Sacrificio de gratitud

noviembre 26, 2020

Recopilación

[The Sacrifice of Thanksgiving]

«Alaben la misericordia del Señor, y Sus maravillas para con los hijos de los hombres; ofrezcan sacrificios de alabanza y publiquen Sus obras con júbilo».  Salmo 107:21-22

Los sacrificios de alabanza se mencionan repetidas veces en el Antiguo Testamento. Primero se menciona en Levítico 7:11-15. Estos versículos parecen indicar que el sacrificio de alabanza es en realidad una ofrenda de paz motivada por el agradecimiento. Este tipo de ofrenda incluía el sacrificio de animales así como ofrendas de diverso tipo de cereales o pan.

Existen varias facetas que caracterizan dicho sacrificio de alabanza. La primera es que, como todas las ofrendas de paz, era una ofrenda voluntaria. No estaba prescrita ni requerida por Dios. La ofrecía el adorador cuando se sentía motivado a expresar agradecimiento a Dios. El sacrificio se presentaba al Señor voluntariamente con un corazón gozoso y agradecido.

Adicionalmente, el sacrificio de alabanza, nuevamente como todas las ofrendas de paz, eran compartidas entre el Señor, el sacerdote y el adorador. Esta contrastaba con otros tipos de ofrendas, las cuales eran o bien totalmente consumidas en el altar (excepto por la piel) como una ofrenda al Señor o parcialmente quemadas en el altar y en parte consumidas por el sacerdote…

Entonces, por medio de este sacrificio, los adoradores celebraban juntos delante del Señor las bendiciones que disfrutaban a través de una relación con Dios caracterizada por paz y plenitud.  Una sensación de comunión y cercanía con el Señor resultaba de la presentación de un regalo a Dios, una porción del cual Dios luego compartía amablemente con el adorador. Este sentimiento de generosidad y comunión se expandía cuando el adorador en retribución compartía su porción de la ofrenda con familia y amigos.

Aunque el sistema de sacrificio de animales del Antiguo Testamento es en la actualidad obsoleto para el cristiano debido al sacrificio de Jesús en la cruz, hay algunos principios que todavía siguen vigentes para nosotros. Si bien un corazón agradecido honra a Dios y nos beneficia, Dios no nos obliga ni nos exige sacrificios de alabanza. Las expresiones de agradecimiento que fluyen libremente del corazón son profundas y tienen trascendencia para todos los participantes. Por eso Dios alienta y provee un medio para comunicar y demostrar la intensidad de nuestra gratitud.

Además, es apropiado y ventajoso para nosotros expresar nuestro agradecimiento de manera que se vierta sobre los demás. Desde luego que la gratitud debería sentirse y expresarse a Dios, quien es la fuente absoluta de todo beneficio y bendición en nuestra vida. Pero tal vez no debiera detenerse ahí. Quizás la bondad y la generosidad de Dios deberían motivarnos a expresar a otros la misma bondad y generosidad que nosotros hemos experimentado.  Joy Mosbarger[1]

Sacrificios que cuestan

«Te ofreceré sacrificio de alabanza e invocaré el nombre del Señor».  Salmo 116:17

Un sacrificio cuesta… y si se describe el agradecimiento o la alabanza como un sacrificio, entonces el agradecimiento bíblico cuesta. No es que se da de lo que sobra. Hemos recibido muchísimo, desde la provisión diaria de oxígeno y vida hasta la provisión de la eterna seguridad por medio de la obra redentora de Jesucristo. Si el verdadero agradecimiento es un sacrificio, ¿qué es lo que sacrificamos? Cualquier cosa que sustraiga o minimice los favores que Dios nos ha dispensado.

Sacrificamos nuestras quejas. Una cosa es ser conscientes de una situación que no está bien y procurar corregirla, y otra es amargarse por algo que no se puede cambiar. No es bueno ser complaciente, pero muchas veces Dios pone a Sus hijos en ciertas situaciones a fin de que puedan crecer y madurar. Si el descontento es nuestra reacción a la voluntad de Dios, entonces no habrá lugar en nuestro corazón para un genuino agradecimiento. Debemos comprender que no tenemos derecho a quejarnos de cosas que Dios mismo ha ordenado para Su gloria y para nuestro bien. En vez de eso agradezcamos que Él se preocupe tanto por nosotros como para fortalecernos en nuestro andar espiritual.

Sacrificamos nuestros temores. Si Dios alimenta a los gorriones y viste a las flores[2], ¿tenemos derecho a vivir en angustia? Hay ocasiones en que la preocupación tiene justificación, y es tonto ir por la vida con la fantasía de que todo será coser y cantar. Pero… Dios ha dicho que es el protector de Sus hijos. No tenemos motivo ni derecho de vivir como si Él fuera demasiado débil para controlar nuestra situación. El verdadero agradecimiento requiere que sacrifiquemos nuestros miedos.

