/article60863237.html.

[13] https://decisionmagazine.com/praying-in-faith.

[14] Marcos 11:24.

[15] 1 Juan 5:14–15.

[16] Hebreos 11:1.

 

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