Sacrificamos nuestros deseos. Esto es difícil para cualquiera. Todos tenemos cosas que queremos lograr y, por lo general, se trata de cosas buenas. Prosperidad, buena salud, seguridad, todo eso es beneficioso. Pero con demasiada frecuencia estos deseos pueden distraernos de la provisión y voluntad de Dios para nuestra vida. El verdadero agradecimiento exige que sacrifiquemos nuestros deseos.

Lo que de verdad hace falta es una perspectiva eterna. Meditemos en lo siguiente: Dios, el cual está completamente satisfecho en Sí mismo y no tenía necesidad alguna de nosotros, se ha dignado depositar Su amor sobre nosotros y rescatarnos de una condenación eterna y justa. Y no solo eso, sino que cada día nos vemos rodeados por la evidencia de Su gracia y guiados por la promesa de ser hechos como Jesucristo, capaces de habitar en la presencia de Dios sin barrera o mediador alguno.

De pronto, las inquietudes y preocupaciones de nuestra vida diaria se achican. Cuando por fin abrimos los ojos a la provisión de Dios, tanto para nuestra vida terrenal como para la eterna, nuestras quejas, temores y deseos egoístas se vuelven muy triviales.  Jordan Chamblee[3]

Una ofrenda continua

«Y yo sacrificaré en Su tabernáculo sacrificios de júbilo; cantaré y entonaré alabanzas al Señor».  Salmo 27:6

Mientras escuchaba la Biblia algo me pareció sumamente interesante e inspirador. En el Salmo 50, comenzando en el versículo 9, Dios dice que no tiene necesidad de sacrificios de carne. Es más, todo le pertenece. Sin embargo, lo que realmente desea es que le ofrezcamos sacrificios de alabanza[4]. Agradecimiento viene de la palabra hebrea yadah y puede significar «adoración, un coro de adoradores, confesión, alabanza, ofrenda de acción de gracias»[5].

Al principio, me pregunté, ¿cómo puede ser un sacrificio dar gracias a Dios? Bueno, la verdad es que a veces no es fácil. Debemos dar gracias a Dios «en todo» pues esta es la voluntad de Dios para nosotros[6]. Es la voluntad de Dios que le demos gracias siempre, cada día, sin importar lo que estemos pasando…

No es ningún sacrificio agradecer a Dios cuando todo va bien. De hecho, es bastante fácil darle las gracias cuando estamos contentos y felices. Sin embargo, ¿en qué nos diferencia del resto del mundo ser agradecidos en las buenas épocas? Somos escogidos, un pueblo peculiar, Su pueblo, etc. Qué mejor manera de demostrar al mundo que somos diferentes que estando agradecidos, aunque en apariencia no deberíamos estarlo. Pensemos en lo diferentes que somos del mundo cuando, en vez de murmurar y quejarnos, alabamos a nuestro Padre y a Cristo en medio de las pruebas.

Así que «ofrezcamos siempre a Dios, por medio de Él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan Su nombre. Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios»[7]. Por eso, en vez de sucumbir ante la negatividad del mundo, miremos a nuestro alrededor y busquemos algo por lo cual estar agradecidos, pues mientras tengamos aliento de vida, deberíamos usarlo para la gloria de Dios.  Brandy Webb[8]

Oración de gratitud

Gracias, Jesús, por la vida y todas sus complejidades. Cuando algo sale mal, solemos decir: «¡Así es la vida!» Sin embargo, la vida tiene muchas facetas más aparte de las pequeñeces que no salen como hubiéramos deseado.

¿Cómo es la vida?

Es despertarme cada mañana pudiendo ver y oír.

Es conversar con un niño y descubrir cómo se ve el mundo a través de sus ojos inocentes.

Es hacer una pausa en medio de una ajetreada jornada para observar a un pájaro levantar vuelo o a una mariposa revolotear entre las flores.

Es charlar con un viejo amigo y recordar lo mucho que significa para mí esa amistad con él.

Es escuchar unas palabras de aliento inesperadas.

Es sostener en brazos a un recién nacido y verlo sonreír por primera vez.

Es pasear por el campo, disfrutar del paisaje, prestar atención a los diferentes sonidos y respirar el aire fresco.

Es acostarme a dormir por la noche y agradecerle a Dios todo lo bueno que me sucedió ese día.  Bonita Hele

Publicado en Áncora en noviembre de 2020.


[1] www.biola.edu/blogs/good-book-blog/2013/the-sacrifice-of-thanksgiving

[2] Mateo 6:26–34.

[3] https://engagemagazine.net/starting-blog/worldview/the-sacrifice-of-thanksgiving.

[4] V. 14.

[5] Concordancia Strong.

[6] 1 Tesalonicenses 5:18.

[7] Hebreos 13:15–16.

[8] https://www.cgi.org/news-and-events/2016/7/12/avjp86riqjc2lg5b4zlirvwfc0ua2p.

 

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